El mar en Ibiza y Formentera, fuente prácticamente de toda su riqueza —y no hablamos de pesca— porque son sus aguas las que atraen a turistas de todo el mundo cada temporada, muestra síntomas alarmantes de degradación. Lo que es visible al ojo humano: plásticos en las playas, aguas más turbias y presencia de menos peces, cobra una nueva dimensión al conocer el trabajo de tres destacados científicos —la ambientóloga Carme Alomar, el criminólogo marino Esteban Morelle-Hungría y el ecólogo César Bordehore— en la mesa redonda celebrada este miércoles en el marco del Foro Marino de Ibiza y Formentera, donde se presentaron datos inéditos sobre la contaminación por plásticos, los vertidos de salmuera que provocan las desaladoras de Ibiza y el colapso de los bancos de pesca.
Carme Alomar: “El sur de Ibiza y Formentera son hotspots de plásticos y microplásticos”
La Dra. Carme Alomar, representante del Colegio Oficial de Ambientólogos de Baleares, alertó de que el mar Balear sufre por contaminantes clásicos como pesticidas, nutrientes, hidrocarburos pero también por antibióticos, fármacos y especialmente nanoplásticos y microplásticos.
Baleares es una comunidad pionera en el seguimiento de basuras marinas desde 2005: «En 25.000 muestreos realizados durante once años se recogieron 347 toneladas de residuos, con una densidad media de 116 kg de basura por kilómetro cuadrado, de las cuales más del 50% son plásticos«, explicó la experta.
“El sur de Ibiza y Formentera presentan los valores máximos de microplásticos del archipiélago”, señaló Alomar.
“En algunos puntos hemos detectado más de seis ítems por metro cúbico de agua, cifras hasta diez veces mayores que en áreas marinas protegidas.”
La científica explicó que el 80% de esta contaminación plástica proviene de fuentes terrestres, como emisarios urbanos o escorrentías [ojo a las consecuencias que para el mar pitiuso han tenido las riadas provocadas por la Dana Alice y la borrasca Ex Gabrielle que han arrastrado toneladas de basura al mar], y el 20% restante de actividades marítimas.

El tráfico náutico recreativo y comercial, especialmente intenso en las Pitiusas, multiplica la presencia de restos de goma y fibras sintéticas vinculadas al uso de embarcaciones.
Los datos son tan graves que, según la Directiva Europea de Estrategias Marinas, el 98% de las aguas del Mediterráneo español no cumple un “buen estado ambiental”. En las Baleares, más del 50% de las aguas presentan un estado pobre o malo, y en las Pitiusas no queda ya ni un solo punto con calidad “muy buena”, tal y como alertó Alomar en su presentación.
“Ibiza y Formentera se han convertido en focos de contaminación marina”, advirtió Alomar.
“Necesitamos un monitoreo permanente, coordinado entre ciencia, administración y empresa privada, para revertir esta situación antes de que sea irreversible.”
Esteban Morelle-Hungría: “La salmuera de las desaladoras es una contaminación legal pero ecológicamente ilegítima”
El Dr. Esteban Morelle-Hungría, criminólogo verde y profesor en la Universitat Jaume I, presentó un enfoque poco habitual: la criminología azul, que estudia los daños ambientales no como accidentes, sino como formas de injusticia ecológica.

Su investigación en la bahía de Talamanca (Ibiza), dentro del proyecto MarPitius25 coordinado junto a IbizaPreservation, analiza los efectos de los vertidos de salmuera de la planta desaladora de Ibiza [que no hay que olvidar que gestiona Abaqua, Agencia Balear del Agua, dependiente del Govern Balear]
Los resultados son preocupantes:
- Aumento de salinidad en el agua de más de 2 gramos por kilogramo.
- Incremento de temperatura de 0,6 °C.
- Reducción del oxígeno disuelto.
- Acumulación de aditivos químicos en los sedimentos.
- Y daños graves sobre la Posidonia oceánica, especie protegida esencial para la oxigenación y protección del litoral.
“Estos vertidos están autorizados por ley, pero son ecológicamente ilegítimos”, denunció Morelle.
“Son un ejemplo de greenwashing normativo: el poder legislativo elabora y configura leyes de protección del medio marino (algunas de dudosa efectividad práctica), pero después es la propia administración la que sorprende con este tipo de prácticas que se están dando a día de hoy”, en referencia a los vertidos de salmuera procedente de desaladoras que afectan a la posidonia.
El investigador propuso aplicar principios de “justicia ecológica restaurativa”, que no se limiten a sancionar económicamente a los responsables —a menudo la responsable es la propia administración pública que no es «imputable» en este caso—, sino que obliguen a restaurar el daño ambiental causado.
“No basta con cumplir la ley: hay que reparar”, subrayó.
César Bordehore: “Ibiza vende paisaje, pero su mar está casi vacío”
El cierre de la mesa corrió a cargo del Dr. César Bordehore, profesor titular de Ecología Marina en la Universidad de Alicante y coordinador junto a Morelle-Hungría del proyecto MarPitius 25, centrado en la salud del mar balear y la recuperación de sus poblaciones de peces.
Los primeros censos de peces realizados en la costa este de Ibiza muestran un panorama desolador: biomasa y número de peces muy inferiores a los de zonas similares de la península.
“La isla presume de posidonia y de aguas cristalinas, pero cuando vemos lo que pasa bajo el mar, de lo que nadie habla, y comparamos con reservas marinas continentales, Ibiza parte de un punto de degradación muy serio”, explicó Bordehore.
El investigador recordó que las capturas pesqueras en zonas del Mediterráneo como Dénia ha caído entre un 40% (gamba) y un 80% (pulpo) en las últimas décadas, y que solo la creación de reservas marinas integrales —zonas donde no se pesca en absoluto— puede revertir esa tendencia.

“Si protegemos el 30% del mar, podremos pescar más en el 70% restante”, afirmó.
“Es una inversión con retorno económico y ecológico: aumenta la pesca, el turismo de buceo y la salud de los ecosistemas.”
Bordehore subrayó que el principal obstáculo no es económico sino cultural y político: la falta de comprensión sobre cómo funciona el mar, empezando por los propios pescadores profesionales y recreativos, que se oponen a medidas más restrictivas.
“El desconocimiento genera resistencia. Pero el mar puede recuperarse si lo dejamos descansar.”
Conclusión: un mar enfermo que aún puede salvarse
Los tres expertos que participaron en la mesa “Caracterización de la contaminación del mar Pitiuso y Balear” coincidieron en un diagnóstico claro: el mar Pitiuso está enfermo, presionado por plásticos, vertidos y sobreexplotación pesquera.

Pero también coincidieron en que aún hay tiempo para revertir la tendencia, si se adoptan políticas basadas en la ciencia y en la cooperación entre instituciones, empresas y ciudadanía.
