Un tribunal de Ibiza ha impuesto una pena de tres años y tres meses de prisión a Juan Manuel de Souza Iglesias, exsacerdote de la parroquia de San Pablo en el barrio de Ca n’Escandell, y que pasó por otras parroquias de la isla como la del Rosario, por dos delitos de abusos sexuales cometidos contra menores entre los años 2005 y 2010.
La sentencia, dictada por el Juzgado de lo Penal número uno de Ibiza, avanzada hoy por Diario de Ibiza y confirmada por este medio de fuentes directas, detalla que los hechos ocurrieron en 2005 y entre 2009 y 2010, afectando a dos menores de 12 y 13 años, respectivamente, pertenecientes a la comunidad religiosa del Camino Neocatecumenal, conocida como Los Kikos.

El caso de De Souza no se limita a estas dos víctimas. Desde que las primeras acusaciones salieron a la luz en marzo de 2021, avanzadas por Noudiari, otras tres personas denunciaron al exsacerdote por hechos similares ocurridos en los años 90, aunque estas demandas fueron archivadas por prescripción. Entre ellas destaca el testimonio de Sergio Lleó, quien relató a Noudiari abusos sufridos en 1996 en la casa parroquial de San Pablo, o Sant Pau de Ca n’Escandell, cuando el sacerdote era una figura influyente en la diócesis de Ibiza. Otra denuncia, también prescrita, involucró a una víctima, José Juan, que sufrió abusos en 1994, y una tercera persona denunció tocamientos en 1990, cuando De Souza era profesor de religión en el Instituto Blanca Dona. Estamos hablando pues de acusaciones que van desde 1990 a 2010. Es decir, casos a lo largo de 20 años.
Detalles de los hechos
Según el fallo judicial, De Souza, quien ejercía como párroco en la iglesia de San Pablo en el momento de los hechos, se valió de la confianza depositada en él por las familias de las víctimas, devotas de Los Kikos, para perpetrar los abusos. En el verano de 2005, el condenado invitó a un menor de 12 años a pasar la noche en la casa parroquial, donde, aprovechando su autoridad, realizó tocamientos sexuales al menor mientras se masturbaba. La víctima, profundamente afectada, se negó a volver a interactuar con el sacerdote y, según la sentencia, sufrió daños psicológicos y morales que impactaron su desarrollo.
En el segundo caso, entre 2009 y 2010, De Souza abusó de un menor de 13 años, hijo de una madre viuda con otros seis hijos, también miembro de Los Kikos. El sacerdote propuso que el menor durmiera en la casa parroquial dos veces al mes, pretextando un interés en su vocación sacerdotal. Durante estas estancias, el acusado tocó los genitales del menor y lo obligó a realizar actos similares, además de mostrarle imágenes pornográficas. Estos hechos, algunos de los cuales han prescrito, dejaron secuelas psicológicas en la víctima.
Consecuencias legales y suspensión de la pena
Durante el juicio, celebrado el 11 de julio de 2025, De Souza reconoció los hechos y aceptó una condena de un año y tres meses por el primer caso y dos años por el segundo, considerado un delito continuado. Además, se le ordenó indemnizar a las víctimas con 20.000 euros cada una y se le prohibió acercarse a menos de cien metros o contactarlas durante cinco años. Sin embargo, la jueza suspendió la ejecución de la pena con la condición de que no cometa delitos en los próximos dos años, por lo que no ingresará en prisión de momento.
Además de los casos ya citados que involucran a menores, Noudiari tuvo conocimiento de otros casos no denunciados formalmente, incluyendo el de un adulto que afirmó haber sufrido abusos en 2006 en la iglesia del Rosario y una mujer que relató tocamientos durante una excursión escolar en 1992. Este medio pudo conocer el testimonio de personas cercanas al caso aseguran conocer otras posibles víctimas que no han hecho públicos sus testimonios.
Investigación eclesiástica y respuesta institucional
Tras las denuncias públicas, el Obispado de Ibiza y el Arzobispado de Valencia iniciaron investigaciones que culminaron con la expulsión de De Souza del ministerio en 2021. El obispo Vicent Ribas, confirmó que el sacerdote fue apartado definitivamente y no trasladado. De Souza, quien se ordenó en 1981 y sirvió en las parroquias de San Pablo, Santa Cruz y el Rosario, además de ser docente en el Instituto Blanca Dona, regresó a su Galicia natal tras el escándalo y, al menos hasta 2023, estuvo vinculado a una sociedad limitada en Canarias.
El caso generó conmoción en Ibiza, donde De Souza ejerció durante cuatro décadas. Las víctimas, según los testimonios recopilados por Noudiari describen un patrón claro: el sacerdote ganaba la confianza de familias religiosas, aislaba a los menores en espacios privados y cometía los abusos mediante tocamientos, sin que se haya reportado penetración en ningún caso. Los abogados de las víctimas destacan la similitud de los relatos, incluso entre personas sin contacto entre sí, lo que refuerza la credibilidad de las acusaciones.
El caso también pone de relieve las dificultades de las víctimas para denunciar, especialmente por la prescripción de delitos cometidos hace décadas. La Ley Rhodes, que amplía los plazos de prescripción para abusos a menores, no se aplica retroactivamente a casos como los de Lleó o José Juan, denunciados por hechos de los años 90. Según los letrados, el trauma y la vergüenza dificultan que las víctimas denuncien de inmediato, lo que complica la obtención de pruebas físicas y refuerza la importancia de testimonios sólidos.
El informe del Defensor del Pueblo, que documenta más de 600 casos de abusos en la Iglesia española, incluye referencias a las denuncias de Ibiza, destacando la magnitud del problema a nivel nacional. Mientras tanto, las víctimas de De Souza siguen buscando justicia y reparación, en un contexto donde la Iglesia de Ibiza aún «no ha tomado medidas públicas para reconocer su dolor», lamentan.
Ahora que ya hay una sentencia, los afectados de abusos en los años 90, en declaraciones a Noudiari, dan «la enhorabuena» a las personas que sí han conseguido que el caso salga adelante y que se cierre con una condena, aunque lamentan que no ingrese en prisión.
La vergüenza es que no lo metan en la cárcel, que opinan de esto todos los kikos?.
justícia justa !!
Llama la atención como en la Iglesia siempre pasa lo mismo. Abuso de sacerdotes a varones adolescentes. Habría que filtrar por tendencia.
Se le quitan a uno las ganas de volver a pisar a una iglesia, y le dan ganas de tirar huevos a las figuras en Semana Santa.
Si los que dirigen la iglesia son gente así, cómo serán los devotos. No hay fe posible.