Los estudiantes de 1º de Bachillerato del IES Sa Serra han recibido esta mañana la visita de Francisco Ruiz Expósito, más conocido como Fran, usuario de APFEM (Asociación Pitiusa de Familiares de Personas con Enfermedad Mental). Tras más de treinta años consumiendo drogas, lleva dieciocho limpio, y eso es lo que ha venido a contar. Su testimonio forma parte del programa ‘Voces de la Salud Mental – Historias de superación y prevención del consumo’, impulsado por la asociación a la que pertenece y enmarcado en el IV Plan Municipal de Drogas (PMD) del Ayuntamiento de Sant Antoni de Portmany. La actividad se ha desarrollado también en otros centros educativos del municipio: Santísima Trinidad, Can Bonet y Es Quartó de Portmany.
“Queríamos trabajar la salud mental con los más jóvenes de una forma cercana y real, que se pudiera hablar abiertamente, sin tapujos. Y qué mejor que hacerlo a través de las vivencias de los usuarios de APFEM, personas que lo han vivido en primera persona”, ha expresado Jorge Nacher, concejal de Juventud, Bienestar Social, Igualdad y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Sant Antoni de Portmany. La charla ha estado conducida por Lucía Ortín, educadora social de APFEM, quien ha explicado que estas sesiones tienen como objetivo “romper el estigma asociado a los trastornos mentales y prevenir el consumo desde una mirada humana y cercana”. Y eso ha sido exactamente lo que ha ocurrido: no ha habido datos fríos ni sermones; sino empatía, sinceridad y escucha.
Una historia de superación
La historia de Fran comenzó en el instituto, por eso hoy, tras muchos años de dolor, se siente orgulloso de que su experiencia pueda servir para ayudar a los jóvenes a no caer en las drogas. “Empecé por querer ser uno de los «guays». Pero eso te arrastra. Perdí a mis amigos de la infancia, me aislé y me equivoqué”, relató. Años más tarde, el consumo destruyó su vida profesional y personal, lo alejó de su familia y lo llevó a vivir en la calle. En ese tiempo, llegó a delinquir para poder consumir y acabó entrando en prisión. “La calle solo te lleva a tres sitios: a la cárcel, al cementerio o al psiquiátrico”, advirtió a los jóvenes. Fue entonces cuando tocó fondo, y un golpe muy fuerte le hizo reaccionar.
“La muerte de mi padre marcó un punto de inflexión para mí. Fue entonces cuando decidí dejar las drogas”, recordó. Apoyado por su madre y su hermano —a quienes dice deberles “todo”—, lamenta que su padre no llegara a verlo sobrio antes de morir. Su madre, que lo acogió cuando más lo necesitaba, fue clave en su recuperación. “Cuando alguien os tienda una mano, no la mordáis. Agarraos fuerte. Esa mano puede ser vuestra salvación”, subrayó emocionado.
Pero el relato de Fran no fue solo sobre consumo. Fue también sobre salud mental. Las drogas no solo marcaron su vida personal: desencadenaron una enfermedad mental y truncaron su carrera profesional, tanto en el ejército como en el mundo del atletismo, donde, según explica, llegó a ganar tres medallas y un campeonato de España. “No tenía el cerebro formado cuando empecé a consumir. Fue con 12 o 13 años. Una noche, bailando en una discoteca de Barcelona, completamente drogado, mi cabeza hizo clic. Algo se rompió dentro”, recordó. A partir de ahí, las cosas fueron cuesta abajo. “Mi diagnóstico es esquizofrenia con trastorno de personalidad. Escucho voces”, explicó con calma ante la clase. Fran compartió ante el alumnado cómo esas voces lo han acompañado durante años, cómo lo empujaron al límite y cómo, con tiempo, terapia y apoyo profesional, ha aprendido a convivir con ellas.

Con un toque de ironía, quiso hablar también sobre el estigma del “loco”, y subrayó que “detrás de cada diagnóstico hay una persona”. “Gracias a la ayuda que recibo de profesionales, he comprendido que yo no soy mi diagnóstico. Como vosotros, puedo estar un día en todo lo alto, después bajar y volver a subir. Pero no todos los días soy un esquizofrénico. Tengo un trastorno. Pero no me considero el loco de la colina”, aseguró.
Preguntado por los síntomas más difíciles de sobrellevar, Fran no lo duda: “Las voces. Siempre las voces”. Sin embargo, a día de hoy, ha encontrado estrategias para sostenerse. Su rutina empieza a las seis de la mañana: entrena, se ducha, sale, cuida su alimentación y su mente. “Mi monitora Eva me ha enseñado que los pensamientos malos son como nubes. Vienen, se posan, descargan y se van. Y hay que dejarlos ir con una sonrisa”, aconsejó.
El mindfulness, el deporte, la escritura, la pintura, el teatro, el cine clásico… todo forma parte de ese equilibrio que ha aprendido a construir. “Ahora me cuido y me conozco. Y cuando no estoy bien, me lo permito. No hay emociones buenas o malas. Solo emociones. Y hay que aprender a escucharlas”, subrayó mientras destacaba el deporte y el arte como “herramientas para afrontar los problemas relacionados con la salud mental”. “Son fundamentales, especialmente para vosotros que sois jóvenes y tenéis toda la vida por delante”, aseguró.
Durante su intervención, Fran insistió también en la importancia de contar con personas que te acompañen y te sostengan durante el proceso de recuperación, y animó a los jóvenes a prestar atención y ofrecer ayuda, “sin juzgar”, si detectan que alguien de su entorno puede estar pasando por algo similar.
Al finalizar, los estudiantes aplaudieron la valentía de Fran y destacaron la importancia de este tipo de charlas para la prevención del consumo de drogas, subrayando su “valor educativo, su cercanía y su autenticidad”. Muchos coincidieron en que lo que más les impactó fue precisamente escuchar una historia en primera persona, algo que —reconocieron— rara vez ocurre en las aulas.