Todavía no tenemos una máquina del tiempo, pero quien no se consuela es porque no quiere. Desde al año 2011, con una periodicidad de media de dos años, las cámaras de Google Street View ha recorrido y fotografiado las calles de la la isla de Ibiza. A día de hoy, es posible recuperar cómo era nuestro barrio, nuestra zona, o sumergirnos en un paseo por la isla tal y como era hace 15 años. Y aunque tampoco ha pasado tanto tiempo, deambular por la Ibiza que aparece en el primer Street View nos depara muchos cambios y sorpresas.
La Ibiza que retrató el primer vehículo de Google que pisó la isla, hace una década y media, era un lugar que intentaba salir de la hecatombe económica de 2008 y que iniciaba su apuesta por el turismo de lujo. Era una Ibiza donde todavía existía el Space y el Privilege. Donde había comercios ‘de toda la vida’ que todavía no habían cerrado y en la que el paseo de Vara de Rey de Vila todavía tenía coches. Contemplemos cinco estampas del ‘antes y el después’.
Y la isla se llenó de ‘casas de futbolista’


Han aparecido por urbanizaciones, campos y ‘feixes’. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, el cemento no se ha muerto ni ha descansado, sino que se ha transformado. Las promociones de bloques de viviendas y adosados han dejado paso a villas o mazacotes grandes sin la más mínima personalidad, y que ofrecen a su comprador una satisfactoria sensación de lujo y podería económico.
Hijas bastardas de la arquitectura moderna, como si fueran pergeñadas por el cuñado de Le Corbusier, con abundancia de blancos, volúmenes enormes e inverosímiles y mucha cristalera, las casas de nuevo rico o ‘de futbolista’ son un nuevo elemento de nuestro paisaje. En algunos casos, son segundas residencias de propietarios que apenas pisan la isla. En la mayoría, pertenecen a inmobiliarias que se dedican a alquilarlas en verano por días o semanas. Aquí tenemos un ejemplo, al azar, encontrado en la carretera de Cala Molí, donde observamos el antes y el después de lo que, sin duda, fue una jugosa operación inmobiliaria.
El fin de los hoteles de dos estrellas


La foto de arriba es el retrato de una época pasada. Es el desaparecido Hotel Playa Real, en Talamanca. Un modesto dos estrellas destinado al turismo familiar y propiedad del también desaparecido Grupo Playasol. Era la época en la que Ibiza, pese a ser un destino caro, podía estar al alcance de todos los bolsillos. Y aunque ahora tendemos a romantizar la era dorada del turismo familiar, también es cierto que un clásico de la prensa de esa época eran las quejas de los turistas que protestaban de lo descuidado y avejentado que se encontraba su hotel.
En pocos años hemos pasado al otro extremo. Ahora el lugar del Hotel Playa Real lo ocupa el Nobu Hotel Ibiza Bay de cinco estrellas, completamente reformado, y con un restaurante en el que trabajan chefs de prestigio internacional. En esta estampa, se resume toda la transformación del negocio turístico que ha vivido la isla en este tiempo. Todo está aquí.
Aquí antes la gente se divertía


Hay negocios que se han transformado y otros que se han abandonado y que, desde hace años, permanecen en la ruina a la espera de la llegada de tiempos mejores. En la zona de Cala de Bou abundan los negocios que llevan muchos años aletargados, como el Gorila Market o el Florida Park Rodeo.
Sin embargo, nada supera a la parcela entera que hay en la calle Es Caló con la calle Málaga, donde hasta el año 2016 hubo un par de pubs británicos, el bar Moby Dick, una bolera, un restaurante chino y un minigolf. Ahora, todo este complejo dedicado al entretenimiento y acumula melancolía y abandono.
La isla de las chabolas


Consecuencia de los desorbitados precios del mercado inmobiliario, más pensado en la compra de segundas residencias para el mercado extranjero que en atender las necesidades locales, el fenómeno de los campamentos de chabolas es la encarnación más lacerante de una desigualdad cada vez más profunda en la sociedad ibicenca.
Can Raspalls, Can Rova, es Gorg… formaron una geografía de la pobreza que delataba de manera muy gráfiao y visual las enormes contradicciones que sufre la isla. Las administraciones públicas han intentado eliminar las formas más visibles de esta pobreza y se han esforzado en desmantelar los macroasentamientos. A día de hoy, solo queda el que hay junto al Recinto Ferial. Hace unos años, algo así hubiera sido inconcebible.
Las administraciones hacen cosas


Y a veces, incluso, las hacen bien. El paisaje y la sociedad ibicenca no solo están a merced de los vaivenes que marcan los próceres de la industria turística -bueno, en parte sí, pero no solo-. También existen las administraciones públicas, Consell, ayuntamientos y gobiernos, con sus planes de infraestructuras y de remodelación urbana. Intervenciones que, en ocasiones, suponen una mejora y que han resuelto algunos de los desastres urbanos que nos dejaron décadas anteriores.
Hay muchos ejemplos en positivo, como los carriles bici en la avenida Isidor Macabich y la peatonalización de Vara de Rey en Vila, la reforma y peatonalización de amplios espacios en el centro de Santa Eulària, o la variante de Ca na Negreta, que permitió descongestionar el tráfico de este barrio. En este caso, el cambio a mejor es muy evidente, tal y como queda reflejado en estas dos fotos.






