Carlos Ramis Palau (Ibiza, 1997), más conocido por el pseudónimo artístico de ‘Karlus’, acaba de publicar su primer álbum en solitario, ‘Nova Ebusus’ (Picap). Este disco contiene once canciones en las que este ingeniero informático ibicenco despliega un imaginario sonoro y personal en el que no faltan brumas electrónicas, sintetizadores, melodías y melancolía postmilenial.
Después de vivir unos años en Barcelona, Karlus ha regresado a la isla, y la publicación del nuevo disco coincide también con el inicio de una nueva etapa profesional. Justo en el inicio del periplo promocional, que incluye varias entrevistas en medios nacionales y autonómicos, este joven vecino de Jesús nos atiende para hablar de música y de cómo es la Ibiza que se ha encontrado a su regreso. Si se convierte en la nueva figura de la escena synthpop, siempre podrán decir que su primera entrevista la leyeron en Noudiari.
-El disco se llama Nova Ebusus. Con este título, supongo que hablarás de temas de la isla, ¿no?
-Sí, pero no soy súper explícito. Hago muchas referencias, se habla de un viaje, de volver a Ibiza e idealizarla y también de conocer a una persona e idealizar esta relación. Y cuando se rompe la relación es también como romper con esa visión ideal de la isla. No son las cosas fáciles aquí. Me será más difícil independizarme, encontrar un lugar donde tocar, pagar un alquiler… Y te dices que si nosotros no hacemos algo para cambiar esto, si queremos una Ibiza diferente a la que hemos conocido y a la que tenemos, algo habrá que hacer. El disco termina con el mensaje de ponernos manos a la obra, que los que vivimos en la isla hagamos algo por ella. Pero no se dice explícitamente en ningún momento. Mezclo mi vida con mis experiencias con la isla. Hablo de ella a través del filtro de mi vida romántica o de mi familia y mis amigos.
-Esto me hace pensar en el último disco que Bad Bunny, que para hablar de un desengaño amoroso utiliza el símil del turismo: pasaste como un turista por mi vida, viniste a divertirte unos días y no te interesaste en conocerme ni en saber cómo soy…
-Sí, uno de los objetivos que me puse era que con las letras no supieras si le hablo a la isla o si hablo de una persona querida, y se juega mucho con esta dualidad.
-Eres ingeniero de software. ¿Esta formación te ha ayudado para la creación musical?
-Estudié ingeniería de sistemas audiovisuales, y en esta materia trabajas tanto el procesamiento de audio como la imagen. Hice muchas asignaturas de arquitectura acústica, producción sonora. Estudias los efectos que le pones a una foto o a un audio, el rever, por ejemplo. Es una carrera muy abierta, haces muchas cosas. He acabado dedicándome a ingeniero de software.
–¿Y la paleta de sonidos de una canción cómo la enfocas?
-Nace del juego. En plan, tengo este sonido y quiero hacerlo sonar así. Con las herramientas que tengo, ¿cómo puedo hacer para que suene como quiero? Vas probando, buscando lo que cuadra y desechando lo que no cuadra…
-Pero en qué piensas primero, ¿en la melodía o en la base rítmica?
-Viene de lo que te decía, del juego. Ir improvisando y cuando veo que algo funciona, me lo quedo. Por ejemplo, me aparece un estribillo que mola y de ahí intento construir una canción. O saco tres acordes y si veo que molan, empiezo a hacer versos. Yo no soy músico, por tanto, a la hora de hacer acordes tiro de internet. Por ejemplo, quiero hacer una canción en sol menor, ¿cuáles son los acordes en sol menor? Los pruebo. Si veo que cuadran, tiro por allá. Tengo buen oído, en plan, sé identificar una melodía, cuándo los acordes suenan bien y cuándo suenan mal.
-¿Por qué empezaste a hacer canciones?
-La música es lo que más me gusta en el mundo. Un razón es esta, y la otra es que desde siempre he intentado expresarme de manera artística. Antes siempre lo hacía a través de fotos hasta que empecé a jugar con programas de creación musical. Primera era como un hobby y me salían cosas horribles, pero con el tiempo he ido mejorando y aprendiendo. No puedo decir en qué momento exacto decidí hacer canciones.
-¿Qué referentes musicales tenías?
-Mi máximo referente es Bring me Horizon, un grupo de metal del Reino Unido. Su cantante, Oliver Sykes, es una persona que me inspira mucho porque no es muy técnico en cantar ni en la música, pero ha logrado que su banda sea de los mejores grupos de metal ahora mismo. Me inspira mucho el hecho de que, aunque no lo hagas de una manera perfecta técnicamente, si lo que expresas es de verdad, llegarás a mucha gente.
-Bueno, para cantar no hace falta una buena voz, pero son necesarias otras cosas. Bob Dylan no habría pasado un casting de Operación Triunfo, por ejemplo. Pero me sorprende que digas que tu referencia es un grupo de metal porque, escuchándote, lo que me ha venido a la cabeza es el vaporwave.
-El vaporwave era una escena en la que no entré mucho en su momento pero sí, estaba súper. A ver, a cada uno le llega lo que le llega y cada canción es un mundo. Encuentras un vaporwave, una bachata, una cosa más rapeada, un tema de drum’n’bass. No me cierro a nada.
-¿Y ahora qué es lo que más escuchas?
-De todo. A ver, de la escena española me encanta Rosalía, también Judeline. Hay un inglés que se llama Iglooghost que hace cosas súperguays. También hay una chica coreana que se llama Effie que hace un trap muy loco. Para entrenar me pongo postmetal, por la mañana me pongo música clásica. Debo parecer el típico que dice “me gusta todo”, pero es que es literal. Pero bueno, yo fundamentalmente soy metalero.

-Tema del autotune. Aquí creo que es lo que más marca la brecha entre vuestra generación y la mía. Vosotros tenéis completamente integrado el autotune como una herramienta musical, pero a los que tenemos algunos años más, nos parece estar escuchando a Alvin y las Ardillas.
-A mi me gusta mucho jugar con el autotune para intentar hacer sonoridades, para acelerarlas… Hay canciones que tiran los agudos de manera increíble y, sí, a veces parece que es Alvin y las Ardillas, pero es algo buscado y que no nace para suplir las carencias vocales, musicales o técnicas. Y aunque tenga carencias, hago una cosa que solo puedo hacer yo. El autotune es un plug-in más que tengo en el ordenador, una herramienta.
-El punk del 77 lo hacía gente que no sabía tocar y tampoco sabía cantar, y consiguió una música extraordinaria. Una carencia se puede convertir en una fortaleza.
-Sí, al 100%. Hay algo muy punk en todo lo que hago y es algo de la escena de ahora en Ibiza, en plan do it yourself. Y mola porque salen cosas únicas y originales.
-Cantas principalmente en eivissenc. ¿Por qué has escogido esta opción lingüística?
-La primera canción la hice en eivissenc, luego hice canciones de trap en castellano, pero después hice el remix de ‘Jo tinc una enamorada’ que la canté en eivissenc y me dice, hostia, me siento súper cómodo, me salen los versos más fáciles, saco melodías y sonoridades más guays. Ahora, cuando me escucho cantar en castellano, me digo que qué mal que suena. No tingo ningún problema con la música en castellano, por supuesto, pero canto así.
-Ahí tienes a Mushkaa, Julieta o Maria Hein que triunfan cantando en catalán. Mushkaa dijo en una entrevista que en cierta escena urban madrileña el catalán es visto como algo guay, bohemio, alternativo.
-Sí, a ver, que yo escucho música en coreano y no sé lo que dicen. O a Rosalía no se le entiende cuando canta.
-Habla en ‘rosaliesco’. Como Nathy Peluso, que tiene un idioma propio.
-Y te sirve para hacer sonoridades chulas con el lenguaje, que te sirva para disfrutar. Tengo claro que quiero cantar en mi lengua pero no hago desde un punto reivindicativo, en plan, ¡por la lengua! ¡por Eivissa!
-¡Por las precarias! [Imitamos a Soy Una Pringada. Risas. La entrevista prosigue] Te han entrevistado en ‘Generación Ya’ de Radio 3 y la semana que viene la tienes completa con entrevistas en medios de Catalunya y Mallorca, incluso en medios nacionales. Supongo que el siguiente paso será meter la cabeza en el cartel de los festivales. ¿Cómo se logra eso?
-Bueno, eso es la discográfica que está detrás y ayuda. Se lo están currando mucho. La entrevista en Radio 3 fue increíble. Y lo de tocar… bueno, la verdad es que en Ibiza no me están haciendo mucho caso. Aquí están sucediendo cosas muy interesantes pero se le hace poco caso. Yo estoy en otro proyecto paralelo, Púniks, el grupo que tengo con Slim Samurai, que hacemos música urbana, y el Institut d’estudis Eivissencs nos dio una mención… pero prácticamente no hemos tenido oportunidad de tocar. Y mira que lo he intentado ¿eh? Me he movido para hacerlo en alguna fiesta patronal pero es muy difícil encontrar una oportunidad en Ibiza para tocar, hay muy pocas puertas abiertas. Lo pude hacer con el KestiKlab y poco más. En Mallorca, por ejemplo, hay una escena alternativa muy chula que creo que deberíamos imitar. Bueno, ahora que ha salido el disco volveré a hacer la ronda de llamar a todas las puertas y a ver si hay más suerte.