Lluís Oliva es desde el pasado mes de junio presidente de la Demarcación en Eivissa y Formentera del Colegio de Arquitectos de las Illes Balears (Coaib). Nacido en Mallorca, se instaló en Eivissa en el año 2012, donde dirige estudio Klarq de arquitectura e interiorismo. Señala que a través del Coaib los arquitectos quieren participar activamente en la búsqueda de soluciones ante la grave crisis de vivienda que padece la isla, aunque admite también que encontrar un remedio deberá suponer la participación de muchos actores distintos que, a menudo, tienen visiones contrapuestas. Para que cada parte pueda poner sus argumentos sobre la mesa, el Coaib ha organizado una serie de charlas que empezarán el 16 de enero y que culminarán el 13 de marzo con una mesa redonda a la que han sido invitados instituciones, profesionales y asociaciones.
¿Qué posición tiene el Colegio de Arquitectos ante la crisis de la vivienda y cómo creéis que se podría resolver este gravísimo problema social?
Siempre digo que no es un problema que se solucione fácilmente porque entran muchos factores: hay factores sociales, económicos, también cuenta el territorio… De hecho, las conferencias que hemos organizado desde el Coaib tiene la intención de intentar plantear todas estas cuestiones.
Por una lado era necesario una revisión de los diferentes planes y normativas municipales, algo que se está haciendo tarde. Una solución podría ser cambiar densidades de construcción, porque lo que tampoco queremos es una solución extensiva que se dedique a consumir más territorio. Más bien, con el territorio que tenemos, reorganizarlo para que se optimice más, aprovechar más el espacio. También está la opción de ofrecer ventajas fiscales o ciertos incentivos económicos para que los promotores privados desarrollen viviendas a precio limitado. No creo que la solución sea dejar todo el problema en manos de las administraciones, porque tienen los recursos que tienen. Quizás sería más interesante ofrecer incentivos al desarrollo de viviendas de protección oficial o de precio limitado a través de entidades privadas, que son las que tienen la capacidad económica.
Hace poco estuve en una feria de construcción en el recinto Ferial y, preguntando a las inmobiliarias, todas me hablaban de promociones de alto standing, de urbanizaciones… Viviendas enfocadas a la segunda residencia y que dan la espalda a las necesidades de los residentes. ¿Qué se puede hacer este esto?
Las promotoras buscan la rentabilidad. Y lo que dices es cierto, estos proyectos dan la espalda a la realidad de la gente que vive aquí. Debemos partir de la base de que cuando vas a construir, la construcción ya te puede salir por 2.500 o 3.000 euros el metro cuadrado. Eso es lo mínimo. Claro, si yo soy un promotor lo que busco es el máximo beneficio, y si el precio de partida es elevado, intentaré que el precio de venta sea lo más elevado posible. No puedo construir por 3.000 para vender a 3.200, prefiero construir por 4.000 y vender por 7.000. Por eso hablaba de crear incentivos a las promotoras.
Otra queja es que no se construyen pisos de dos o tres habitaciones, pensados para familias, sino que se hacen estudios de una habitación para parejas, y lo siguiente ya son villas o apartamentos enormes pensados para el alquiler turístico. ¿Los arquitectos os lo encontráis, que no os piden proyectos para la gente que vive aquí?
Es así, y volvemos a lo que decíamos antes, que todo gira entorno a la rendibilidad. Si quieres aprovechar el máximo un terreno, quizás en vez de hacer cinco viviendas de dos habitaciones, harás diez de una habitación. A más cantidad, más venta. Otra cosa son las necesidades de la sociedad y qué tipo de vivienda requiere. Hoy en día, y eso es cierto, viviendas para parejas con más de un hijo, hay pocas. Los pisos de una habitación, para una pareja joven están bien, pero si quieren tener descendencia, ya no tienen opciones. Lo mejor, lo más equilibrado, sería que se hicieran pisos de dos y tres habitaciones.
Dicen que encontrar un piso de dos o tres habitaciones de obra nueva en Ibiza es más difícil que encontrar el Santo Grial.
Las opciones son escasas y por la ley de la oferta y la demanda, a menos oferta, más alto es el precio, y eso es lo que hay.

¿Cree que las Viviendas de Precio Limitado son una alternativa?
Las que está preparando Santa Eulària me parecen que son una buena opción porque permite que gente joven que ha marchado a estudiar a la península pueda volver, integrarse en le mercado laboral y tener un sitio donde vivir. Ahora, a largo plazo, no me parece que sea una solución al problema, porque estamos hablando de viviendas de alquiler… Aquí no tenemos el marco mental que hay en muchas zonas de Europa, donde sí existe una cultura del alquiler. Aquí parece que la única opción correcta es comprar un piso y que el alquiler es una cosa extraña.
¿Y qué opciones puede haber para evitar el chabolismo y las condiciones indignas que sufren los trabajadores temporeros?
Quizás habría que apostar por otros sistemas habitacionales a los cuales no estamos acostumbrados, llámales rulots, por ejemplo. Quizás sería una opción interesante. La sociedad evoluciona y hay gente a quien le interesa una vida más nómada, que en verano hace temporada en Ibiza y que en invierno van a la nieve a trabajar, y prefiere moverse de forma más libre. Quizás habría que plantear un estudio para ver qué pide la gente que viene aquí a trabajar, porque lo de prohibir o limitar el acceso a las autocaravanas no creo que haya servido para solucionar el problema. Poner gálibos en los aparcamientos para evitar su entrada… bueno, pues se irán a otro lado. Habría que estudiar este tema y plantearlo.
Sobre el tema de las autocaravanas, en Canarias, en Portugal y en el Atlántico, es algo que está muy normalizado, existe una cultura de la autocaravana, pero que aquí se asocia a la marginalidad. ¿Cree que se puede dignificar como alojamiento temporal? ¿No supondría normalizar una situación que es indigna?
Entiendo que la falta de dignidad es cuando se carece de la logística necesaria para este tipo de vida. Por ejemplo, hay familias que viven hacinadas en habitaciones y sus condiciones no creo que sean más dignas que aquel que vive en una autocaravana. ¿No sería una solución de que quien opta por este modelo tenga un punto donde aparcar, descargar las aguas negras, cargar agua limpia, poderse conectar a la electricidad, y así evitar que tengan que estacionar en descampados?
En el caso de Canarias, por ejemplo, en las zonas turísticas hay explanadas para autocaravanas donde todo está ordenado, regulado, en orden, con un sentido. Si les das herramientas para que puedan estar bien, ya lo estás dignificando. Es que si le damos la espalda a la realidad volverá a suceder lo mismo, que empezará la temporada y habrá mucha gente que no quiere o no puede pagar un alquiler, y ya les obligas a malvivir, a moverse continuamente de sitio para evitar multas. No se les da la posibilidad de dignificar su opción de vida.
Considera que eso ya no sería chabolismo sobre ruedas.
Sería chabolismo si tuvieras la vivienda en un coche utilitario, echando los asientos para atrás para poder dormir. En este caso sí sería chabolismo sobre ruedas. Pero si es un vehículo específico para poder vivir, con una baño, una cocina, una cama… creo que esto no es chabolismo. Es una opción de vivir y de viajar que aquí nunca se ha llegado a instaurar, pero la sociedad está evolucionando y creo que nos tenemos que ir adaptando.







Las rulottes para viaje no solucionan el problema de la falta de trabajadores y suponen una oferta turística de bajo nivel adquisitivo que, de manera más o menos declarada, se quiere eliminar (tampoco se pueden crear plazas hoteleras de 2 estrellas).
Las rulottes para trabajadores subsanan el problema de falta de trabajadores, pero agrava un modelo que no sé si es evitable, pero que creo que no es deseable: un modelo donde gran parte de los trabajadores son temporeros «de alquiler», que sienten muy poco arraigo y por tanto no tienen por qué cuidar mucho la isla. Tampoco se les ofrece grandes oportunidades de futuro, a menos que consigan ahorrar lo suficiente para arraigar en otro sitio.
Este fenómeno también pasa con el capital extranjero que te planta el mismo tipo de restaurante, hotel o discoteca aquí que en cualquier otra parte del mundo. Nos quejamos mucho de la proliferación de bares de kebab y pizzerías pero muy poco del enésimo chiringuito con camas balinesas decoradas con budas donde se sirve ceviche y mojitos, financiadas por un conglomerado inversor con base en Holanda.