En muchas ocasiones, echar una ojeada a los arcenes o a los espacios que hay junto a las carreteras de Ibiza supone entrar en un estadio de depresión y desesperanza. Depresión ante la ingente cantidad de basura que encontramos, y desesperanza ante el incivismo y la guarrería de la ciudadanía, y el pasotismo y la incuria de las administraciones responsables.
Un tramo que destaca especialmente por su perenne suciedad, es el que se encuentra en la recta que hay en la carretera de Sant Antoni, entre la rotonda de sa Casilla y el desvío a Can Tomás. El trazado de la carretera se encuentra elevado en un pequeño terraplén, que parece invitar a los conductores a lanzar latas y todo tipo de desperdicios en el bosque cercano, situado en un nivel algo más bajo, creyendo que queda apartado de la vista. Queda apartado de vista para los conductores, pero no para los transeúntes, que se deben comer este repulsivo espectáculo.
El pasado domingo, coincidiendo con diversas actividades de limpieza que se desarrollaron en la isla, una vecina de la zona, Marga Serra, acudió acompañada de su sobrino Joan para limpiar las zonas aledañas a la carretera. En poco más de una hora llenaron 24 bolsas de basura que, en total, pesaban 114 kilos. “Veinticuatro bolsas de latas y botellas de plástico, principalmente, aunque también encontramos un lavabo destrozado”, explica Serra, quien también ha lamentado el pésimo ejemplo de produce un espectáculo así: “Si ni nosotros mismos somos capaces de tenerle un mínimo de respecto a nuestra isla, qué le podemos pedir a los demás”.
Serra ha añadido que esta limpieza se ha realizado de manera completamente altruista y que en invierno continuará realizando periódicamente actuaciones parecidas.
