Una de las tradiciones más respetadas por los amantes del campo ibicenco es salir a por pebrassos, un manjar en el que los pebrassers —como se conoce a los recolectores— combinan el placer del paseo por el bosque con el de disfrutarlos después, en una buena mesa.
Este otoño ha llegado con una sorpresa: los primeros pebrassos (conocidos en otros lugares como rovellons o níscalos) ya han aparecido en la isla. “Llovió bastante cuando todavía hacía calor y aún no ha llegado el frío”, explica el periodista Pep Ribas, Hereva, buen conocedor de todo lo que sucede en el campo ibicenco. Ese cóctel climático ha permitido que en la zona norte ya hayan surgido los primeros ejemplares.
Los secretos del pebrasser
Pero encontrar a un buen pebrasser dispuesto a hablar… eso ya es otra historia. “Son muy misteriosos”, confirma Hereva. Aun así, hemos dado con uno, Javier Vinyals, también conocido como Rambo Viñals, una referencia en la materia No revela localizaciones —eso jamás—, pero sí ofrece una valiosa radiografía de la temporada y consejos para evitar que la fiebre del pebràs arrase el bosque.
Y la primera sorpresa llega cuando dice que, a pesar de las lluvias de la Dana Alice y la borrasca Ex-Gabrielle, este no se presenta como un buen año para las setas, porque todo depende de si vienen más lluvias en las próximas semanas.
Un arranque temprano
“Antes del 29 de octubre ya cogí los primeros pebrassos, y eso es muy pronto. Otros años salían mucho más tarde. La diferencia han sido las lluvias”, explica Vinyals. Según el experto, el proceso es casi matemático: primero llega la lluvia inicial que reblandece el suelo; después, la formación de un “moho” necesario para la gestación de la seta; una segunda tanda de lluvias… y 21 días después, los primeros pebrassos emergen.
Por ahora, ya han aparecido en Santa Agnès y otras zonas del norte de Ibiza, aunque la continuidad de la temporada dependerá de lo que ocurra en el cielo durante las próximas semanas.
Una temporada irregular: el bosque sin vida
El optimismo inicial no oculta la preocupación: la humedad no se ha mantenido y la campaña podría tener los días contados. “El bosque no está húmedo, no tiene vida. Le falta agua”, advierte Vinyals.

El experto lo resume así: llovió pronto y nacieron los primeros pebrassos, pero no ha continuado lloviendo. Por donde ya se ha recogido, no han vuelto a salir. Si llueve de nuevo en una semana, el ciclo puede reiniciarse. Y remata con una reflexión muy suya: “Sin sol no somos nada. Y sin agua, tampoco”.
El manual del buen pebrasser: «siempre cesto, nunca bolsa»
Vinyals insiste en que lo más importante no es solo encontrar pebrassos, sino permitir que sigan naciendo:
Usar siempre cesto, nunca bolsas.
“Con el cesto, las setas van soltando las esporas mientras caminas, y así se reproducen. Con la bolsa, no”.
No coger setas demasiado maduras.
“Hay que dejarlas en el bosque: son imprescindibles para que la especie continúe”.
No arrancar nunca: siempre cortar.
“El pebràs no se arranca, se corta por el rabo”.
No escarbar jamás.
“Nada de palos ni rastrillos. Si escarbas, levantas la semilla y el pebràs no volverá a nacer”.
Y un apunte legal que no conviene olvidar: en Ibiza casi todo el suelo rústico es privado, de modo que recoger setas sin permiso podría considerarse un robo, aunque sea una tradición muy arraigada.
El punto de vista del micólogo: el bosque enfermo
Para completar la visión más científica del fenómeno, hablamos con Jaume Espinosa Noguera, farmacéutico, botánico, micólogo y educador ambiental que lleva más de treinta años viviendo en Ibiza.
Espinosa, enamorado de la flora pitiusa, reconoce que este año no tiene claro si será bueno para el pebràs: “Solo una persona me ha comunicado haber visto ejemplares”. Y añade un dato clave: “Cuando llovía bien, los meses de esplendor eran noviembre y diciembre. Ahora ya no llueve igual”.
El micólogo confirma lo que muchos observadores del campo intuyen: el cambio climático está alterando profundamente el ciclo micológico de las islas. “Hoy en día se ven pinos muertos en muchos puigs de Ibiza. Es probable que esos lugares hayan perdido su riqueza micológica por la sequía del otoño-invierno de 2023”, explica. “Fue la primera vez en treinta años que no salió el vinagrillo, ni hongos, ni pebrassos”.
Para Espinosa, el problema no es tanto que llueva más o menos, sino de cómo llueve: “Ahora lo hace de forma diferente, en los momentos menos oportunos y de manera desfavorable. La consecuencia es un empobrecimiento de la flora en general, que nos encamina poco a poco hacia un futuro de desertización generalizada en las Pitiusas”.
Sus palabras sirven de advertencia y reflexión: detrás del entusiasmo por la primera cesta de la temporada se esconde una transformación silenciosa del ecosistema.
Más allá del pebràs
Aunque el pebràs es la estrella absoluta, la isla cuenta con otras especies comestibles. Las más populares son el pebràs, el rusiñol, la lengua de vaca, la setas de cardo y de caña y el pixacans, que está muy sabrosa cuando es pequeñita pero su nombre provoca rechazo (más información sobre las comestibles al final del artículo).

En general, Vinyals señala que en Ibiza no hay muchas especies verdaderamente venenosas, aunque sí muchas amargas o poco interesantes culinariamente como la rugeta, amarga y poco apreciada. Espinosa alerta, sin embargo, de que sí hay especies venenosas: “son muchas, y algunas mortales”, alerta.
En lo que coinciden ambos expertos es que el comportamiento de las setas se ha vuelto impredecible. Las lluvias ya no siguen patrones y los ritmos del bosque se han alterado. En algunos años, los pebrassos han llegado a verse incluso en marzo, algo impensable hace apenas dos décadas.
El último secreto
La localización de buenos rodales de pebràs forma parte del folclore ibicenco. Quien encuentra uno… lo protege. Entre superstición y prudencia, el código no escrito se mantiene: los lugares no se cuentan. Jamás.
Esa tradición ha generado incluso momentos humorísticos, como recordó Cristina Ramón en un vídeo viral de 2022 sobre los pebrassers que jamás revelan sus zonas.
Setas comestibles con mayor o menor presencia en Ibiza
1. Pebràs (Lactarius sanguifluus / Lactarius deliciosus)
Nombre en castellano: Níscalo o rovellón
Comestible: Sí
Presencia en Ibiza: Sí, muy común en pinares
2. Picornells (Cantharellus cibarius y afines)
Nombre en castellano: Rebozuelo o chantarela
Comestible: Sí
Presencia en Ibiza: Sí, aunque menos abundante que en Mallorca o Menorca
3. Llenega / Llenegues / Llenega negra (Hygrophorus spp., especialmente H. latitabundus o H. russula)
Nombre en castellano: Babosa o higróforo
Comestible: Sí
Presencia en Ibiza: Poco común, más propia de zonas húmedas
4. Gírgola de canya / Gírgoles (Pleurotus pulmonarius, Pleurotus ostreatus u otras especies del género Pleurotus)
Nombre en castellano: Seta de ostra o gírgola
Comestible: Sí
Presencia en Ibiza: Sí, sobre madera muerta o cañas
5. Champiñón silvestre (Agaricus campestris y especies afines)
Nombre en castellano: Champiñón silvestre
Comestible: Sí, con precaución por especies parecidas tóxicas
Presencia en Ibiza: Sí, en prados y zonas de pasto
6. Fredolics (Tricholoma terreum)
Nombre en castellano: Negrilla o ratón
Comestible: Sí
Presencia en Ibiza: Sí, en pinares
7. Esteperol (Macrolepiota procera o M. mastoidea)
Nombre en castellano: Parasol o apagador
Comestible: Sí
Presencia en Ibiza: Sí, en claros de bosque y bordes de caminos
8. Múrgoles (Morchella esculenta y otras especies del género Morchella)
Nombre en castellano: Colmenilla
Comestible: Sí, pero solo bien cocinada (cruda es tóxica)
Presencia en Ibiza: Rara, puede aparecer tras lluvias primaverales
9. Blavetes (Lepista nuda o Clitocybe nuda)
Nombre en castellano: Pie azul o seta violeta
Comestible: Sí
Presencia en Ibiza: Sí, aunque menos común que en zonas más húmedas





