Cualquier bañista puede corroborarlo: el mar en la costa de Ibiza y Formentera ha estado (y está) tremendamente caliente estos meses de verano. Y un estudio no solo lo confirma sino que advierte del peligro que conlleva: La temperatura del agua del mar en la bahía de Talamanca superó durante 11 días consecutivos, entre el 4 y el 14 de agosto de 2024, los 28 ºC, “el umbral a partir del cual se dispara la mortalidad de la Posidonia oceanica”, explican desde IbizaPreservation.
Los datos proceden de sensores de temperatura in situ instalados por la entidad ecologista GEN-GOB y financiados por IbizaPreservation, gracias al apoyo de una marca de moda, y han sido analizados por el Observatorio de Sostenibilidad de la fundación ambiental, en el marco de su Informe de Sostenibilidad 2024, actualmente en elaboración con financiación del Consell Insular d’Eivissa.
La temperatura máxima registrada en la zona durante ese mismo año fue de 29,26 ºC el 13 de agosto a las 16:00. Este nivel térmico, mantenido durante varios días seguidos, provoca un estrés prolongado en esta planta marina, emblema de la biodiversidad del Mediterráneo y clave en la protección del litoral, lamentan desde IbizaPreservation. En 2023 también se alcanzó una temperatura máxima alarmante, de 30,07 ºC el 24 de agosto, con un total de 40 días contabilizados con temperaturas superiores a 28 ºC.
“El hecho de que se superen los 28 grados durante varios días en pleno verano es preocupante, porque compromete directamente la salud de la posidonia, como se demostró en un estudio de 2010 llevado a cabo por los científicos Núria Marbà y Carlos Duarte”, explica Elisa Langley, coordinadora del Observatorio Sostenibilidad de IbizaPreservation. “La temperatura del mar está alcanzando valores que hace años eran excepcionales y ahora empiezan a repetirse cada temporada”, advierte.
La Posidonia oceanica es una planta marina endémica del Mediterráneo que forma praderas submarinas esenciales para la biodiversidad marina, la oxigenación del agua y la estabilización del fondo marino. Además, actúa como barrera natural frente a la erosión de las playas. “Cuando la temperatura del mar supera los 28 ºC durante varios días consecutivos, la planta entra en fase de estrés térmico, lo que incrementa su tasa de mortalidad”, explican desde el Observatorio.
Desde el GEN-GOB señalan que el aumento de la temperatura del mar no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia del avance del cambio climático. “Las proyecciones para el cambio climático son muy malas”, advierte Xisco Sobrado, coordinador del Área Marina de este grupo ecologista, quien recuerda que el Acuerdo de París establece la necesidad de reducir a la mitad las emisiones respecto a los niveles de los años 90 para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC por encima de los valores preindustriales. “Sin embargo, el año pasado ya superamos esos umbrales y la tendencia es muy preocupante”, señala. A su juicio, si se quiere proteger tanto las praderas de Posidonia oceanica como las actividades humanas que dependen de ellas, es imprescindible aplicar medidas de fondo como “reducir el número de turistas que nos visitan cada año e implementar políticas de decrecimiento turístico”.
En esta misma línea, desde el Observatorio de Sostenibilidad de IbizaPreservation subrayan que, ante la imposibilidad de controlar la temperatura actual del mar, es urgente actuar sobre los otros factores que amenazan a la posidonia. “Debemos protegerla del fondeo ilegal, de los vertidos y del impacto de especies invasoras. Tenemos que actuar o esta planta no tendrá capacidad de resistir, reducir nuestra huella de carbono también es ampliar nuestra resiliencia frente al cambio climático”, concluye Langley.
Hay que recordar, además, que un mar excesivamente caliente es caldo de cultivo de tormentas y lluvias torrenciales que se producen cuando entra una masa de aire frío en capas altas. El aire frío en altura desestabiliza la atmósfera, porque el gradiente térmico vertical (la diferencia entre la temperatura en superficie y en altura) se incrementa mucho. El hecho del que el mar Mediterráneo esté caliente aporta gran cantidad de humedad y energía (a través de la evaporación), que al ascender se condensa y libera calor latente, alimentando las nubes convectivas.
El resultado suele ser la formación de tormentas muy potentes, con gran desarrollo vertical, capaces de descargar lluvias torrenciales en poco tiempo, acompañadas a menudo de granizo, aparato eléctrico e incluso fenómenos severos como reventones o trombas marinas.