Resulta difícil imaginar un escenario en el que tormentas como las que hemos sufrido en estas dos últimas semanas en Ibiza y Formentera se conviertan en algo habitual, pero parece que nos tendremos que ir acostumbrado a una nueva realidad climática.
El cambio climático está aquí, y sus consecuencias no son especialmente agradables. La clave está en la temperatura del mar, como vimos en la súbita transformación de la borrasca ex-Gabrielle, que estaba perdiendo fuerza tras atravesar la península, pero que se reactivó al alcanzar nuestras costas: “Cuando la borrasca entró en el Mediterráneo y se encontró con este mar tan caliente, dio lugar a esas precipitaciones que en Ibiza fueron de récord”, explica a Noudiari María José Guerrero, delegada en Baleares de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Advierte Guerrero que estos fenómenos serán cada vez menos raros: “Va a ser más frecuente. Según los pronósticos de cambio climático, la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos va a ser cada vez mayor”.
Un mar cálido y con temperaturas casi tropicales es uno de los ingredientes necesarios para provocar una explosión meteorológica como la de estos últimos días. Guerrero nos explica cuáles son los otros factores: “En una borrasca hay un núcleo con aire muy frío, que está aislado de la circulación general y que está en niveles altos, entre 5.000 y 9.000 metros”. El problema empieza cuenta esta corriente fría conecta con un flujo de aire cálido y húmedo a niveles bajos, entre la superficie y los 1.500 metros de altura: “El aire de nivel bajo sube, y al encontrarse con el aire frío de arriba, se condensa, forman esas nubes y puede dar lugar a precipitaciones muy intensas”.
“Que el mar este cálido lo favorece, y el Mediterráneo está batiendo récords de temperatura”, añade la delegada de Aemet, “si en abril hubiera llegado este frente, con un mar más frío, las precipitaciones no habrían sido tan intensas”. Así pues, el periodo crítico son las semanas finales del verano e inicio del otoño, cuando llegan los primeros aires fríos y el mar se mantiene caliente. Ante la pregunta de que si en un futuro habrá más tormentas de este tipo, Guerrero responde: “Sin ninguna duda”.
Al margen de las tendencias de fondo y que marcarán la pauta climática, el tiempo -sobre todo el más inmediato- tiene un componente impredecible que estos días hemos podido comprobar. Así, la dana Alice no tocó tierra el viernes, como estaba previsto -lo que provocó la suspensión de las clases- sino que lo hizo el sábado. Y el último coletazo de la borrasca, este pasado lunes, finalmente descargó toda su agua sobre el mar, a unos kilómetros de la costa pitiusa. “Hay un punto imprevisible, pero siempre he tenido claro que hay que ser precavido”, explica la delegada de Aemet en Baleares.
“Los modelos numéricos con los que trabajamos han mejorado mucho la resolución para identificar el lugar y el tiempo en el que se producirán las precipitaciones, pero todavía no son perfectos. Ante una situación que el meteorólogo identifica que puede ocurrir algo fuerte, tiene que poner sobre aviso”, explica Guerrero, quien recuerda el seguimiento que se ha hecho desde Aemet de las últimas tormentas: “Estábamos vigilando todos los días. El lunes pasado, por ejemplo, salieron dos estructuras de Denia con una actividad eléctrica impresionante, muy fuerte, con los medios que tenemos de teledetección la veíamos. Pero conforme se fue acercando a Ibiza fue deshaciéndose. Y por la tarde, otra muy fuerte, pasó muy cerquita de Formentera”.
“Yo, personalmente, cuando hay un pronóstico así, pienso que si pasa de largo mejor, porque si eso entra en tierra el impacto puede ser de órdago. Pero bueno, nosotros, todo nuestro equipos, con nuestras mapas y herramientas hemos de estar pendientes y nuestra labor es dar avisos. ¿Que luego cae justo en el mar y no afecta tierra? Pues mejor, pero debemos hacer nuestro trabajo”, y asegura que “hay equipos de expertos que se dedican a mejorar cada vez más los modelos numéricos para mejorar la previsión meteorológica”.
Por tanto, cuando lleguen los nuevas tormentas, el año que viene, habrá que esperar que descargue en el mar. Eso es lo único que nos puede salvar porque, sin duda, la dana de este año no será la última que nos visite.