Los aniversarios son un buen momento para cerrar el capítulo de una historia y dar el relevo a la siguiente generación. El Club Ciclista Sant Antoni cumplió medio siglo el año pasado y ha llegado ese momento: a principios de 2026, la junta que con tanto orgullo y honor presido dejará paso a una nueva directiva. Probablemente hayan sido los mejores años de nuestras vidas. Dos décadas de dedicación, esfuerzo, muchas horas restadas a familia y amigos, muchísimas alegrías y, también, algún momento muy triste, como el fallecimiento de mi hermano.
Cogimos el timón en 2002, cuando el Club Ciclista Sant Antoni apenas tenía actividad. Éramos un grupo de amigos con dos pasiones en común: el deporte (empezando por el ciclismo) y nuestro pueblo. Tuvimos suerte. Por un lado, muchos habíamos sido ciclistas de las categorías inferiores de la entidad (muchos aprendimos a ir en bicicleta de carreras en la escuela que dirigió Miquel Mas en los setenta y ochenta). Por otro, teníamos a mi hermano al frente. Sus ideas fueron clave para explicar el gran crecimiento que tuvo el club en pocos años. Bartolo tenía todo estructurado en su cabeza, nosotros, le ayudamos a hacerlo realidad. Había que potenciar tres aspectos. El ciclismo de base. La organización de carreras. El ámbito social.
De la escuela que refundamos (con la ayuda del esfuerzo, trabajo y talento de muchos entrenadores y formadores) podemos decir orgullosos que ha salido el único ibicenco capaz de convertirse en profesional de carretera: José Márquez, que corrió hace una década con el GM Cycling Team italiano.
Gracias a la ayuda firme de las instituciones y los patrocinadores que nos acompañan desde hace tanto tiempo, la Vuelta a Ibiza en BTT y la Vuelta Cicloturista a Ibiza pronto se convirtieron en dos referentes del calendario nacional e internacional gracias a la idea de combinar deporte y turismo. Así, el club se convirtió en un elemento dinamizador para la economía del municipio y del resto de la isla en el arranque y el final de la temporada.
La presencia de grandes campeones y rostros mediáticos en esos eventos ayudó a que muchos vecinos se animaran a dar pedales. Creció esa pasión ciclista, también, gracias a pruebas populares como la Marxa des Porquet, otra creación de Bartolo, o a la idea de recuperar la Cursa de s’Indiot, la última prueba que pudo dirigir mi hermano en vida.
Nada, sin embargo, habría sido posible si no hubiéramos actualizado lo que vimos siendo pequeños en la época dorada del Club Ciclista Sant Antoni, con Vicent Sifuné y Javier Fernández como presidentes. Havíem de fer poble. La química entre mi hermano y la concejalía de Fiestas de Sant Antoni, hizo posible que nos encargáramos de gestionar la carpa del paseo. Flower Power, Movida y otros eventos temáticos convirtieron la carpa en un punto de encuentro para todo el pueblo. Esta pequeña revolución tiene continuidad con las actuales casetas.
Lo único que debo añadir es mi agradecimiento, máximo, a todas las personas que me han acompañado en este viaje tan apasionante. Se han desfondado por una causa común. El desgaste lógico de tantos años hace prudente el cambio que comentaba al principio de esta carta. Dejamos una entidad sólida y saneada. Con un organigrama claro y muchos proyectos en marcha. Sabemos, además, que el Club Ciclista Sant Antoni quedará en muy buenas manos. Hay un grupo de personas dentro del club que vienen de familias tan arraigadas como las nuestras la historia de este maillot, amarillo en sus orígenes, naranja en la actualidad. Nosotros, ahora, damos un paso al lado porque, realmente, no nos descolgamos del pelotón. Siempre que la etapa lo requiera, nos convertimos en gregarios para echarles una mano. Visca el Club Ciclista Sant Antoni!
Juanjo Planells






