“Brindis al sol” y “operación cosmética sin ninguna medida real”. El GEN -Grup d’Estudis de la Natura- no ha ahorrado críticas a las medidas de ahorro de agua y de lucha contra la sequía que aprobó por unanimidad el viernes pasado el pleno del Consell de Eivissa.
Para el grupo ecologista, el grueso de medidas anunciadas suponen repetir “más de lo mismo”, al no contemplar una reducción del consumo. “Esto no funciona así, no ha funcionado nunca y no funcionará a partir de ahora”, ha explicado Neus Prats, portavoz del GEN: “Cada vez hay más crecimiento urbanístico, cada vez hay más piscinas, cada casa que se construye tiene una piscina, cada promoción urbanística incluye una piscina, no hay restricciones al consumo de agua en las casas, y Sant Antoni y Sant Josep anuncian unos planteamientos urbanísticos que implican nuevos crecimientos de población”.
Ante este panorama, según Prats, todas las medidas anunciadas “están abocadas al fracaso y además el cambio climático empeorará todavía más la situación”.
La panacea de las desaladoras
El plan que anunció el viernes pasado el Consell incluye medidas dirigidas a modernizar las infraestructuras del ciclo del agua para minimizar las pérdidas, mejorar y ampliar las plantas desaladoras, fomentar el uso de agua regenerada tanto en el ámbito agrícola como en el ambiental y evitar la sobreexplotación de los acuíferos. También se adoptó el compromiso de encargar estudios de viabilidad para la recarga de acuíferos y el almacenamiento del agua desalinizada, así como la creación de nuevas balsas de riego.
“Las desaladoras no dan al abasto”, ha insistido la portavoz del GEN, quien se ha mostrado muy escéptica respecto a que estas infraestructuras resuelvan nada: “Puedes poner más desaladoras, pero si autorizas más urbanizaciones, más piscinas, más incremento poblacional, eso se queda en nada”.
Prats también ha advertido del coste que implica el agua desalada: “Tarde o temprano sucederá lo que ha pasado con la tasa de basuras, donde la ley ha obligado a repercutir en los usuarios el auténtico coste de la gestión de residuos. Aquí tenemos una población de 150.000 personas pero estamos pagando el ‘basurazo’ de lo que generan los 3 millones de turistas que pasan por aquí”.
“Con el agua, tarde o temprano, sucederá lo mismo. Ahora mismo no estamos pagando en el recibo del agua el costo que tiene desalarla, que es elevadísimo. El día que tenga que repercutir el coste real, tendremos un problema”.

Para el GEN, la única solución para salvar la actual situación crítica es establecer restricciones y penalizar el despilfarro: “Debería haber un control absoluto de la cantidad de agua que se gasta por habitante y tener la posibilidad, con los actuales contadores digitales, de que a partir de un determinado consumo, cerrarle el grifo a alguien”.
“¿Cómo puede ser que una sola casa gaste lo mismo que una población de 500 personas cada día y aquí no pase nada? ¿Cómo puede venir un millonaria que tiene unas piscinas grandiosas y las vacíe y las vuelva a llenar”, se ha preguntado Prats, quien ha solicitado medidas drásticas: “Si no tenemos agua, no podemos crecer más. Creo que la gente todavía no es consciente que estamos en una situación dramática”.