Hay señales que indican el cierre peatonal a s’Era des Mataret, el terreno junto al acantilado conocido popularmente como el Mirador de Es Vedrà, en Sant Josep y una valla metálica recorre todo el perímetro. Sin embargo, muchos turistas incívicos ignoran la prohibición y ya se forman colas para colarse por los agujeros que se han hecho en la valla. “Todos a una”, decían algunos visitantes ayer mientras saltaban la barrera ayudándose unos a otros.
Los vecinos han denunciado no solo el ‘salto de la valla’ sino que varias señales informativas aparecen vandalizadas. En una, alguien pintó una flecha en dirección contraria al recorrido correcto para llegar a Es Vedrà, acompañada de un texto en neerlandés: “Discretamente hacia esta dirección”, incitando a la gente a saltar la barrera. El cartel original, en inglés y castellano, advierte: “El antiguo camino a la Torre y Mirador está cerrado por ser propiedad privada y reserva natural. Ya se han realizado limpiezas y restauración. Les rogamos respetuosamente que se dirijan a Cala d’Hort, donde hay aparcamiento legal, restaurantes y un lugar excelente para ver Es Vedrà”. Los carteles son sistemáticamente ignorados.

Estos hechos están denunciados ante la Policía Local de Sant Josep.
Los vecinos reconocen que tanto el Ayuntamiento de Sant Josep como la Conselleria de Medio Natural están tomando algunas medidas positivas, como habilitar aparcamientos legales o señalizar correctamente los caminos. Pero advierten: “Si no hay vigilancia y, sobre todo, sanciones para los infractores, será trabajo perdido”.
Añaden que en esta isla resulta «casi imposible distinguir una zona protegida de una que no lo es». En comparación, Menorca ofrece un ejemplo de control eficaz: «allí se cierran aparcamientos públicos de las playas cuando están llenos, se impide estacionar en lugares prohibidos y se redirige a los visitantes, indicando cómo llegar a pie a los puntos de interés», indica otro testigo de los hechos.
La basura que deja el turismo
Otro problema grave es la basura que queda por doquier tras el paso de estos turistas incívicos: colillas encendidas, botellas de cristal rotas, latas en las que quedan atrapadas lagartijas y mueren, grafitis, jeringuillas… «incluso turistas ebrios por los caminos», relata a Noudiari una persona que se dedica de manera frecuente a retirar basura y que se lleva cada día al menos un saco lleno hasta arriba.






«Todo esto supone una amenaza real de incendio y contamina un paraje protegido medioambientalmente», alerta, insistiendo en que colillas y cristales son un polvorín en una zona boscosa como esa y con las altas temperaturas que se están registrando.
Una medida drástica pero necesaria
La masificación turística en Es Vedrà, en terrenos privados y protegidos de Cap Blanc y Es Savinar, llevó a los propietarios a tomar decisiones drásticas en febrero pasado. Cerraron los aparcamientos con grandes rocas y prohibieron el acceso peatonal al mirador principal y a la Torre des Savinar, como informó Noudiari.
No se oponen a que la gente disfrute de las vistas, pero sí al “circo” que se había formado: fiestas organizadas por DJs, barras de venta de bebidas, equipos de sonido potentes, ventas de ropa y bisutería, e incluso ceremonias como bodas dentro de la Torre, un Bien de Interés Cultural (BIC) protegido.
Durante años, la zona soportó un flujo masivo de visitantes, fiestas improvisadas, ventas ilegales, rodajes, basura y excrementos. Muchos turistas, seguidores de las ‘rutas Instagram’ no quieren irse de Ibiza sin su vídeo o foto con Es Vedrà de fondo. Además, el lugar ha sido ampliamente promocionado por instituciones públicas e influencers, pero sin servicios básicos, accesos regulados o aparcamientos legalizados.
Los propietarios, que cedían el uso de sus terrenos como aparcamiento para evitar problemas mayores, llegaron al límite tras denunciar abandono institucional. Algunos intentaron legalizar los aparcamientos sin éxito. Uno ha sido habilitado este año de manera gratuita, aunque el próximo será de pago.
También se valló la explanada donde se congregaban multitudes para ver la puesta de sol, convertida en foco de actividades comerciales ilegales.
Vecinos y propietarios plantean más soluciones: habilitar un sendero y un mirador regulado más cercano a la playa, donde ya existen servicios básicos y acceso controlado