Ibiza nunca deja de reinventar sus paisajes más icónicos. Cada temporada trae consigo un rincón que gana protagonismo en las cámaras de visitantes y residentes, y este verano todo apunta a que el foco se traslada mar adentro. Tras años en los que los miradores de Es Vedrà han sido lugar de peregrinación fotográfica, o en los que el columpio de Cala Xarraca se convirtió en parada obligatoria hasta su retirada, emerge un nuevo escenario: la Bota de Es Vedrà.
La Bota es, en realidad, un monte submarino situado aproximadamente a una milla al noroeste del islote de Es Vedrà, frente a la costa de Cala d’Hort. Se eleva más de treinta metros desde el fondo del mar y su cima roza la superficie, invisible a menudo entre las olas pero perfectamente reconocible en jornadas de calma. Para los navegantes, siempre ha sido un punto delicado: un bajo no señalizado que exige precaución. Para los buceadores, un enclave fascinante repleto de vida marina, con gorgonias y bancos de peces que habitan en sus laderas sumergidas.
Hoy, sin embargo, la Bota está despertando un nuevo interés: el de quienes buscan una foto diferente. Subirse a esa roca en mitad del mar, con Es Vedrà como telón de fondo, empieza a convertirse en un gesto de distinción. La imagen es tan sorprendente como arriesgada: una silueta humana en equilibrio sobre un pedestal natural, rodeada de azul infinito.
Hasta ahora, los miradores de Cala d’Hort y la Torre des Savinar habían monopolizado la postal de Es Vedrà. Desde sus alturas, miles de visitantes han captado la silueta mágica del islote, envuelta en mitos y leyendas. De igual modo, el columpio de Cala Xarraca, ya desaparecido, marcó un antes y un después en la moda de las fotos “instagrameables” en la isla. Durante años, nadie parecía haber estado en Ibiza si no se columpiaba sobre sus aguas turquesas.
La aparición de la Bota en esta narrativa visual es un paso más en la búsqueda de lugares que combinen espectacularidad y cierta exclusividad. A diferencia de los miradores, fácilmente accesibles, o del columpio, convertido en atracción multitudinaria, la Bota requiere embarcación y mar en calma. Eso le otorga un halo de aventura que multiplica el valor de la imagen obtenida.
Aunque todavía no puede hablarse de una moda masiva, ya circulan algunas imágenes en redes sociales que muestran a quienes se atreven a subirse a la cima del bajo marino. Son, de momento, escenas aisladas, pero suficientes para despertar la curiosidad de quienes buscan un ángulo nuevo sobre un paisaje tantas veces fotografiado.
El fenómeno plantea, no obstante, ciertas dudas. Navegantes veteranos insisten en que se trata de un punto peligroso para barcos poco experimentados, y que no es un lugar adecuado para aventurarse sin apoyo. Del mismo modo, el aumento de visitantes a espacios frágiles siempre abre el debate sobre su conservación y sobre hasta qué punto debe exponerse lo que antes pertenecía al ámbito casi secreto de los buceadores.
La Bota de Es Vedrà resume la esencia de Ibiza: naturaleza imponente, magnetismo estético y constante reinvención de sus paisajes más icónicos. De Platges de Comte a Benirràs, pasando por las salinas de Cap des Falcó o las cuevas de Sa Pedrera, la isla siempre ha sabido ofrecer escenarios que alimentan la imaginación.

Conviene recordar, además, que tanto Es Vedrà como Es Vedranell forman parte del Parque Natural de ses Salines d’Eivissa i Formentera, un espacio protegido que subraya la importancia de preservar este entorno único.
De momento, no se trata de un fenómeno multitudinario, sino de un rumor visual que empieza a tomar cuerpo. Un lugar que mezcla mito y mar, riesgo y belleza, y que promete convertirse en la próxima página del interminable álbum fotográfico de Ibiza.
Otro lugar donde demostrar lo gilipollas que puede ser el ser humano…
Així almenys, mentre hi hagi un muniatu dalt La Bota, estarà senyalitzada per sa navegació.
jajaja molt bons comentaris, llàstima que siguin ve