La Torre des Savinar —también conocida como Torre des Jueu o Torre del Pirata, por la novela de Blasco Ibánez Los muertos mandan, en la que la cita con este nombre— se alza sobre un acantilado de unos 200 metros frente a los islotes de Es Vedrà y Es Vedranell, en un terreno de titularidad privada dentro de la Reserva Natural de Cala d’Hort en el municipio de Sant Josep de la isla de Ibiza. Data de mediados del siglo XVIII y es un Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1949.

Es una de las imágenes más reconocibles de la isla de Ibiza internacionalmente y, prueba de ello, es que su silueta ha protagonizado campañas de promoción turística del Govern balear y del Consell de Ibiza y que las fotografías que combinan la perspectiva de la torre con Es Vedrà de fondo han tenido un gran protagonismo en ferias turísticas y, en los últimos tiempos, han sido marco de selfies y fotografías para redes sociales de millones de turistas.
Todas esas imágenes han atraído, a su vez, a otras miles de personas a este lugar, cuya masificación ha alcanzado tal punto en los últimos años que tanto vecinos como Ayuntamiento de Sant Josep han tomado medidas para controlarlo en forma de cierre de aparcamientos, habilitación de una zona de parking controlada y corte de los accesos a pie a s’Era des Mataret con el fin de frenar —al menos— la llegada masiva de personas y, sobre todo, la celebración de eventos masivos: desde fiestas con djs conocidos internacionalmente, como fue el caso de Diplo, a bodas o encuentros espirituales.
Sin embargo, aunque la situación ha mejorado sensiblemente, ha quedado un rastro de ese deterioro en la torre, de 262 años de historia, que se puede considerar casi un símbolo de lo que deja tras de sí determinado tipo de turismo y de residentes incívicos: pintadas, grafitis, puertas reventadas y piedra erosionada.
Bajo estas líneas, una creadora de contenido muestra cómo acceder a la torre por la ventana lateral (dado que hay una reja en la puerta principal) y lo hace, irónicamente, apoyándose con los pies en la señal derribada y destruida que instaló el Consell d’Eivissa en su día y en la que se señala que es un BIC protegido.


La puerta principal, que era de madera, fue reventada hace años y se instaló una reja. Lo cual no ha impedido que la gente acceda por el ventanuco lateral.
Una vez en el interior, muchos visitantes no se han limitado a acceder a la parte superior de la torre para ver las vistas y sacarse fotos sino que han cubierto los muros de grafitis, tags (forma más básica de grafiti, normalmente una firma), pintaras de nombres de turistas que pasaron por allí y hasta frases románticas. En lo alto de la torre se han llegado a encender fogatas y también se han pintado grafitis.
No solo suben influencers y turistas sino que la localización se ha utilizado para rodar vídeos promocionales de eventos y experiencias “espirituales”, pinchar música electrónica al atardecer y hasta montar acampadas ilegales. Y eso ha dejado muchas veces un rastro de basura: velas, colchonetas, latas… Erosión y deterioro de un bien cultural protegido.

Más que disfrutar del paisaje, lo que cuenta es cazar un vídeo o foto en este “selfie point” donde el respeto por el patrimonio brilla por su ausencia.
Durante los últimos años diez años es cuando el deterioro ha sido más grave. Antes era un lugar recóndito al que la gente llegaba de excursión pero no era tan habitual que los turistas entrasen y subiesen a lo alto de la torre. Al menos, en general, aunque sí hubo algunos incidentes llamativos en el pasado como el famoso caso de 2002 en el que fue encontrado un hombre muerto, parcialmente carbonizado en lo alto de la Torre des Savinar. El cadáver estaba rodeado de velas, incienso, cuarzos… por lo que la escena recordaba a un ritual.
Además de ser BIC, al formar parte de un espacio natural protegido, el entorno inmediato de la torre, s’Era des Mataret, también está sujeto a limitaciones: ni eventos privados, ni acampadas, ni rodajes comerciales deberían estar permitidos sin control. La realidad ha sido otra durante muchos años.
Hay que recordar, además, que hay una Ley de Patrimonio Histórico de Baleares que obliga a actuar para conservar estos lugares y permite multar a quien dañe, degrade o utilice sin permiso un bien protegido… e incluso impone la obligación ciudadana de denunciar cualquier conducta que atente contra su conservación.



Y, sin embargo, cualquiera que entre hoy en redes sociales como Instagram o TikTok encontrará decenas de vídeos, algunos profesionales, con personas accediendo o ya subidas a la torre, con Es Vedrà de fondo.
Tras el vallado del terreno que da acceso a la torre y el control del aparcamiento, la masificación del lugar ha bajado, pero todavía hay gente que se adentra saltando la valla y accediendo a la torre. En sus años de historia ha pasado de ser vigilante de piratas a ser testigo de otro tipo de invasiones: víctima silenciosa de la Ibiza del postureo, el marketing de la espiritualidad y el todo vale para promocionar y vender algo.
La historia de la torre más fotografiada… y maltratada
La Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera explica que esta torre fue concebida dentro del plan borbónico de defensa litoral e insular de los territorios hispánicos. Fue proyectada hacia mediados del siglo XVIII por el ingeniero Joan Ballester de Zafra, entonces ingeniero director del Reino de Mallorca. La construcción finalizó en 1763.
Como ocurrió con la mayoría de torres litorales de las Pitiusas, nunca llegó a recibir su dotación de artillería ni de personal de servicio. Eduardo J. Posadas apunta que en 1767 el capitán de milicias del quartó de Portmany, al que pertenecía la torre, reclamaba que fuera artillada, ya que ese lugar era uno de los más peligrosos del quartó, que no disponía de otros medios de defensa más que una guardia diaria que él mismo asignaba.


Responde al esquema general de las torres construidas en el siglo XVIII: alzado troncocónico, dos plantas y una plataforma o azotea con parapeto vertical continuo. Los muros son de mampostería y las molduras de sillería de marés. El acceso era elevado, mediante la habitual puerta-ventana, originalmente accesible mediante una escalera de cuerda; aunque, una vez anulada su función defensiva, se construyó una rampa de obra para facilitar su uso.
y no se pueden multar a estos que se graban al interior de la torre ya que ofrece prueba material de la infracción?
encima hacerse publicidad con cosas ilegales y que comprometen la salud de la isla es brutal y dice mucho en qué tiempos vivimos, tiempo donde la individualidad ha enterrado el sentido de colectividad y donde lo importante es ganar a cuesta de todo y de todos. muy triste!