“Ser autónomo en Ibiza no es fácil”. Podríamos añadir que no lo es en ninguna parte, pero que en Ibiza las complicaciones son mayores. Nos lo cuenta Javier Copado, autónomo freelance: “Dependemos mucho de la estacionalidad. En verano se trabaja pero en octubre la facturación baja un 60%. Se dan casos, como en el mes de diciembre, que entre que pagas la cuota mensual más el IVA trimestral, al final has trabajado ese mes por 200 o 300 euros”.
El sector de los autónomos es muy diverso, abarca desde profesionales liberales muy bien pagados hasta sectores precarizados que acumulan encargos de múltiples pagadores para autoexplotarse y poder llegar a fin de mes. Legislar una realidad tan diversa es muy complicado y ninguna de las propuestas que han ido llegando por parte de los diversos gobiernos han convencido al sector. La última del Gobierno central, que proponía subidas en la cuota mensual de entre 11 y 206 euros al mes -castigando incluso a los que tienen los ingresos más bajos- generó un unánime rechazo que ha obligado al Ministerio de Seguridad Social a recular.
“La práctica totalidad de grupos políticos se han dado cuenta que los autónomos no íbamos a aprobar esta medida y no se han querido pegar un tiro en el pie”, explica Alfonso Rojo, presidente de la patronal PIMEEF, quien se muestra disconforme con el argumento que dio en su momento la ministra Elma Saiz para subir las cuotas mensuales: “Nos dicen que es una medida para que los autónomos tengamos luego un mejor subsidio. Pero si usted lo que me da por un lado, me lo quita por el otro, es lo mismo. La protección de los autónomos debería estar muchísimo mejor de lo que está ahora”.
Es esta falta de cobertura lo que preocupa a muchos autónomos, como explica Carles Capdevila, autónomo que se dedica a la venta ambulante: “Si no trabajas no cobras ningún subsidio de paro. Si te pones enfermo, no puedes trabajar y no entra dinero. Y la jubilación que me quedará, seguramente, será una miseria”. Una situación que también angustia a Javier Copado: “El autónomo no tiene finiquito, no tiene paro. Sencillamente, un cliente te dice, ‘ya no contamos contigo’ y se te acaba el ingreso”.
“Hay que superar esa leyenda urbana de que la sangre de un autónomo es especial porque nunca se pone enfermo”, comenta Alfonso Rojo, presidente de la federación de pequeñas y medianas empresas de Ibiza y Formentera (PIMEEF): “La sangre de un autónomo es la de una persona normal y muchas veces está trabajando en condiciones que no son óptimas pero se obliga a sí mismo porque la máquina no se puede parar. Es importante que haya una mejor cobertura, no solo médica, también en la jubilación. Hay que ayudarles para que puedan producir y trabajar”.
El actual sistema de cuotas mensuales establece 15 tramos: quien tenga ingresos mensuales netos inferiores a 670 euros, paga una cuota mínima de 200 euros. El tramo máximo es una cuota de 590 euros para los ingresos netos mensuales superiores a 6.000 euros. Una proporción a todas luces injusta, porque quien cobra menos debe pagar en impuestos un tercio de sus ingresos, mientras que quienes más ingresan no pagan ni una décima parte.
“Tenemos muy claro que quien más tiene que pagar es quien más caja hace. Si tenemos un autónomo que, afortunadamente, esté facturando al mes 30.000 euros, pues bienvenidos sean y que cotice”, explica el presidente de la PIMEEF, quien pide facilidades para quienes están en la horquilla más baja de ingresos: “El nivel de vida ha subida para todo el mundo, para los autónomos también”, y señala la paradoja de que “a veces no sale a cuenta facturar un poco más porque te sube la cuota. Lo que hay que animar es a que la gente trabaje más, no desincentivarla”.
El galimatías fiscal provoca que los autónomos tengan un gasto extra inevitable como es el del gestor. Es el caso de Eduardo de Miguel, productor audiovisual que confiesa que domina la producción audiovisual pero no tiene «ni idea de números». En su caso, pagar a alguien que le llevara las cuentas no era algo innegociable. De Miguel dejó de ser autónomo para montar una pequeña empresa, y no lo hecha de menos: “Tengo calculado que ingreso un 60% de lo que facturo. El resto se va en impuestos y ya que se van, oye, espero que al menos lo dediquen a la sanidad pública”.
“Yo no me veo de autónomo toda la vida”, admite Javier Copado, quien explica la indefensión de quienes, como él, están más expuestos a reveses inesperados: “De pronto, un cliente te paga menos de lo que se había pactado. Otro te cancela un proyecto a causa de la dana. Hay que saber convivir con esa inestabilidad, no es fácil”, por lo que lo tiene claro y reitera: “No quiero ser autónomo para siempre”.





