“Con una lluvia como la del día 30, que cayeron 280 litros, es normal que el barrio se inunde. Pero que se inundara también el sábado pasado, eso ya no puede ser”. Carmen Cárcel es la presidenta de la Asociación de Vecinos del barrio de es Pratet, la considerada ‘zona cero’ de las inundaciones de las últimas semanas en Ibiza, y tiene claro esta situación no puede normalizarse.
Construido en una zona inundable, tal y como marca la cartografía que realizó el Govern balear en el año 2001, el terreno en el que se asientan los bloques de viviendas del barrio había formado parte de la zona húmeda de ses Feixes des Prat de Vila. Cuando llueve, el agua recupera naturalmente lo que es suyo y, al no encontrar sitio por donde alcanzar el mar, anega las calles del barrio. “Cuando llueve, el agua de los torrentes de Can Misses, Cas Serres y Cases Barates acaba llegando hasta aquí”, explica Cárcel.
“Hay que buscar que el agua tenga salidas al mar porque las que había se han ido taponando”, concluye la presidenta de la asociación de vecinos. Respecto a posibles soluciones, considera que las opciones deben ir más allá de los parches y propone: “Una cisterna en la zona de Joan XXIII que recoja el agua que baje de los torrentes, además de buscar una salida al mar del agua”.
Admite que la solución es complicada porque existe un problema estructural, pero que no hay más remedio que ponerse manos a la obra porque todo irá a peor: “Con el cambio climático, estas tormentas serán cada vez más habituales. Los vecinos no podemos pasar por esto cada vez que hay una lluvia fuerte. Es imposible acostumbrarse a esto. De verdad, que esto no hay quien lo resista”.
La charla con Carmen la mantenemos este lunes justo antes de que se avance la alerta naranja por lluvias. Su comercio, la panadería Bon Gust de la calle Pere Francés, se ha convertido en un punto de encuentro de los vecinos del barrio, que hacen tertulia y comentan cómo han vivido las inundaciones de los últimos días. La portavoz de los vecinos señala que estas experiencias compartidas han puesto a prueba la unión y la solidaridad del barrio.
“El pasado sábado estuvimos hasta la medianoche limpiando todo el agua y el barro que había entrado en el local de la asociación de vecinos. Pero el domingo a las ocho de la mañana volvió a llover y tuvimos que volver por la tarde a limpiar de nuevo”, relata: “Terminamos agotados”.

Explica también que, tras estos episodios, le ha quedado una cosa muy clara: “Lo mejor de este barrio es su gente. Hemos permanecido juntos, nos hemos ayudado. Cuando nos hemos juntado para limpiar ha habido muy buen ambiente, había quien traía comida, bebida… Incluso gente que estaba enferma en casa, ha venido para ayudar. Ha sido emocionante. Hay una humanidad muy grande en es Pratet”.
No obstante, señala que las fuerzas y los ánimos están al límite: “Estamos agotados. Esto no hay quien lo soporte”, y señala que no concibe un escenario en el que esto se convierta en rutina: “No puede continuar así. No se puede normalizar. Hay que arreglarlo”.