Ibiza proyecta al mundo una imagen de aguas cristalinas y praderas de posidonia saludables, pero bajo la superficie la realidad es mucho más preocupante. Así lo explica César Bordehore, profesor titular de Ecología Marina en la Universidad de Alicante y coordinador del proyecto MarPitius 25, centrado en la salud del mar balear y la recuperación de sus poblaciones, un estudio que cuenta con la colaboración de IbizaPreservation y la Universidad Jaume I de Castellón (UJI). Los datos de Dénia y Jávea están obtenidos del proyecto de la Universidad de Alicante «Observatorio Marino Integral de las Costas de la Marina Alta» de la convocatoria ThinkInAzul.
El estudio, realizado en la costa sureste de la isla, en puntos como la costa de Santa Eulària (Cala Llonga, Sol d’en Serra) o Talamanca, muestra una biomasa de peces muy inferior a la de zonas peninsulares comparables, como Dénia o Xàbia.
“En Dénia y Xàbia estamos encontrando entre 10 y 40 kilos de biomasa [peso total de los peces dentro del área estudiada] por cada 100 metros cuadrados. En Ibiza no llegamos ni a siete”, explica Bordehore.
El contraste es todavía mayor si se analizan únicamente las especies de interés comercial: mientras en la costa alicantina se registran entre 13,6 y 80,8 individuos por cada 100 metros cuadrados, en Ibiza “no pasamos de 27,2 (rango 11.2-27.2)”.
Otro dato llamativo es el de la biomasa de peces (el peso total) por hectárea, en la zona de Dénia-Jávea la media es de 3.200 kg/ha, mientras que en las zonas muestreadas de Ibiza y Santa Eulària la media es de 462-500 kg/ha.

“El problema es la sobrepesca”
El investigador subraya que esta situación no se debe ni al estado de la posidonia ni a la calidad del agua, que en general es buena, salvo en puntos muy concretos. “La posidonia está realmente bien, es un espectáculo verla, como un bosque submarino. El problema es que se habla poco de la cantidad de peces”, señala. A su juicio, el factor dominante que explica la escasez de biomasa es la sobreexplotación pesquera.
“Con condiciones ambientales muy similares, la diferencia sólo puede explicarse por la pesca. Puede ser responsable del 90% de la reducción de biomasa respecto a otras zonas cercanas”, afirma. Ni el ruido de las embarcaciones ni el calentamiento del mar justifican por sí solos la situación actual. “Justamente en Talamanca, donde hay más tráfico de barcos, es donde encontramos más biomasa dentro de las zonas estudiadas de Ibiza”, añade.
La clave: proteger un 30% para recuperar el conjunto
Frente a este diagnóstico, Bordehore defiende una medida clara: reservar alrededor del 30% del área marina como zonas de no pesca. “Yo me decantaría claramente por un 30%. En ese porcentaje no se debería pescar absolutamente nada y dejar que los peces crezcan y mueran de viejos”, explica.
«Este 30 % no es una idea sino que nos basamos en un cálculo matemático que hacemos a través de sistemas dinámicos complejos. De esta manera conseguimos recuperar capturas mediante una planificación espacial optimizada y un ajuste del esfuerzo pesquero», subraya Bordehore.

Lejos de ser una amenaza para el sector, el ecólogo insiste en que esta estrategia permitiría aumentar las capturas en el 70% restante del litoral. “Si tienes zonas donde se reproducen en abundancia, esas crías se dispersan y repueblan las zonas abiertas a la pesca”, resume. Una mayoría de peces son territoriales y estas zonas de ‘no pesca’ también exportan individuos a la zona de pesca.
“Más que reservas, hablaría de zonas de recuperación de pesca o de fomento de la reproducción. Es una inversión: proteges una parte para que todo el sistema produzca más”, afirma, utilizando una metáfora económica muy gráfica: “La pesca es como vivir de los intereses de un capital natural. Cuanto mayor es el capital —más peces y más grandes—, mayor es la rentabilidad”.
Una red distribuida por toda la costa
La propuesta no pasa por concentrar la protección en un único punto, sino por crear una red bien distribuida. “De forma orientativa, podríamos hablar de unos cinco kilómetros de costa protegidos por cada diez abiertos a la pesca, adaptando el tamaño según la profundidad y las especies objetivo”, detalla Bordehore. En zonas costeras, estas áreas deberían tener al menos 500 hectáreas; en aguas más profundas, de pesca de arrastre, serían necesarias superficies mucho mayores.
El objetivo final es claro: recuperar las tallas grandes, aumentar la producción de huevos y garantizar que la pesca tenga futuro. “Si no dejamos que los peces lleguen a tamaños óptimos, las vedas temporales son insuficientes. El mar tiene sus propias normas biológicas y no se pueden ignorar”, concluye.
Bordehore es consciente de las reticencias de los pescadores frente a estas medidas creyendo que van en su contra, cuando es totalmente lo contrario.
El científico respeta que aleguen a sus conocimientos sobre el mar, pero remarca que la evidencia científica es otra y que debe tenerse muy en cuenta “frente a ideas preconcebidas que no tienen en cuenta la complejidad de los sistemas naturales”.

Cedida por César Bordehore.
También reconoce que muchos pescadores y empresas de pesca están cambiando y cada vez reclaman a las administraciones este tipo de medidas que saben que funcionan, sobre todo porque en otras áreas han tenido un impacto positivo, claro y rápido.
Admite que, como está sucediendo en otros ámbitos, la moda de cuestionar la ciencia se ha convertido en un fenómeno social que “dificulta la implementación de medidas basadas en la investigación”.
“Pero pescadores y gestores deben pensar a 10 años vista. Si se ignoran las regulaciones y se permite la pesca sin control, los recursos pesqueros se agotarán. Es fundamental entender que el mar tiene sus propias normas biológicas, y la demanda del mercado debe adaptarse a la capacidad natural de regeneración de peces”, remarca el experto, que subraya que no hay intereses ocultos en estas recomendaciones urgentes, sino que surgen de la investigación de campo, la modelización matemática y en la evidencia científica.
Incluso el informe «The Sunken Billions Revisited» del Banco Mundial (2017) —una entidad que no está bajo sospecha de ecologista radical, precisamente— “sugiere que reducir el esfuerzo pesquero a la mitad podría duplicar la pesca a medio plazo, generando mayores beneficios económicos al reducir costos y aumentar ingresos”.
Nuevo Proyecto Europeo
César Bordehore coordina un consorcio europeo de un proyecto, Horizon Europe, denominado Sea4Future, que reúne a más de 80 científicos de 10 países con el objetivo de proponer medidas para recuperar los stocks pesqueros en el Mediterráneo durante los próximos cuatro años. “La situación actual es que, con el mismo esfuerzo, se pesca cinco veces menos que hace 50 años”, advierte el científico.
Este proyecto pretende recuperar poblaciones de peces, reducir los costes operativos de la pesca y maximizar los precios de primera venta, analizando las variaciones del mercado y ajustando la oferta a la demanda. «De esta manera mejoraríamos el futuro de la pesca, asegurando e incrementando las capturas a medio y largo plazo», destaca.
Contexto actual en Ibiza
Pescadores recreativos y profesionales han manifestado su malestar por propuestas de ampliación de áreas de reserva marina de Ibiza y Formentera, lo que ha desembocado en acuerdos que no convencen a los científicos y ecologistas. Entidades sociales, ecologistas y científicas se han mostrado preocupadas ante la propuesta de flexibilización de la normativa vigente de la Reserva Marina des Freus de Ibiza y Formentera porque puede implicar una mayor actividad de pesca recreativa y un aumento de las capturas en este espacio protegido.
Están de acuerdo con ampliar zonas protegidas hasta llegar al 30 por ciento, pero consideran de “extrema gravedad” que eso conlleve reducir al mismo tiempo su nivel de protección.
Tanto es así que hicieron público un comunicado conjunto en este sentido firmado por Arrels Marines; Ecologistas en Acción; Fundació Iniciatives del Mediterrani; Fundació Marilles; Fundación Cleanwave; Fundación por la Conservación de Ibiza y Formentera; Fundación Save the Med; GEN-GOB; GOB Mallorca; GOB Menorca; Greenpeace y Plataforma Port Ramassat.
Por su parte, la Plataforma de Pesca Recreativa y Náutica en las Pitiusas recogió más de 4.000 firmas para exigir al Govern balear y al Consell de Ibiza y de Formentera que frenen la creación de nuevas reservas marinas o la ampliación de las existentes, que a su juicio son “prohibitivas y discriminatorias” en lo que respecta a pesca submarina y otras modalidades recreativas relacionadas.
Principales resultados del estudio, en resumen
La investigación se centró en tres áreas de la costa sureste de Ibiza: Santa Eulària, Platja de Talamanca y Sol d’en Serra. El objetivo es expandir el estudio a toda la isla y a Formentera.
El resultado del estudio revela que la biomasa de peces en Ibiza es significativamente inferior a la de zonas peninsulares geográficamente similares, como Dénia y Jávea.
El principal problema detectado es que la costa sureste de Ibiza está sobreexplotada tanto por la pesca recreativa como por la profesional. Así, aunque el calentamiento del mar y la contaminación influyen, la pesca es el factor dominante, siendo responsable de aproximadamente el 90% de la reducción de la biomasa en comparación con zonas cercanas con condiciones ambientales similares.
Ante esta situación, la gestión pesquera debería reaccionar y buscar la recuperación de las poblaciones de peces para asegurarnos la pesca en el futuro.
Una gestión ineficiente que se puede resumir en tres puntos:
- Aumento de licencias de pesca recreativa sin límite claro y con poca vigilancia sobre las capturas máximas. Hay unas 45.000 en Balears y siguen creciendo.
- Las licencias no están territorializadas, permitiendo a pescadores de otras regiones de España operar en Ibiza.
- Las vedas temporales de pesca son insuficientes, ya que no permiten que los peces alcancen tallas óptimas para la reproducción.
En definitiva, la solución propuesta propone «combinar una gestión adecuada del esfuerzo pesquero con un diseño óptimo de zonas de no pesca» para recuperar individuos grandes con alta capacidad de reproducción «que nos permitiría pescar cada vez un poco más hasta llegar al máximo de producción biológica que rondaría según zonas y siendo conservador entre tres y cinco veces lo que se extrae», destaca Bordehore.
Cesar Bordehore es biólogo y doctor en ecología marina, profesor titular de Ecología Marina y Modelización Matemática de Sistemas Biológicos del Dep. de Ecología de la Universidad de Alicante. Actualmente es el coordinador del proyecto europeo Sea4Future, que pretende recuperar las poblaciones de peces y capacidad de pesca en todo el Mediterráneo a través de una batería de medidas. Este consorcio «Horizonte Europa» lo conforman más de 60 científicos de 10 países y 23 instituciones socias. Además dirige el Laboratorio Marino de la UA-Dénia Instagram @marlab.UA.Denia






