‘El Programa del Verano’ fracasa al intentar comprar droga caníbal en Ibiza

@D.V./ A pesar de las declaraciones de las autoridades sanitarias y policiales desmintiendo la existencia de ninguna ‘droga caníbal’, una parte de los medios de comunicación nacionales continuan erre que erre con la que ha sido una de las ‘serpientes de verano’ de este año. Unas noticias que serán olvidadas a partir de septiembre cuando empieze el nuevo curso político, pero al que se le intenta sacar todo el partido posile mientras dure el mes de agosto.

Este martes, el magazine matinal de Telecinco ‘El programa del verano’ dio un paso más y envió a un equipo de grabación a Ibiza para comprar el famoso MDPV que supuestamente provoca brotes de canibalismo. Aunque, en realidad, el reportaje -de sólo dos minutos y medio- es un absoluto fraude y, evidentemente, no consigue comprar ni ‘droga caníbal’ ni nada parecida. Así, el reportero en vez de realizar una exhaustiva búsqueda por la isla, se limita a hacer un breve paseo por el barrio de sa Penya con una cámara oculta, charla con un par de camellos que le ofrecen cocaína y marihuana, y llama por teléfono a un supuesto camello que dicen que vende ‘droga caníbal’ pero que no, que tampoco vende. Una gestión errónea que se ilustra con imágenes extraídas de internet de sujetos que reaccionan con violencia y que se mueven compulsivamente.

Ante este primer fracaso -que tampoco indica gran cosa- la profunda voz en off que ha acompañado el reportaje se realiza la pregunta: ‘¿Cómo ha entrado en la isla la droga de la que todo el mundo habla?’. Una pregunta absurda ya que la droga de la que todo el mundo habla no existe y que el resto de las drogas entran como entra todo en una isla: por mar o por aire.

Finalmente, el anunciado reportaje sobre la ‘droga canibal’ se ha llimitado a un breve paseo por Sa Penya, una visión reducida de los reportajes que ya vimos en su momento con Callejeros, y que a pesar de sus groseros recursos de manipulación televisiva -música como de miedo con redobles de tambor, imágenes movidas con cámara nerviosa, voz en off grave y afectada que parece insinuar cosas terribles- lo cierto es que también ofrece una realidad que no por conocida resulta menos dolorosa de ver, y es que Sa Penya continua siendo un supermercado de la droga, una situación que permanece inmutable año tras año.