Durante décadas, la cultura pesquera —tanto recreativa como profesional— ha premiado la captura del pez más grande. Fotos, trofeos y prestigio social han reforzado esta idea.
También ha sido así en muchos restaurantes donde ciertas especies de pescados grandes siempre son los más caros y exclusivos. Sin embargo, la ciencia marina lo tiene claro: esa lógica pone en riesgo el futuro de la pesca. Así lo sostiene César Bordehore, profesor de Ecología Marina y experto en modelización matemática de las poblaciones de peces y de la actividad pesquera del Mediterráneo.
“Existe una tradición de ir siempre a por el grande como si este tipo de capturas fuera la deseable para la propia pesca: no es así, hemos de dejar un porcentaje —alrededor de un 10-20%— de peces grandes, muy grandes, en el mar, que son los que más huevos producen, muchos más que el mismo peso de peces medianos”, afirma. El problema es que en el mar, a diferencia de lo que ocurre en tierra con los mamíferos, los individuos grandes y de mayor edad —especialmente las hembras— son los que garantizan la continuidad de las poblaciones y una alta productividad pesquera.
Un mero grande no pone el doble de huevos, pone diez veces más
Bordehore lo explica con un dato contundente: “Un mero de 10 kilos no pone el doble de huevos que uno de cinco kilos, pone diez veces más”. La relación entre tamaño y capacidad reproductora no es lineal, sino exponencial. Cuanto más grande es el pez, mayor es su aportación a la siguiente generación.

Por eso, capturar sistemáticamente los ejemplares de mayor tamaño tiene un impacto devastador. “Si coges todos los grandes, te quedas sin los mejores reproductores”, resume el investigador. Desde el punto de vista ecológico, añade, “es mucho mejor capturar cinco kilos repartidos en varios peces medianos que un solo individuo de cinco kilos, aunque el peso total capturado sea el mismo”.

El error de proteger solo a los pequeños y olvidarse de los grandes
Durante años, el mensaje dominante ha sido el de proteger únicamente a los peces pequeños. Todos tenemos grabado en nuestra memoria el famoso eslogan de los años ochenta del siglo pasado, ‘Pezqueñines no, gracias’. Bordehore añade que no sólo hay que proteger a los pezqueñines sino también a una proporción de grandes suficiente para que la especie produzca el máximo posible, acorde a la capacidad de producción del ecosistema marino. “Cada especie tiene un rango de tallas óptimo donde se concentra la mayor biomasa. Normalmente está en los tamaños medianos”, explica.

Además, recuerda que la mortalidad natural en el mar es altísima. “De cada mil peces pequeños, solo unos pocos llegarán a ser grandes. Por eso, centrar todo el esfuerzo en dejar crecer a los pequeños sin proteger a una parte de los grandes es un error que va en detrimento de la propia actividad pesquera. Sabemos que la inercia social es grande, pero si queremos seguir pescando tendremos que aplicar todas las medidas que podamos para mejorar las estadísticas pesqueras, tanto profesionales como recreativas. No adoptar estas medidas nos hace perder capturas y valor económico, tanto para el profesional como para el recreativo”, señala.
En el caso de Ibiza, esta presión sobre los ejemplares de mayor tamaño explica en buena parte la situación actual. Los estudios realizados en la costa sureste de la isla muestran que hay abundancia de peces pequeños, pero muy pocos medianos y grandes. “Eso indica que hay un gran potencial de recuperación, pero faltan tallas grandes”, apunta.
Pesca submarina y cultura del trofeo
El ecólogo es especialmente crítico con aquellas modalidades que seleccionan de forma directa a los peces grandes. “La pesca con fusil va siempre a por el ejemplar mayor y eso es súper dañino para la población”, afirma. A ello se suma una cultura del trofeo muy arraigada. “Presumir del mero más grande que se ha pescado influye más de lo que parece. Es un mensaje cultural que va en la dirección contraria a la persistencia de la propia actividad pesquera”.
Frente a esta lógica, Bordehore insiste en la necesidad de un cambio de mentalidad. “No se trata de no pescar, sino de pescar mejor y con visión de futuro para poder pescar más”, resume.
Pensar a diez años vista
El mensaje final del científico es claro y directo, tanto para pescadores como para gestores públicos contrarios a las reservas. “Que piensen a diez años vista. Y que piensen qué pasaría si se eliminaran las actuales regulaciones y que cada uno hiciera lo que quisiera: pues que en muy poco tiempo se reduciría la cantidad de peces en el mar tanto que sería inviable cualquier actividad pesquera. Es el clásico ejemplo de la Tragedia de los Comunes, descrito por el biólogo Garret Hardin en 1968 y que fue la base para que la economista Elinor Ostrom ganara el premio Nobel de Economía en 2009. La manera de evitar el colapso de los recursos comunes, como la pesca, es con formación de todo el sector y de la sociedad para, de esta manera, obtener el máximo posible. Aquí las reservas donde no se pesque juegan un papel crucial, además de la limitación de capturas y de esfuerzo pesquero al rendimiento máximo sostenible”, advierte.
Desde su perspectiva, la ciencia no impone ideología, sino que describe cómo funcionan los sistemas naturales. “Los peces no entienden de mercado ni de tradiciones. Siguen sus normas biológicas. Si las respetamos, habrá más peces y mejor pesca. Si no, el sistema colapsa”, concluye.
Para más información, Bordehore recomienda este artículo de referencia: Patrón reproductivo de una población explotada de mero oscuro Epinephelus marginatus (Lowe, 1834) (Pisces: Serranidae) en el Mediterráneo occidental
Cesar Bordehore es biólogo y doctor en ecología marina, profesor titular de Ecología Marina y Modelización Matemática de Sistemas Biológicos del Dep. de Ecología de la Universidad de Alicante. Actualmente es el coordinador del proyecto europeo Sea4Future, que pretende recuperar las poblaciones de peces y capacidad de pesca en todo el Mediterráneo a través de una batería de medidas. Este consorcio «Horizonte Europa» lo conforman más de 60 científicos de 10 países y 23 instituciones socias. Además dirige el Laboratorio Marino de la UA-Dénia (instagram @Marlab.UA.Denia).





