La saturación turística y la crisis de la vivienda en Ibiza han llegado a un punto crítico. Esta realidad, que conocemos en la isla y que se conoce en la Península a través de los medios de comunicacion nacionales, traspasa las fronteras y cada vez es más frecuente ver a medios internacionales explicando esta realidad que comparte con otros destinos españoles.
Testimonios recogidos por Foreign Correspondent de la cadena australiana ABC muestran cómo trabajadores esenciales, desde taxistas hasta profesores, se ven incapaces de pagar un alquiler en la isla.
Alicia Bocuñano, taxista ibicenca conocida en su momento porque fue portavoz del asentamiento ilegal de Can Rova, que fue desalojado el año pasado, asegura que se vio obligada a mudarse a una caravana porque no podía afrontar las exigencias de los propietarios: “Me pedían 14.000 euros de depósito. Después de trabajar tantas horas y tantos años, me siento impotente”, explicó.
No se trata de un caso aislado. Juanjo Bonnin, profesor de instituto, relata a ABC que comparte piso con otros docentes porque ni siquiera con un salario estable pueden acceder a una vivienda en la isla. “Aquí tenemos trabajo, pero nadie quiere venir: ni policías, ni jueces, ni médicos, ni enfermeros ni maestros, porque los precios son desorbitados”, lamenta.
La crisis habitacional se une a la presión ambiental. La activista Laura San Miguel advierte del deterioro de los ecosistemas marinos de Ibiza, especialmente la posidonia oceánica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. “En los días de mayor afluencia duplicamos la población en una sola jornada, y el fondeo de yates está destruyendo la pradera marina”, señala.
Hacen referencia a las medidas del Consell de Ibiza contra el intrusismo y las viviendas turísticas ilegales, pero reiteran que los residentes entrevistados por ABC aseguran que aún no ven cambios reales en la disponibilidad de alquileres.
Un problema que se repite en toda España
La situación que atraviesa Ibiza forma parte de una tensión más amplia que afecta a los principales destinos turísticos de España. Según los datos recogidos por ABC, el país se prepara para recibir este año un número récord de visitantes —hasta 100 millones de viajeros internacionales— lo que podría convertirlo en el destino más visitado del mundo, por delante de Francia.
Sin embargo, ese éxito tiene un fuerte coste social. En ciudades como Barcelona, los vecinos se movilizan y han convertido las pistolas de agua en símbolo de protesta contra la masificación turística. Algunos residentes del entorno del Park Güell participan en bloqueos semanales para denunciar la presión que soportan sus barrios, mientras que el Ayuntamiento ha planteado medidas drásticas como la prohibición de todos los pisos turísticos de corta estancia para 2028.

Los efectos no se limitan a la vivienda: también se denuncia una sobrecarga en infraestructuras sanitarias, de transporte y de gestión de residuos, así como la degradación de espacios naturales en todo el litoral mediterráneo.
Entre la acogida y el hartazgo
El reportaje de la ABC recoge que, pese a las protestas y la creciente hostilidad hacia el turismo masivo, la mayoría de visitantes asegura no haber sentido rechazo directo. Aun así, muchos residentes consideran que la situación es insostenible si no se fijan límites claros.
“Estamos encantados de recibir visitantes”, concluye la activista ibicenca Laura San Miguel, “pero necesitamos poner límites. No podemos seguir creciendo sin medida”.
A este reportaje se suman otros recientes con un enfoque muy similar, como el firmado hace pocos días por periodistas de la agencia de comunicacion Reuters que también recogen numerosos testimonios y fotografías que distan mucho de la imagen de isla idílica o de turismo de lujo que acapara otros reportajes. Este reportaje se titula: Ibiza, la isla de fiesta de España, también sufre una crisis de vivienda mientras los alquileres se disparan.

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