El sinhogarismo y la exclusión residencial se han convertido ya en un problema estructural en Ibiza. Este verano, el número de personas viviendo en chabolas, tiendas de campaña o vehículos aumentó un 66 %, alcanzando las 1.192 personas, de las cuales un 31 % (255 personas) permanecen en la isla tras el final de la temporada turística.
Estos datos proceden del primer Censo de Asentamientos en Ibiza, elaborado por Cruz Roja con la colaboración del Observatorio Social de las Islas Baleares (OSIB) y la Universitat de les Illes Balears (UIB). El estudio se ha presentado este viernes durante las II Jornadas Insulares de Sinhogarismo ‘Cada pieza cuenta’.
La coordinadora de Cruz Roja en Ibiza, Mary Castaño, la responsable del área de Personas Sin Hogar, Silvina Carrillo, y el doctor en Trabajo Social de la UIB Alfonso López, han detallado los resultados del censo, realizado en marzo, julio y octubre para analizar la evolución del fenómeno.
El estudio muestra que en marzo se contabilizaron 717 personas viviendo en 365 infraviviendas distribuidas en 7 asentamientos. En julio, la cifra se disparó hasta las 1.192 personas, en 655 infraviviendas (+79,5 %), repartidas por 21 asentamientos. En octubre, tras la temporada alta, seguían 937 personas residiendo en 471 infraviviendas de 18 asentamientos, lo que confirma la consolidación del problema. “Al finalizar la temporada no se vuelve al punto de partida”, destacan los autores, que calculan una tasa de permanencia del 29 % de infraviviendas y del 31 % de personas respecto a marzo.
El censo distingue entre alojamientos informales (chabolas, tiendas de campaña, ruinas) y vehículos habitados (caravanas, furgonetas o coches). En torno al 60% de las personas censadas viven en alojamientos informales, mientras que el resto lo hace en vehículos. Durante el verano proliferan las formas de alojamiento “móviles”, mientras que las chabolas —definidas por Cruz Roja como “ingenierías de palés”— permanecen todo el año, reflejando el paso de un refugio temporal a una infravivienda consolidada.
Las 21 zonas de asentamientos detectadas en verano se localizaron principalmente en Vila, Platja d’en Bossa y la bahía de Sant Antoni, ocupando hasta 24.110 metros cuadrados, lo que evidencia el impacto territorial del sinhogarismo estacional. El informe alerta de que la presión humana y la huella espacial “arrojan datos preocupantes”, con 47 personas en situación de sinhogarismo por cada 1.000 m².
Durante la presentación, los voluntarios que participaron en el censo relataron los graves problemas de salud e higiene que sufren muchos residentes en los asentamientos. Carrillo señaló además que muchas chabolas son ocupadas en verano por trabajadores temporales desplazados, que las abandonan al acabar la temporada, siendo luego habitadas por obreros de la construcción.

El perfil es diverso: hombres solos (como parte del colectivo saharaui), familias e incluso personas con estudios universitarios. Los datos cualitativos sobre sus trayectorias se incluirán en un próximo estudio.
Entre las conclusiones, Alfonso López subrayó la necesidad de redactar un Plan Insular de Atención al Sinhogarismo, consolidar los censos como herramienta de conocimiento y crear una red estable de recursos. También hizo un llamamiento a la ciudadanía para romper con la normalización del sinhogarismo, que “no puede ser un paisaje urbano asumido”, y para desvincularlo de la estacionalidad turística, promoviendo una cultura basada en los derechos y no solo en el asistencialismo.






