A las 20.31 horas del 31 de octubre de 2018, una cámara de seguridad captaba la última imagen que se conoce de Nuria Ester Escalante con vida. Ella caminaba por el paseo marítimo de la playa de s’Arenal de Sant Antoni, en dirección hacía sa Punta des Molí, vestía unos tejanos y una sudadera oscura, y estaba acompañada de un hombre corpulento y mucho más alto que ella. Desde entonces, no se ha sabido nada más de ella.
Nuria Escalante, nacida en Alicante, había residido en diversas ocasiones en la isla de Ibiza, donde desarrolló diversos trabajos en la hostelería y en el aeropuerto. Tenía dos hijos y era una mujer risueña y vital, como demuestran las fotos que compartía en sus redes sociales. En septiembre de 2018 volvió a probar suerte en la isla, dispuesta a buscarse de nuevo la vida y encontrar algún trabajo.
Dos días después de su desaparición, los hijos de Escalante denunciaron el caso a la Guardia Civil. Aunque durante los primeros días surgieron algunos testimonios -todos ellos falsos- que aseguraron que la habían visto con vida, al poco de iniciar la investigación la Guarcia Civil empezó a trabajar en la hipótesis del crimen. El principal problema de la investigación es que, si no hay cuerpo, tampoco hay crimen. Y pese a todas las búsquedas, y a lo complicado que es hacer desaparecer un cadáver, el de Nuria Escalante todavía no ha aparecido.

Se rastrearon pozos, torrentes, fosas sépticas, cisternas. Incluso se derribaron los muros de la casa de uno de los sospechosos por si el cuerpo hubiera sido emparedado. Entre enero y marzo de 2019 se rastreó en el vertedero de Ca na Putxa y se inspeccionó en los estratos de los residuos recogidos en Sant Antoni en las fechas de su desaparición, por si el asesino se hubiera intentado deshacer del cuerpo arrojándolo a un contener. No se encontró nada.
El caso pareció solucionarse cuando el 27 de noviembre la Guardia Civil detuvo a cuatro sospechosos -luego detuvo a un quinto- que formaban parte del círculo de personas con las que estuvo relacionada Escalante durante las últimas semanas de su vida. Uno de ellas era un hombre de nacionalidad polaca de iniciales S.W., el hombre que la acompaña en las imágenes grabadas en vídeo, y que siempre ha sido el principal sospechoso de la investigación.
Los detenidos formaban parte de la comunidad de desarraigados que sobrevive como puede okupando casas abandonadas o en ruinas en Sant Antoni, principalmente por el pla de Sant Antoni, a la entrada del pueblo, o en el barrio des Molí, o en antiguos hoteles abandonados. Los lugares que han sido durante años el alojamiento de los sintecho en la isla antes de que hubieran los asentamientos de infraviviendas. Todos ellos fueron puestos en libertad al no encontrar pruebas concluyentes en su contra.

La última novedad de la investigación se produjo en julio de 2021, en una casa okupada en la calle Pablo Picasso, en el barrio des Molí, donde residía el principal de los sospechosos y donde estuvo también Nuria Ester Escalante, ya que allí se encontró ropa suya y algunos objetos personales. Se inspeccionó la fosa séptica, el pozo y la cisterna. No apareció nada.
Desde entonces, silencio.
 
  
 





