Solo el 5,6 % de los docentes en España ha recibido formación específica sobre convivencia o acoso escolar, según revela el informe El estado de la salud mental en el aula 2025, elaborado por la Fundación Mapfre y Siena Educación. El estudio pone de relieve que muchos profesores se sienten poco preparados para detectar y afrontar situaciones de acoso en las aulas, pese al creciente impacto de estos casos en la salud emocional del alumnado.
El informe, basado en las respuestas de 850 profesores de centros públicos y privados de toda España y en 18 grupos de discusión realizados en ocho comunidades autónomas, advierte que los episodios de agresividad y acoso escolar se han convertido en el tercer problema de salud mental más frecuente en los centros educativos.
El estudio se publica pocos días después del suicidio de una alumna de 14 años en Sevilla, un presunto caso de acoso escolar que ha reavivado el debate sobre la necesidad de reforzar la educación emocional y los protocolos de prevención en los colegios.
Según los datos recogidos, seis de cada diez docentes creen que los compañeros de clase influyen de forma decisiva en el bienestar emocional de los estudiantes, y un 20 % señala la agresividad y el acoso como uno de los principales factores de riesgo. Además, casi la mitad del profesorado considera que los alumnos muestran niveles preocupantes de falta de empatía, baja autoestima y dificultades para gestionar sus emociones.
El psicólogo y experto educativo Javier Urra, participante en el estudio, subraya la importancia de trabajar la empatía en las aulas:
“El que no entiende lo que siente el otro, pierde”, afirma Urra, que también recuerda que el 70 % de los trastornos mentales de adultos tiene su origen en la infancia.
Urra, exdefensor del menor y autor del primer Vademécum sobre Salud Mental Infantil junto a Fundación Mapfre y Anaya, insiste en la necesidad de que los centros cuenten con protocolos claros de salud mental y formación obligatoria para los docentes.
“Es una labor del profesorado estar atentos y hacer que los alumnos sean defensores de los niños que puedan ser víctimas de acoso”, apunta.
El estudio alerta además de la aparición de conductas autolíticas entre estudiantes que interpretan el daño hacia sí mismos como una forma de autorregulación emocional. Los docentes detectan que estos comportamientos están relacionados tanto con los comentarios en el entorno familiar como con la presión social y las redes digitales.
Los expertos advierten que los casos de acoso no siempre provienen de entornos conflictivos. Según los testimonios recogidos, en muchas ocasiones los comportamientos de desprecio o falta de respeto son protagonizados por alumnos que aparentemente “lo tienen todo”, pero reproducen dinámicas de humillación hacia sus compañeros.
“Los alumnos que aparentemente lo tienen todo son los que más faltan al respeto”, resume uno de los profesores participantes.
Desde OCU y otras entidades educativas se pide reforzar la formación docente en salud mental y convivencia escolar, considerada una herramienta esencial para prevenir tragedias y promover entornos educativos seguros y empáticos.






