Encontrar la identidad a través de cristales, cerámica y tejidos. Encontrar la identidad, en definitiva, a través del arte. Es lo que se ha propuesto Valeria Fieschi Marí en la muestra ‘Habitar la deriva’ que se puede contemplar en la sala de exposición de Can Curt, en Sant Agustí, hasta el próximo 21 de diciembre. La muestra se puede visitar de jueves a domingo, de 19 a 21 horas.
“Es una exposición muy personal. Hablo de mi identidad como mujer, madre, artesana, migrante, autónoma, activista, artista, todas las identidades con las que me identifico”, explica la artista. Una identificación que se hace a través de los materiales: “Vidrio, cerámica, lanas, hilos, pieles… Hay ventanas, hay madera, son un montón de materiales que para mí están relacionados con mi cotidiano”.
Fieschi es conocida en Ibiza por ser una presencia habitual en las ferias de artesanía, donde comercializa sus piezas de la serie Mar de Fuego. Sin embargo, en ‘Habitar la deriva’ ha decidido dar un salto “a mi interior más profundo. Estos objetos hablan por mí”.
Como señala la artista, en las piezas de la muestra encontramos mezclas abstractas de cerámicas, vidrios y telas. El material habla por sí mismo: “Mi vínculo con las lanas y los hilos es que mis dos abuelas, materna y paterna, eran costureras, tejedoras, como antiguamente hacían muchas mujeres, que cosían para otras personas, que tiene que ver mucho también con los cuidados. En mi casa siempre hubo muchos costureros antiguos con un montón de hilos, lanas, y cosas que yo ya hace muchos años empecé a ordenar y a utilizar”.
¿Y cómo dialogan materiales tan distintos? Fieschi narra su forma de trabajo: “He creado distintas formas de hacer entramados con el vidrio. A construir como unos entramados con el vidrio, que no están pegados ni a un bastidor ni a la madera, está todo sujeto a través del tejido, a través del bordado. Es el mismo hilo el que sostiene el vidrio, entonces para mí es como un poco una metáfora del sostener la fragilidad con el cuidado y la delicadeza de quien borda, de quien cose algo, de quien repara. Trabajo para resignificar ese roto o eso que está imperfecto. A mí me gusta buscar la perfecta imperfección”.

Algunas piezas están insertas en el marco de ventanas, que se han integrado también en la obra. Unas ventanas que proceden de casas payesas en reformas: “Son ventanas, literalmente, son ventanas de madera. Varias de ellas son sacadas de la casa donde vivo. Aprovecho esto que hacen los payeses de quitar ventanas de madera antigua súper bonita y poner ventanas de aluminio. Una payesa me ha dado bastantes ventanas. Yo siempre voy buscando material, y todo el mundo me llama y me dice, ‘oye, tengo una ventana, tengo un marco’”.
Entre las figuras que aparecen en las piezas, hay algunas que evocan a una vulva aunque la artista la señala también “como una barca”, y añade que la femenidad no es ajena a toda esta exploración personal a través de los materiales: “Para mí es un homenaje muy personal a todas las mujeres de mi entorno, de toda mi vida, en especial a una amiga que ya no está, que fue una maestra mía y con la que aprendí mucho del arte. Aprendí una cosa que para mí es muy importante, que es de lo que habla la muestra, que es cómo compaginar el ser artista con la crianza, con la maternidad, con el trabajo, con el sostener el resto de la vida”.






