Begoña Fernández / La ilustradora Violeta Lópiz (Ibiza, 1980) es Premio Nacional de Ilustración 2025, sin embargo, su obra apenas se encuentra en el mercado español, algo que achaca a que su trabajo «no es comercial», y no interesa a las editoriales nacionales más afanadas en mercantilizar obra de fácil consumo y superventas.
Lópiz, que reside en Perú desde hace siete años (la edad de su hija), se encuentra en Madrid estos días para participar en la segunda edición del Festival internacional de literatura infantil y juvenil ‘Abrapalabra’, que se celebra hasta el 21 de diciembre, y para el que ha hecho el cartel inspirado en su obra ‘Les poings sur les Îles’ (2011) que, precisamente, no está editada en España.
«El drama de mis libros es que muchos están impresos en Portugal, Francia, Estados Unidos o Corea», pero no llegan a España por lo que la concesión del Premio Nacional fue una «enorme sorpresa» que entiende como un reconocimiento de un jurado del gremio de ilustradores, y no por el éxito de público español, donde es prácticamente desconocida.
«No soy popular»
Lópiz insiste en que no es una ilustradora popular: «No soy una vendedora excepcional de mi trabajo y mis libros son todos distintos, algo que choca con las editoriales que buscan líneas reconocibles».
También reconoce que su obra es «poquita, pero concentrada» y no desaparece del mercado inmediatamente, que es lo que está pasando con muchos libros: «Mis álbumes ilustrados no son flores de un día».
Su último libro publicado (este sí ha llegado a España) es ‘La verdadera historia de la ratita que nunca fue presumida’, editada en 2020 por Las Malas Compañías y con texto de Ana Cristina Herreros.
Un cuento popular, que aborda la violencia de género y que fue publicado al mismo tiempo por la editorial estadounidense Enchantted Lyon, que abrió un nuevo sello (‘Unruly’) para incluir álbumes ilustrados experimentales y complejos.
Y es que Enchantted Lyon recoge todos sus libros. También en Corea del Sur, la editorial ‘Little cat in the noon’ dedica especial atención a su obra.
El económico, un motivo para trabajar fuera
Lópiz no ha encontrado buenos acuerdos económicos en España para trabajar, quizás porque su ritmo que no encaja con la productividad del mercado: «Me compensa más tener un contrato en Estados Unidos».
Antes de residir en Perú, Lópiz estuvo once años viviendo en Berlín, donde trabajó muy bien por la fluidez del movimiento artístico.
Sin embargo, una crisis de salud tras una época de creación intensiva en Berlín y posterior vuelta a España, la llevó a replantearse su vida por lo que hace siete años se mudó a Perú y desde entonces apenas trabaja: «Llevo de parón un montón de años».
De hecho, la instalación ‘Microcosmos’ realizada, junto al grupo Gheada, para el festival internacional Abrapalabra es su primera creación desde que nació su hija (2019).
Las obras no editadas en castellano
Entre las obras no editas en España, Lópiz cita ‘Les poings sur les Îles’, publicada en Francia por Rouergue y galardonada en Corea del Sur con el Cj Picture Book Award.
El libro trata sobre un español que emigró a Francia de niño huyendo de la guerra: no ha tenido infancia, no sabe escribir ni leer pero sí entiende el lenguaje de pájaros y plantas.
Explica Lópiz que el título traducido como ‘Los puños sobre las islas’ viene a ser una expresión errónea que usa el abuelo emigrado y que reinterpreta su nieto, para decir que algo se hace con firmeza: «poner los puntos sobre las íes».
Otras obras que aún no han visto la luz en castellano son ‘Amigos do Peito’ (Figueira de Foz, Bruaá Ediçao e Design, 2015) donde explora las emociones de la cotidianidad infantil; ‘I pani d’oro della vecchina’ (Milán, Topipittori, 2012), un libro de duelo escrito tras la muerte de su madre y ‘La coda canterina’, de la misma editorial (2010).
EFE






