Sucedió el pasado 4 de diciembre, en un día de mucho viento. Dicen que los días de viento suelen ser malos, ya que las ovejas se ponen nerviosas y los perros también. Esa tarde-noche, la madre de Mateu Tur Tur -o Mateu de Can Francesc Bildu- salió al cercado para comprobar si las ovejas habían vuelto de pastar, pero no las vio. Inquieto, Mateu salió buscarlas.
“De las seis que tenemos, solo vi a tres y eso me extrañó. Las tres venían muy nerviosas y asustadas y me fijé en que tenían manchas de sangre. Todas habían sido atacadas”, explica Mateu Tur. Poco después, las peores sospechas se confirmaron: “Encontré a dos más muy mal, con agujeros grandes a la altura del cuello. Una no estaba muerta todavía. La otra tenía el cuello deshecho”. En ningún caso los canes se comieron a las ovejas, sino que se limitaron a ocasionarles lesiones mortales en el cuello.
Una de las ovejas muertas estaba preñada y otra, que sobrevivió al ataque y que también esperaba crías, sufrió poco después un aborto espontáneo a causa del estrés postraumático. “Tenía un rebaño pequeño pero es que además me he quedado sin crías”, explica este vecino de la zona des Jondal, en Sant Josep. Como las desgracias nunca vienen solas, las ovejas no estaban aseguradas: “Me ha comentado la veterinaria que quizás pueda solicitar una ayuda al Consell para compensar las ovejas de cría que se pierden. Preguntaré a ver”.
Pese a que estos ataques se suelen atribuir a perros asilvestrados, lo cierto es que la mayoría de casos los protagonizan perros que tienen dueño, como nos confirma Neus Costa, veterinaria de la Federación Pitiusa de Razas Autóctonas: “De todos los casos que he tenido que atender de ovejas que han sufrido ataques, ninguno fue causado por perros salvajes”. Costa señala quienes son los responsables de estas matanzas: “Son los perros que pasean por el campo, por la zona donde pastan las ovejas, y cuyos dueños les dejan sueltos. Los responsables también suelen ser los perros de los vecinos que viven en zonas próximas a estas explotaciones ganaderas, y que hacen la suya sin control”.
Un problema en aumento
Costa señala que el número de ovejas muertas está aumentado a causa de la negligencia de los dueños de estos perros: “Los tienen descontrolados y los perros, a la que ven ovejas corren detrás de ellas. A veces les hacen daño. Otras veces solo las persiguen para hacerlas correr, pero eso les genera un estrés que provoca que muchas aborten”.
“Hace veinte años podías soltar a las ovejas y volvían ellas solitas a casa y no pasaba nada, pero en los últimos años es un riesgo”, explica Mateu Tur, quien también señala como responsables “a quienes salen a pasear por el campo con el perro y lo dejan sin correa”.

“Estoy harto de tener discusiones con esta gente que siempre te repite lo mismo, que ‘estamos en el campo y aquí el perro puede ir libre y sin correa’, pero luego ven a las ovejas y pasa lo que pasa”, señala frustrado, quien reclama una mayor “conciencia” a los propietarios de perros.
En el caso de su rebaño, las ovejas no estaban sueltas, sino que se encontraban dentro de su finca, pero los perros saltaron el metro de altura de las vallas cinegéticas que rodean la propiedad: “El PTI regula el tema de las vallas en las zonas rurales. Y estas barreras de un metro, los perros se las saltan”. Frustrado, Mateu Tur ha trasladado a la cooperativa su situación, que está animando a todos los ganaderos a que den el máximo de difusión a este problema: “Antes tenía veinte ovejas pero tuve que cambiar de oficio. Ahora mantenía este pequeño rebaño más como una cosa sentimental”.
“Es necesario que aumente la concienciación”, insiste Neus Costa: “No puede ser que los perros estén sueltos sin ninguna clase de control, porque luego sucede esto. Sin una mayor conciencia, el problema irá todavía a más”, vaticina esta veterinaria.





