Situada a unas tres horas de Katmandú, cerca de la frontera con el Tíbet, una escuela acoge a 500 alumnos y alumnas de familias sin recursos que viven en aldeas remotas de esta zona montañosa. Allí reciben formación de calidad en inglés, alimentación diaria y materiales para estudiar. La financiación que lo hace posible viene de muy lejos, de un lugar situado a 7.500 kilómetros: Ibiza.
Esto es posible gracias al trabajo de Amavida ONGD, una pequeña organización que cuenta con el apoyo de varias empresas y particulares de Ibiza que no han querido dejar pasar la oportunidad de ayudar a estas comunidades a través de la educación de los pequeños. Toda esta solidaridad cuajó el pasado 23 de septiembre, cuando Cala Escondida, el famoso punto de encuentro ubicado en es Es Racó d’en Xic (Platges de Comte, Sant Josep), se convirtió de nuevo en escenario de un evento que ya es tradición en Ibiza. Con la energía de voluntarios, artistas y vecinos de la isla, se recaudaron fondos destinados íntegramente a Amavida ONGD que, a su vez, destina el cien por cien de todo el dinero a la escuela nepalí.
La cita, organizada y patrocinada por el famoso chiringuito, contó con la implicación de su propietaria, Tess Harmsen, y con toda la energía y trabajo de la portavoz de Amavida, Anita, que destaca la importancia de la colaboración: “Somos una asociación muy pequeña, no tenemos sueldos ni oficinas en España, todo lo que recaudamos se destina directamente al colegio en Nepal”, remarca en conversación con Noudiari.


Un evento entre sonrisas y solidaridad
El encuentro tuvo como protagonistas a los artistas de circo Gina Segura, conocida como “La Churry”, clown internacional, y su marido Josué, malabarista y mago. Entre números de humor, juegos y venta de papeletas, consiguieron arrancar risas y, al mismo tiempo, recaudar fondos para la rifa solidaria. Restaurantes y hoteles de la isla colaboraron donando cenas y experiencias que se sortearon al final de la jornada.
Una colaboración de nueve años
La relación entre Cala Escondida y Amavida comenzó tras el terremoto de 2015 en Nepal. Al año siguiente, Tess viajó como voluntaria y desde entonces nació una alianza que ya dura nueve años. Una de las fórmulas de recaudación más curiosas es el depósito de vasos reutilizables en el chiringuito: si el cliente no lo reclama, el dinero se dona íntegramente a la escuela. «Trabajamos con ellos desde hace años y yo misma he viajado a Nepal tres veces con Amavida. He estado ahí, en el colegio, y tengo contacto con ellos muy a menudo. Sabemos de primera mano cuál es su trabajo, lo apoyamos y hacemos bastantes cosas con ellos… y además con súper buenos resultados», valora Tess Harmsen.
Gracias a estas y otras iniciativas, se recaudan alrededor de 20.000 euros anuales. Con esos fondos, Amavida ha reconstruido y ampliado la escuela, ha puesto en marcha el comedor e incluso ofrece transporte a los alumnos.
Una escuela que transforma vidas
Situada a unas tres horas de Katmandú, cerca de la frontera con el Tíbet, la escuela acoge a 500 alumnos y alumnas de familias sin recursos. Allí reciben formación de calidad en inglés, alimentación diaria y materiales para estudiar.

“Con el dinero pagamos los salarios de los profesores, las matrículas de los niños que no pueden cubrirlas, la comida y los autobuses”, explica Anita. Este año, además, parte de los fondos se destinaron a algo muy especial: dos alumnas, que obtuvieron una de las mejores calificaciones de todo Nepal, podrán cursar estudios universitarios privados gracias al patrocinio de Amavida.
Lo que comenzó como una respuesta solidaria tras el terremoto, hoy es un proyecto estable que garantiza educación y futuro a cientos de niños y niñas en una de las zonas más remotas de Nepal. Y todo gracias a una red de colaboración entre Ibiza y el Himalaya que demuestra cómo la suma de lo que pueden parecer pequeños gestos locales puede transformar vidas a miles de kilómetros.



“Cada año volvemos a Nepal con el dinero recaudado, y cada año la escuela crece un poco más”, dice Anita con orgullo. Y es que, detrás de cada papeleta, cada vaso no devuelto y cada risa compartida en Cala Escondida, hay una oportunidad de futuro para un niño o una niña en Nepal.
En esta publicación, bajo estas líneas, se puede ver cómo fue el evento y las empresas y personas colaboradoras.