Da igual si caen 35 grados y un sol abrasador o un temporal de viento y lluvia. En numerosas paradas de autobús de Ibiza las marquesinas no solo son algo inexistente sino que, a menudo, las condiciones de las mismas son propias de un país en vías de desarrollo. Un palo en mitad de una acera que marca el lugar de la parada o una silla puesta por un vecino son la única señal de que ahí para un autobús. Y es que son muchos los vecinos que, a falta de un lugar donde sentarse para esperar, colocan sus propias sillas.
Es el caso de la parada de bus 18015 de Sa Torre en la carretera de Santa Eulària, cerca de Jardín Mediterráneo.
No solo no hay marquesina sino que los vecinos que tienen que tomar un bus temprano o que llegan de noche a casa se encuentran con la oscuridad total porque no hay iluminación. De modo irónico, un vecino ha colocado una bombilla dibujada en un cartón. «No se explica cómo en una isla que precisamente ahora está iluminada por todas las esquinas en Navidad no hay un punto de luz para los vecinos que esperamos en esta parada para ir a nuestro trabajo», lamenta uno de los afectados, Germán Calle, a Noudiari. En este punto se han colocado dos sillas de plástico para que al menos las personas mayores o con problemas de movilidad puedan esperar sentados al autobús.


Hay que destacar, además, que está en una zona considerada punto negro de la carretera, ya que se han producido varios accidentes mortales.
No es la primera vez que vecinos colocan sillas en lugares de la isla donde no hay marquesinas, que son muchos.
Otro caso llamativo es el de la calle Jaén de Cala de Bou. Hasta hace escasas semanas la parada de bus a la altura del depósito de vehículos municipal la marcaba una farola con un plano de frecuencias y horarios atado con bridas.
En pleno verano resultaba penoso ver a residentes y turistas esperar al bus bajo un sol abrasador y lo mismo cuando arreciaba la lluvia. Ahora han colocado una mini marquesina que, al menos, permite sentarse pero, justo a su lado, hay una papelera que impide pasar con un carrito de bebé o con una silla de ruedas… al otro lado de la vía, la gente sigue esperando el bus en plena calle, más concretamente en un carril bici.

Mientras, Ibiza sigue esperando, casi con desesperación, que la nueva contrata de transporte público —que promete más frecuencias, más líneas y vehículos dignos y sostenibles— deje de ser un simple anuncio y se convierta por fin en realidad.
Esta nueva contrata lleva un notable retraso y, mientras tanto, la ciudadanía que depende del autobús para desplazarse al trabajo, a centros de salud o a sus centros de estudio se ve obligada a soportar un servicio del que nadie puede hablar bien. Y no olvidemos quiénes son la mayoría de estos usuarios: personas con pocos recursos, muchas de ellas mayores.
Si conoces más paradas de bus precarias en Ibiza, no dudes en enviar fotos y explicación al correo electrónico redaccion@noudiari.es






