Lluvias de ‘barro’ recientes (cuando hay precipitaciones después de varios días de calima), coches polvorientos, plena temporada alta… la tormenta perfecta se crea cada día en los túneles de lavado de una empresa ubicada en el carrer de Cas Dominguets, en el polígono de Es Gorg de Ibiza, cuando los coches se apelotonan en el acceso y bloquean por completo el paso a los demás vehículos que tienen que acceder al polígono o al aparcamiento disuasorio.
Estos hechos se han convertido en un foco de quejas por parte de conductores y vecinos, que han hecho públicas sus demandas a este medio y a través de redes sociales. La espera de numerosos coches para acceder al servicio provoca largas colas que bloquean uno de los carriles principales (incluso hay momentos en los que los dos están afectados), dificultando la circulación de quienes se dirigen hacia el puerto o continúan en dirección a otras vías de la ciudad.
La situación se intensifica en horas punta, coincidiendo con la entrada o salida laboral, cuando la densidad de vehículos es mayor. Los coches que esperan para acceder al lavado se detienen en medio del carril de circulación, en algunos casos sin señalizar la maniobra, lo que genera retenciones y obliga a frenar de manera brusca a los demás conductores que acaban de tomar ese cruce. Este comportamiento no solo ralentiza el tráfico, sino que también aumenta el riesgo de colisiones y roces en un punto especialmente concurrido.
Hay que recordar que en este polígono confluyen trabajadores y trabajadoras de todas las empresas ubicadas, todos los vehículos de empresas relacionadas, además de los clientes de varios gimnasios, los clientes de Ikea y de un gran almacén, por no contar a los conductores que aparcan en la zona como aparcamiento disuasorio y a los trabajadores que ahora levantan el centro de baja exigencia de es Gorg y toda la maquinaria asociada.
El problema no es nuevo. Vecinos y usuarios habituales de la vía coinciden en que se trata de una situación que se repite prácticamente a diario, lo que convierte este tramo en un auténtico embudo. La falta de un espacio específico para que los coches esperen su turno en el túnel de lavado repercute directamente en la movilidad urbana.
La sensación de caos se agrava cuando algún vehículo que circula por el carril interior decide incorporarse de manera repentina al lavado, una maniobra que sorprende a los conductores y obliga a maniobras de evasión de última hora.
La situación pone de relieve la necesidad de una mayor regulación del tráfico en este punto concreto. Aunque la problemática es bien conocida por quienes circulan habitualmente por la zona, hasta el momento no se han implementado medidas específicas para ordenar la circulación ni para minimizar el impacto que las colas del lavado tienen sobre la movilidad general.