Vecinos de Puig d’en Valls y Jesús denuncian un notable empeoramiento de la calidad del agua del grifo desde el pasado mes de agosto. Los afectados aseguran que el agua presenta un exceso de sal y cal, lo que ha provocado problemas en los electrodomésticos, en los sistemas de ósmosis domésticos e incluso en la piel de los residentes.
“He ido al dermatólogo pensando que tenía un problema, pero no han encontrado nada. La explicación a los picores en la piel y el cuero cabelludo es el agua”, relata una vecina, que asegura que en su casa los filtros de la ósmosis se han saturado de una materia terrosa blanca, “una mezcla de sal y cal”, mientras que los platos y vasos salen del lavavajillas “blanquecinos y con restos de cal”.
Los testimonios apuntan a un cambio repentino desde agosto: “Pagamos unas tasas altísimas por el mantenimiento y la desaladora y ahora tenemos un agua asquerosa, saladísima, calcárea completamente. Yo tengo ósmosis en casa para no tener que comprar garrafas, pero llevo semanas teniendo que volver a comprar agua porque los filtros están como llenos de tierra”, lamenta una vecina.
Algunos afectados aseguran que desde el Ayuntamiento se les ha transmitido que “en unas semanas volverán a tener agua buena”, lo que les hace sospechar que durante la temporada turística los recursos de calidad se destinan a hoteles y establecimientos turísticos.
“Nos dijeron que el agua buena la dan a los turistas y que nosotros nos tenemos que aguantar. Estamos pagando agua a precio de oro y se la mandan a ellos, mientras los residentes cargamos con la mala”, se lamenta otro vecino.
A consultas de Noudiari, el Ayuntamiento de Santa Eulària explica que durante el mes de agosto se ha registrado «un incremento notable en el consumo de agua en la zona de Puig d’en Valls y Jesús». Este aumento de consumo ha provocado que la producción de agua desalada no sea suficiente para atender la demanda, lo que ha obligado a complementar el suministro extrayendo agua de pozos subterráneos.
El agua de pozo, aunque tiene una mayor dureza, «cumple con todas las normativas establecidas para garantizar su calidad y seguridad», destacan desde el Consistorio que admite también que «de manera ocasional, y como consecuencia de obras o mejoras en las redes, puede ocurrir que los usuarios detecten pequeñas trazas de arena en el flujo de agua. Estas situaciones son puntuales y no afectan a la calidad general del servicio».
En la misma línea, fuentes de la empresa que da servicio, Aqualia, explican que en esta zona, por la demanda de la temporada alta, han ido «justos» a la hora de suministrar, por lo que han tenido que «meter más caudal de pozo, como sucede otros años». Avanzan que ahora que ya está bajando la presión extra de la población turística irán reduciendo la proporción de pozo y todo volverá a la normalidad. «Tenemos un volumen asignado máximo de agua desalada y no lo podemos sobrepasar», añaden.
Indignación por un “trato discriminatorio”
Los residentes que denuncian esta situación dudan mucho «de que se esté surtiendo con este agua de mala calidad a establecimientos hoteleros» y consideran esta situación «un agravio hacia quienes viven todo el año en la isla y pagan impuestos e infraestructuras».
“Esto demuestra que Ibiza está dando la espalda a un problemón con el agua. No hay agua para todos y seguimos creciendo sin control. Los hoteles de lujo tienen piscinas, spas, jacuzzis y jardines tropicales que consumen una cantidad brutal de agua, mientras los vecinos tenemos que ducharnos con agua salada que hasta nos irrita la piel”, lamentan.
Un problema que podría ser generalizado
Aunque las quejas se concentran en Puig d’en Valls y Jesús, algunos afectados sospechan que no se trata de un caso aislado.
“Queremos pensar que esto pasa también en muchos otros puntos de la isla. Los residentes somos los que pagamos todo, los que sostenemos con nuestros impuestos, y nos estamos comiendo un agua de pésima calidad. Eso no puede ser así”, critican.
Los vecinos aseguran sentirse abandonados y denuncian que la situación pone en evidencia los límites del modelo de crecimiento de Ibiza y la falta de una gestión equitativa de un recurso tan básico como el agua.