En la sede de su empresa familiar, Frutas La Palentina, en Sant Jordi, el presidente de la patronal Pimeef, Alfonso Rojo, repasa con tono realista —aunque sin renunciar al optimismo, que cree más necesario que nunca— los principales desafíos que enfrentan las pequeñas y medianas empresas de Ibiza y Formentera. El crecimiento de la economía sumergida y la falta de respuesta efectiva ante problemas como la vivienda, el intrusismo o el relevo generacional son algunos temas que aborda y de manera directa pide hablar de absentismo laboral y reducción de jornada, dos temas que a las empresas privadas de Ibiza les preocupa y mucho.
P. ¿Se están cumpliendo las previsiones optimistas que se manejaban respecto a la temporada turística? El arranque ha sido bastante irregular según indican diversos sectores.
R. Tiene muchas lecturas. Empezó muy bien con Semana Santa, que venía en una fecha propicia. Mucha gente se animó a abrir y tuvimos muy buena ocupación. A principios de mayo estaba toda la oferta abierta, pero sin los volúmenes de julio y agosto, de modo que la clientela se repartió. Quizás los mismos empresarios nos habíamos creado unas expectativas importantes para mayo pero, finalmente, lo catalogamos dentro de lo normal. Lo que ocurre es que la mayoría de las empresas tenemos las plantillas completas muy a los inicios de la temporada porque, si esperas, no vas a encontrar personal. Lo mismo ha pasado con los hoteles: la práctica totalidad de la oferta se ha abierto a día 1 de mayo. Si no lo hacen, se encuentran con que no pueden contratar personal más adelante. Esa es la explicación de que mayo parezca que ha pinchado.
P. Escasez de vivienda para los trabajadores, poco personal cualificado… ¿cómo se ha resuelto este año la contratación? ¿hay cada vez más problemas para encontrar personal?
R. Las empresas con más problemas para completar plantillas son las de poco arraigo, con empresarios que van a abrir locales nuevos. Somos muchísimas las empresas que trabajamos todo el año y que intentamos mantener una plantilla estable (como mínimo en un 50-60%) aunque, evidentemente, no tiene nada que ver el volumen de trabajo de invierno con el de verano.
P. Cada año vienen temporeros a Ibiza pero ¿se ha tenido que ir a por ellos?, es decir, ¿el empresario ha tenido que moverse y contratar fuera de Ibiza para poder completar plantillas?
R. Hay sectores muy concretos en los que se necesitan un personal cualificado que tienen que buscar profesionales fuera. Para un supermercado buscar un carnicero profesional es algo prácticamente imposible. Lo mismo sucede con los pasteleros y panaderos. Hace ya unos cinco años que han tenido que ir a buscarlos a Asturias y al norte en general. Ya no se encontraban esos profesionales aquí. En el oficio de panadero hay que vivir casi a contracorriente por los horarios y la gente quiere una calidad de vida, conciliar… Hay muchas casuísticas…
Intrusismo, economía sumergida y trabajadores migrantes
P. ¿Esta situación ha llevado a mucha economía sumergida, con muchos trabajadores sin papeles trabajando?
R. Ese es nuestro caballo de batalla: la lucha contra la ilegalidad. Nosotros tenemos que cumplir una legalidad estricta y eso, a veces, hace muy difícil nuestro trabajo mientras, por otro lado, sufrimos intrusismo o condiciones laborales totalmente fuera del mercado. Nosotros hemos dicho que sería muy interesante que nuestros empleados pudiesen hacer más horas extras en nuestras empresas, porque, si no pueden hacerlas con nosotros, se van a otros sitios a media jornada de forma ilegal. Cumpliendo la legalidad estás con las manos atadas. La gente necesita ese dinero y, desafortunadamente, caen en manos de desaprensivos para poder cubrir sus jornadas.
P. A día de hoy, ¿Ibiza se sostendría sin los trabajadores migrantes?
R. Hablas de trabajadores migrantes pero en Ibiza, históricamente, ha habido trabajadores de temporada. Antes venían trabajadores españoles de la Península, algunos de zonas rurales y, ya desde hace muchos años, pues todo tipo de nacionalidades. No me gusta distinguir entre migrantes y no migrantes. Todos vienen a trabajar en la isla y a aportar.
Vivienda: escasez, estafas y asentamientos
P. Muchos migrantes extranjeros tienen más problemas de acceso a una vivienda y muchos acaban en los asentamientos.
R. Sí, lo que inicialmente ha sido una anécdota, la excepción, desgraciadamente en los últimos años se está institucionalizando pero hay diferentes casuísticas. La primera es la especulación que existe con el alquiler y los ataques que ha sufrido. Y digo ataques porque, evidentemente, el alquiler vacacional no reglado ha quitado muchísima vivienda del mercado. La codicia y la avaricia colectiva por el alquiler tiene unas consecuencias en la falta de vivienda y en toda una economía sumergida de dinero no declarado. No es normal que alguien tenga que pagar el 70% de su sueldo en una vivienda y que eso no esté reflejado en algún sitio. Esa codicia colectiva va a seguir creciendo y, con ella, el problema que tenemos todos. Si a esto sumamos que eres extranjero, aunque tengas tus papeles legales, el propietario del piso puede desconfiar porque no estás afincado en Ibiza, te irás al final de temporada… y preferirá alquilar a otras personas. Muchos empresarios hemos conseguido vivienda para los trabajadores poniéndonos a nosotros como garantía. Nuestro trabajo no es es alquilar vivienda, pero hemos visto que así al menos te garantizas una parte de la plantilla con seguridad.
P. ¿Los trabajadores les cuentan las estafas habitacionales que sufren?
R. Muchos se encuentran en manos de mafias que empiezan cobrándoles 350 euros por una habitación de dos camas compartida pero, llega agosto, y les exigen 800 euros o les echan. Nosotros hemos puesto nuestro nombre y nuestra garantía para alquilar pisos en los que podemos tener a nuestros trabajadores tranquilos, sabiendo que no les van a estafar. Los trabajadores lo agradecen mucho. Desafortunadamente no podemos dar alojamiento a todos los empleados. Prácticamente hasta el 30% de los empresarios encuestados por Pimeef están aportando vivienda para sus trabajadores. Lo estamos utilizando un poco como salario emocional para contrarrestar todas esas ofertas temerarias que sufren nuestros empleados de otros sectores o de otras.
P. ¿Qué balance hacen de la entrada en vigor de la Ley de control de circulación de vehículos en Ibiza? Ha traído un coletazo que afecta a los trabajadores que viven en caravanas…
R. (Tras pronunciarse en concreto sobre las caravanas) Desde Pimeef históricamente hemos peleado por que se controlen los vehículos de alquiler que entran en la isla: al menos saber qué número entraba porque nadie lo sabia y estaba todo absolutamente descontrolado. Son empresas de fuera que pagan los impuestos de circulación fuera de Ibiza, además. Estamos a favor de la ley, sobre todo para atajar ese tema, pero, evidentemente, toca otras realidades. Hay demasiada gente viviendo en asentamientos pero, proporcionalmente en relación al número de trabajadores que tenemos en la isla es residual.
El alcalde de Vila comentaba que habían detectado a inmigrantes en asentamientos que están acostumbrados a vivir así en sus lugares de origen [saharauis], con lo cual no lo ven como algo raro o diferente. Pero, independientemente de eso, nosotros no queremos que en nuestro país estén en esas condiciones. Si tuvieran acceso a una vivienda digna a un precio digno, seguramente lo escogerían. Hay que pensar que muchas personas han accedido a pisos, sí, pero incumpliendo la cédula de la habitabilidad, con 10 o 12 personas viviendo en un piso de 40 a 80 metros cuadrados. A veces una familia completa por habitación. Y eso no es de ahora. Lo que pasa es que todo eso ha explotado ya y se ha hecho más visible.
P. ¿Les preocupa el impacto para la imagen de Ibiza de todos los reportajes en medios nacionales e internacionales sobre estos asentamientos?
R. No será el presidente de Pimeef el que minimice el problema, pero el porcentaje de trabajadores temporales que están viviendo en esa situación no es tan alto.
Modelo turístico, intrusismo y legalidad
P. Cambiando de tema, ustedes han sido muy críticos con el impacto de las fiestas en villas y otras actividades económicas que operan fuera de la legalidad, mientras a los negocios reglados se les exige una carga burocrática considerable. ¿Cómo valoran esta situación?
R. Es que es inadmisible. Tú estás en tu negocio, cumpliendo normas, con inspecciones de sanidad, medioambiente o Hacienda entrando por la puerta sin previo aviso, y, al mismo tiempo, ves cómo se celebran fiestas ilegales en villas donde, encima, la policía necesita una orden para entrar. Y no solo eso: a veces los agentes llegan, llaman a la puerta y quien les recibe les amenaza. Te dicen que es un cumpleaños. ¿Un cumpleaños con 300 personas y DJ? Eso no es un cumpleaños, es una actividad económica ilegal.

P. ¿Cree que la ley es demasiado lenta o que falta valentía política para aplicar lo que ya existe?
R. Hay herramientas para actuar, pero hay que ser valiente y aplicarlas. La inspección se eterniza: llega el técnico, se elabora el expediente, se tramita, y cuando por fin llega el juicio, un año después, los infractores —en muchos casos extranjeros— ya no están ni en la isla. Es la perversión del sistema. En cambio, a nosotros nos exigen el cumplimiento inmediato de normativas de seguridad alimentaria, riesgos laborales, residuos, etc. Y mientras tanto, la actividad ilegal sigue campando a sus anchas.
P. ¿Considera insuficiente la labor inspectora del Consell y los ayuntamientos? Se ha anunciado una macrooficina de lucha contra el intrusismo, pero aún no se han hecho todas las contrataciones.
R. Lo anunciado está muy bien. El problema de la inspección no es solo que falten efectivos, sino que el proceso es muy lento y farragoso. Si detectas una actividad ilegal y tardas un año en sancionarla, ya no sirve de nada. Lo que necesitamos es rapidez y contundencia, porque el sistema actual desincentiva a quien quiere hacer las cosas bien. También en el transporte…. en el aeropuerto, por ejemplo, sabes quién está ofreciendo servicios de transporte ilegal, y no pasa nada. Mientras tanto, yo tengo que ir al parking y pagar un dineral, cuando hay gente que opera allí dentro sin control alguno. No es normal. Faltan controles y aplicación real de las normas.
Modelo de isla y turismo
P. Hace años se apostó por posicionar Ibiza como un destino de lujo. En perspectiva, ¿cree que fue una estrategia acertada? Se ha perdido parte del turismo familiar…
R. Ibiza nace de la diversidad y de la democratización. Es un sitio fantástico, con una gente fantástica. La gente fantástica es plural. No son solo los VIP. Es verdad que el turismo en Ibiza nace con el turismo familiar, pero, cuidado, nosotros hicimos campañas muy fuertes contra el todo incluido en los hoteles, que tenemos la memoria un poco corta, y también sabemos que el turismo familiar se concentraba solo en junio, julio y agosto. El turismo de lujo es bienvenido, pero no se puede destinar toda la oferta al lujo. Ibiza es una marca muy potente por la gran diversidad que hay de oferta.
Es cierto que muchos hoteles familiares se han reconvertido en ‘only adults’ con precios más altos pero creo que todavía sigue habiendo espacio en Ibiza para el turismo familiar. De hecho, hay zonas hoteleras donde todavía el turismo familiar no solo es bienvenido, sino que es que es la base.
P. Me refería también a otros costes añadidos, como el consumo de agua que hacen las villas de lujo en piscinas o jardines o la necesidad tan alta de personal que supone un hotel de lujo…
R. Es una cuestión de hacer cumplir la ley. Se criminalizó a las villas que utilizaban mucha agua para los jardines y piscinas pero hoy en día hay tratamientos del agua que permiten mantenerla durante años en una piscina, tratándola y no hace falta vaciar y rellenar… Y si quisieras hacer un jardín exótico con vegetación que exige mucho consumo de agua… pues no tienes licencia. Solo si tienes bosque mediterráneo. Y lo que comentas del personal, este tipo de establecimientos contratan o forman a personal cualificado. Creo que, por parte de las administraciones, al igual que hacemos promoción de turismo deportivo, también habrá que hacerlo por esas cadenas o empresas que siguen apostando por el turismo familiar. No creo en una isla solo de lujo. Incluso nosotros, como empresa, si solo nos quedamos con los hoteles de cinco estrellas y con los restaurantes top, estaríamos hablando del 30% del volumen de nuestro trabajo, inviable. Creemos en la diversidad y en la pluralidad.
P. Tal vez lo juzgue exagerado pero una parte de la población percibe una transformación del modelo hacia algo más parecido a Cancún o República Dominicana, con zonas exclusivas y una población local cada vez más desplazada.
R. El problema de la vivienda es real y dramático. Hay asentamientos irregulares, caravanas en los márgenes de los pueblos, gente enganchándose ilegalmente a la luz o al agua. Lo llevo diciendo desde antes de la pandemia: pedíamos aparcamientos regulados para trabajadores de temporada. Pero no se ha hecho. Y ahora hay caravanas por todas partes, muchas en situación ilegal, y hasta se alquilan por temporada. Es insostenible.
Sociedad, juventud y futuro
P. ¿Cómo ve el futuro de Ibiza? Muchos ibicencos están preocupados por la pérdida de poder adquisitivo y calidad de vida.
R. Yo tengo 60 años y, como muchos, veo con preocupación lo que dejamos a nuestros hijos. Pero quiero ser optimista. No podemos transmitirles solo mensajes negativos. Antes, muchos de nosotros entrábamos jóvenes al mundo laboral, nos formábamos trabajando y acabábamos siendo buenos profesionales. Con esfuerzo, accedíamos a una vivienda, aunque ya entonces no era barata. Pagábamos hipotecas durante 20 años, formábamos una familia y salíamos adelante.
P. Y eso evidentemente ha cambiado…
R. …muchísimo. Hoy los jóvenes no tienen ni siquiera el carnet de conducir a los 18, como hacíamos antes. Sacárselo cuesta mucho y muchos no pueden permitírselo. Eso les quita independencia para aceptar trabajos lejos de casa. Y esa es solo una parte del problema. Antes, mientras estudiabas, trabajabas. Ahora, muchos acaban la carrera con 25 años, suman másteres, postgrados… y entran al mercado laboral casi con 30, muy formados, pero sin experiencia… y a veces sin sueldo. El sistema de becarios ha sido perverso: se ha normalizado trabajar gratis. Nos duele ver que nuestros hijos, a diferencia de nosotros, no podrán comprarse una vivienda. Y eso genera frustración, impotencia.

P. ¿Qué les diría entonces a esos jóvenes?
R. Que entiendo sus dificultades, pero que también hay oportunidades aquí. Que salir fuera a trabajar está bien, pero que luego muchos vuelven porque sus raíces están en Ibiza. Lo importante es que no se resignen. No podemos permitirnos perder una generación. Insisto en que muchos de los problemas actuales se atajen aplicando las leyes que ya existen: acceso a la vivienda, el intrusismo… con voluntad política. No se trata de inventar más normas, sino de hacer cumplir las que hay. No sé cómo será nuestra empresa dentro de 10 años, pero seguro que no será igual que hoy. Por eso es clave que los jóvenes estén formados y se impliquen. Y debemos tener cuidado con los discursos derrotistas: si a los jóvenes solo les trasladamos pesimismo, tomarán decisiones equivocadas. Tienen que ser conscientes de la realidad, sí, pero también tener ilusión y ambición.
P. ¿Hay un problema de relevo generacional en las pymes de Ibiza?
R. Sí, es evidente. Antes era común que los hijos siguieran con el negocio familiar, ya fuera una tienda, un chiringuito o una empresa de servicios. Pero hoy eso ha cambiado. Las empresas han crecido, se han profesionalizado. Lo que empezó con una familia atendiendo un local durante tres meses ahora puede ser una empresa con 50 empleados todo el año. Nosotros, los empresarios de segunda y tercera generación, intentamos que nuestros hijos se formen y se involucren, pero también deben querer seguir. Si no les gusta, es difícil que continúen. Además, hay sectores, como la restauración, que son muy sacrificados. La tercera generación valora mucho más la calidad de vida.
Si, además, se junta con que le ofrecen una cifra elevada por alquilarlo o venderlo, es comprensible que opten por ceder el negocio. No hay que olvidar que Ibiza es una isla muy codiciada por inversores externos, y eso también pesa.
P. ¿Cree que las redes sociales tienen un impacto sobre expectativas irreales de los jóvenes?
R. Las redes sociales muchas veces venden un mundo de fantasía. Pero yo te puedo asegurar que los empresarios que conozco, incluso los que tienen a sus hijos en la empresa, no están pensando en Lamborghinis ni en criptomonedas. Saben lo que cuesta todo y lo que implica levantar un negocio. Pero hay que seguir adaptándose.
Protestas sociales, absentismo y reducción de jornada
P. ¿Han detectado un aumento del absentismo laboral en las empresas de Ibiza?
R. Sí, especialmente en la empresa privada. Desde la pandemia, el absentismo se ha disparado y muchas veces no hay una justificación médica detrás. Hay casos de trabajadores que simplemente no se encuentran bien anímicamente y no acuden. No me refiero a que la gente le eche morro, pero sí que hay una parte de bajas que se toman con cierta ligereza. Antes no acudir al trabajo era algo muy serio, hoy esa percepción ha cambiado.
Esto tiene un impacto fuerte, sobre todo en las pequeñas empresas. No solo pierdes al trabajador ese día, sino que afecta al ánimo del equipo. Cuando ven que un compañero falta por razones que no están claras, se genera malestar.
Además, el sistema de inspección médica no funciona con la agilidad necesaria, en parte porque no están cubiertas todas las plazas. Y al final esto lo pagamos las empresas, que se ven obligadas a cubrir turnos de forma improvisada.
P. ¿Qué medidas proponen?
R. Sobre todo, que haya más control y agilidad en la verificación de estas bajas. Hoy por hoy, un trabajador puede cogerse una baja de un día sin necesidad de justificar nada. Aunque ese día se le descuente del sueldo, el problema es organizativo. Y cuando esa carga recae en el resto del equipo, se genera frustración.
P. Hablaba antes de la necesidad de ofrecer más horas extras a los trabajadores ¿Qué opinan entonces de la jornada laboral a 37,5 horas?
R. El COVID cambió muchas cosas. Aprendimos que con una videollamada se puede avanzar mucho, que las reuniones no tienen por qué durar horas. Se ha ganado en eficiencia.
Pero con la reducción de jornada hay que tener cuidado. Hay trabajos que se pueden hacer parcialmente en teletrabajo, y otros que no, como los camareros o mecánicos. Lo que defendemos desde PIMEEF es que se premie a las empresas que puedan aplicar esa jornada, pero sin obligar a todas. No todas tienen esa capacidad operativa, y menos en Ibiza, donde ya es difícil encontrar personal.

Una reducción de 2,5 horas por trabajador a la semana, en una empresa con 20 empleados, son 60 horas semanales menos. Eso impacta directamente en la atención al cliente y la productividad.
P. ¿Qué valoración hace de la nueva Escuela de Hostelería?
R. Muy positiva. Ha llegado 10 años tarde, pero ya está aquí, y es una herramienta excelente. Es una instalación espectacular, con capacidad para formar a muchos profesionales que necesitamos. Esa es la actitud que debemos fomentar en los jóvenes: ver la restauración como una salida profesional digna
P. ¿Cómo será la restauración del futuro?
R. Cambiará mucho. Ya no será como en tiempos de nuestros padres, que trabajaban 16 horas al día. Eso no es sostenible. El autónomo aún lo tiene difícil y seguirá teniendo que esforzarse mucho, pero cada vez más se prioriza la conciliación. Poder cogerse 20 días de vacaciones con la familia era impensable antes; hoy empieza a ser una realidad. La conciliación no puede ser solo para funcionarios o grandes empresas. El autónomo también tiene derecho a ella.
P. Como sabe, hay una manifestación convocada este domingo por la plataforma Canviem el Rumb por el derecho a una vida digna en la isla. ¿Entienden que parte de la sociedad de Ibiza se manifieste?
R. Sí, claro. Lo que siempre nos ha preocupado es cuando se cae en discursos extremos, especialmente en la turismofobia. No nos gustan los extremos porque tienden a criminalizar un sector entero. Al final, se acaba señalando un 10% que no funciona y parece que se criminaliza al otro 90% que sí hace las cosas bien. Que la gente se manifieste y pida lo que cree justo, por supuesto. La administración debe responder y actuar en temas como el alquiler ilegal o las viviendas vacías que en verdad se alquilan en ‘b ‘o a turistas. No hacen falta más normas, lo que hace falta es que se cumplan las que ya existen. Nos preocupa, eso sí, que se criminalice el turismo.