O una magnífica temporada o la catástrofe. No hay medias tintas. El cambio turístico que ha protagonizado la isla de Ibiza con el serio retroceso que ha sufrido el turismo familiar, ha tenido consecuencias directas en muchos negocios. Uno de los sitios donde se puede ver este contraste de manera muy clara es en el barrio de ses Figueretes, en Vila. Solo hay que acercarse a los negocios de la zona y preguntar.
En el bando de los perdedores, sin duda, se encuentran los negocios de alquiler de vehículos. Juan Ibáñez, encargado de Rent a Car Ibiza Low Cost, situado en la calle Asturias, estima la caída del volumen de negocio en un 40%: “La gente viene asustada por los precios. Como el alojamiento ha subido tanto, la gente ahorra en todo lo demás. Antes, si la gente venía cinco días, alquilaba el coche los cinco días, ahora lo alquilan solo para dos”.
Ibáñez explica que el año en el que las discotecas cerraron justo después del covid, fue el que mejor les fue, pero que las últimas tres temporadas han sufrido una bajada: “Es un problema. Ahora lo que nos toca es trampear y salvar los muebles”.
Más categórica todavía es Antonia Rodríguez, propietaria de Maxi Rent a Car, que tiene diversas oficinas en el barrio: “El año muy mal. Llevo treinta y pico años en esto, y este ha sido el peor verano con diferencia. Ha sido un año nefasto”, y dice con pesimismo: “Y lo peor es que no espero que el año que viene mejore”. Rodríguez también considera que esta debacle se debe al aumento de los precios que ha vivido la isla: “El cliente no tiene margen para gastar mucho más. El cliente de clase media ya no existe, el turismo familiar se ha perdido. Está el que se gasta la pasta en la habitación y ya no se gasta nada más; y está el que viene con la mochila”.
Dormir en la playa
Y precisamente, para el turista de mochila, Rodríguez ha abierto un negocio que sí le está funcionando, que es un locker: un espacio que ofrece una consigna para guardar la maleta, lavandería y duchas, y que ha encontrado un nicho de mercado entre quienes no se pueden permitir pagar un hotel.
“Me ha sorprendido que mucha gente viene sin alojamiento y duerme en la playa. El negocio del locker está funcionando. Duermen por ahí, y luego vienen, se duchan, y guardan sus cosas allá. Es un signo de cómo están las cosas”, comenta esta empresaria. Pese a todo, que el alquiler de vehículos no esté funcionando, le deja el ánimo sombrío: “Le estoy dando muchas vueltas a todo”.

Coincide en su análisis Isabel, cajera de un pequeño supermercado que también ofrece productos de playa. Asegura que lleva 37 años trabajando en tiendas para los turistas y que este verano ha sido el peor: “Para mí que la culpa es de los precios de los hoteles. Antes la gente venía 5 días, ahora viene uno o dos, y miran mucho los precios. Así está la cosa, o pagar 300 euros la noche o dormir en la playa, que es lo que hacen muchos”. Isabel también es muy pesimista: “Se están cargando el turismo. Ibiza se va a ir a la mierda. Creo que habría que hacer algo para que aquí pudiera venir todo tipo de turista”.
Un buen verano pero «dejados de la mano de dios»
Los negocios consultados de restauración y el ocio, en cambio, explican que el año ha funcionado bien, aunque piden que se arreglen los eternos problemas que sufre el barrio de Figueretes. “Se ha trabajado bien, ha sido un buen año”, explica Michael, encargado del Coolture Café Ibiza, situado justo enfrente de la plaza Julià Verdera, delante del mar: “La zona es bonita, la gente sigue viniendo, la temporada ha funcionado”.
No obstante, pone algunas objeciones a la situación que vive el barrio, y este es un mantra que se repite: el botellón y la inseguridad. “Creo que debería haber más control en la zona. Recibo muchas quejas por las peleas que hay, también hay mucho borracho que molesta a la gente. Y esto sitio congrega a mucha gente problemática”, comenta mientras me señala a un hombre que se agita espasmódicamente en el paseo que hay junto a la playa: “Ese friki que está como loco, a veces se pone a gritar, insulta a la gente o les pide dinero. Por aquí se junta mucha gente rara, mucha gente loca”.

Una calle más arriba, en la esquina de la calle Galicia con la calle País Basc, encontramos la cafetería Yess!! Abel Vidal, su propietario, explica que la temporada le ha ido muy bien. “Somos un barrio dejado de la mano de dios, pero aún así, esta temporada ha funcionado”, asegura. Explica que una frase que le repite la clientela es que “la isla se ha puesto imposible con estos precios. Y es verdad que ahora la gente viene muchos menos días, y cuando llega lo hace con todo organizado, con los tickets de las discotecas ya comprados y sin margen para gastos imprevistos”. Pese a todo, ellos han podido capear la situación: “En septiembre nos estamos manteniendo y este pasado fin de semana ha sido buenísimo”.
Conclusión: ¿en Figueretes la temporada ha ido bien o mal? Pues como suele suceder, depende de a quién le preguntemos. Lo que está claro, es que las cosas han cambiado.