¿Cuántos corrales con gallinas hay en la isla de Ibiza? ¿Centenares? ¿Un millar? La costumbre de tener algunas gallinas está arraigadísima en el medio rural ibicenco y enviar un inspector del Consell a todas ellas es “imposible”, admiten desde la institución insular.
Por tanto, no queda otra que encomendarse a la conciencia y el autocontrol de los propietarios de aves de corral para evitar que se extienda en la isla la gripe aviar. El Consell y el Govern ya han empezado las campañas informativas entre el sector primario, pero por si alguien todavía no lo tiene claro sobre la gravedad del problema, basta mirar lo que está sucediendo en la Península: la semana pasada se tuvieron que sacrificar 450.000 gallinas ponedoras en una explotación situada en Valdemoro (Madrid), después de que se detectara un brote de gripe aviar.
“En nuestra granja ya hace años que cumplimos con todas las pedidas de prevención que ha mandado el Ministerio. Lo que me preocupa es que se produzca un contagio en un corral de autoconsumo cercano y obliguen a sacrificar a todas las aves que haya en un perímetro de varios kilómetros”, explica Joan José Ferrer, propietario de la granja avícola Pep Lluquí.
“Si se detecta un caso en una granja hay que sacrificar a todas las aves de esa granja porque se van a morir igual”, explica Joan Riera, veterinario del Consel de Eivissa, quien aclara que “sin embargo, ahora ya no se hace lo de sacrificar sistemáticamente a todas las aves que estén X kilómetros” alrededor del foco de infección. “Lo que se hace es establecer un perímetro, ir finca por finca y solo sacrificar donde se detecten animales con síntomas”, explica.
Una enfermedad fulminante
¿Cuáles son los síntomas de la gripe aviar? Si hay una baja patogenicidad, resulta complicado distinguirla: “Son unos signos compatibles con muchísimas enfermedades. Pero si la patogenicidad es alta, se ve claro: las gallinas mueren masivamente de un día para otro”, explica Neus Costa Ferrer, veterinaria de la Federación Pitiusas de Razas Autóctonas y también copropietaria de la Granja des Fornàs. “Se te muere de repente la mitad del corral en 24 horas”, confirma el veterinario del Consell.
Las aves acuáticas migratorias, como los patos salvajes, son los principales transmisores de la enfermedad, y las aves de corral domésticas sus principales víctimas. Las medidas preventivas están encaminadas a evitar a toda costa el contacto entre los transmisores del patógeno y sus victimas. Los puntos críticos son los comederos o bebederos, el espacio donde es más fácil que estas aves se mezclen.
“Las aves salvajes llegan muertas de hambre y de sed por las migraciones, y se lanzan a allá donde vean agua y comida. Por eso es importante mantener el agua y la comida es un espacio cerrado, donde no puedan acceder”, explica Joan Riera.
Las zonas húmedas como ses Salines o ses Feixes de Talamanca son un punto de concentración de las aves migratorias, por eso se han declarado como ‘zonas de vigilancia específica’ los municipios donde se encuentran estas zonas húmedas: Sant Josep, Vila, Santa Eulària y Formentera. De momento, y a falta de que el Govern balear dé nuevos detalles sobre a aplicación de las medidas restrictivas, los particulares que tengan aves de corral domésticas deberán cubrir con una tela pajarera el espacio por donde estas picotean, para impedir su contacto con las migratorias.
Nuevamente, el punto más sensible son las pequeñas fincas particulares, porque las granjas profesionales ya hace tiempo que tienen implementadas estas medidas, por lo que de momento no hay peligro en el consumo de carne y de huevos. “Son unas medidas muy restrictivas pero es lo normal”, reconoce Juan Jose Ferrer, de Granja Pep Lluquí, “en los corrales en el campo veo complicado que se cumplan, pero lo que hay que hacer es mucha prevención”.
“Yo estoy notando que la gente está concienciada. Desde que salió la noticia, me llaman, me preguntan. Es importante que todo el mundo lo tenga claro”, añade la veterinaria y productora Neus Costa.
“Es tan sencillo como no tener a las aves en libertad o, al menos, protegerlas con una tela pajarera, y controlar los puntos donde comen y beben”, insiste el veterinario del Consell, quien nuevamente apela al “civismo y la conciencia de la gente”.





