“Si el año pasado produjimos 400 litros de aceite, este año podremos llegar a los 2.000. Y eso que el año pasado tuvimos suerte y sacamos algo, porque algunos lo terminaron en blanco”. Miquel Guasch, agricultor y propietario de uno de los ‘trulls’ que hay en Ibiza, explica que lo peor ya ha pasado. Al menos, de momento. Después de un 2024 horrible, este año la producción de aceite se recuperará, aunque tampoco se alcanzarán unas cifras excepcionales.
“La cosecha de este año es un 70-80% de lo que antes se consideraba un buen año”, explica Joan Benet, dueño de otro de los ‘trulls’ de la isla. Es decir, que estas cantidades antes se hubieran considerado propias de un año flojo, pero viniendo de donde venimos, Benet considera que la campaña es “bastante buena”.
De momento, se ha recolectado el 80% de la cosecha, aproximadamente, y todavía quedan un par de semanas de trabajo. Bernabé Linero, técnico de la Cooperativa Agrícola de Santa Eulària, explica que el campo ibicenco viene arrastrando tres años seguidos de sequía, y que esto pasa factura: “Lo que llevamos acumulado es muy fuerte, pero es que la sequía del año pasado fue bestial”.
Por este motivo, la recuperación de la producción ha sido variable depende del tipo de explotación: “Las sequías de regadío, este año han tenido una productividad normal. Las de secano, se han recuperado algo, pero no tanto. Si no se riega, no hay milagros”.
Las fuertes lluvias de este otoño han ayudado, pero hubiera sido más beneficiosa si hubiera caído antes. Nos lo explica Joan Riera, propietario de Can Rich: “La lluvia ha hinchado de agua las olivas y la cosecha pesará más, pero luego la cantidad de aceite es el mismo”.
En cualquier caso, que se haya atenuado la sequía ha sido una bendición, como explica Joan Benet: “El olivo es muy agradecido con la lluvia. Tú puedes regar con goteo, pero cuando llueve, recibe agua toda la raíz de la planta. Y estas lluvias en Vila han hechos destrozos, pero en el campo de Sant Josep ha llovido perfecto. No se ha perdido ni una gota”.
Y al margen de la sequía, el otro gran enemigo de los agricultores siguen siendo las torcaces. Este año, sin embargo, estas aves parece que han dado una tregua: “El año pasado en el campo prácticamente no había nada que comer, nada silvestre, por eso el cultivo del olivar sufrió ese ataque tan espantoso, porque este animal se alimentaba de lo que podía”.
Para la torcaz, la aceituna es un último recurso, como comenta Miquel Guasch: “La gente ha sembrado más general, hay más cebada y más trigo, y las torcaces si pueden elegir, van primero a por el cereal y solo después a por las olivas”.
Pese a todas las adversidades, Bernabé Linero confirma que la extensión cultivada de olivos no ha descendido sino que permanece estable. Ibiza seguirá produciendo aceite, siempre que la sequía lo permita.






