Sa Botiga de Can Tixedó reabre tras siete años cerrada

Las noticias de cierres de negocios con largo recorrido en Ibiza por motivos que van desde la jubilación de sus responsables a la no renovación de contratos de alquiler, pasando por la competencia de las grandes superficies o de las compras a través de Internet, se han sucedido en los últimos meses.

Pero no todo son malas noticias. Sa Botiga de Can Tixedó de Forada (Sant Antoni) acaba de reabrir sus puertas tras siete años cerrada y coincidiendo, además, con el 80 aniversario de su apertura en 1943.

Los vecinos de Forada no pueden estar más contentos. Echaban de menos el histórico colmado.

Joan Colomar, de la familia propietaria del Can Tixedó Art Café y de la tienda, está muy ilusionado con esta nueva aventura. «En su día, el motivo del cierre fue la apertura del Mercadona de Sant Antoni en 2015. El concepto de tienda que teníamos entonces era de un pequeño supermercado y era imposible competir con los precios de esa gran superficie”, relata Colomar. “Los recibos de la luz subían, los costes de personal eran los que eran y no era posible mantenerlo”, recuerda. Echaron el cierre en 2016, con tristeza pero sin otro remedio.

Cuando llegó la pandemia de Covid en 2020 se dieron cuenta de que muchos vecinos les echaban de menos para hacer las pequeñas compras de diario y comenzaron a pensar en reabrir la tienda dándole una vuelta al concepto. «Sabíamos que debía ser en un formato diferente, ofreciendo productos que no se pueden encontrar en una gran superficie», explica Colomar.

“Ahora la tienda es más pequeña, con una orientación centrada en la alimentación, que incluye frutas y verduras lo más ecológicas posible, producto local… y también una bodega de vinos seleccionados”, explica Colomar, que es todo un experto en buenos caldos. Además, los vecinos pueden encontrar productos básicos como agua, pan, aceite, sal o hielo, para esos imprevistos que surgen. 

Al frente de la tienda estará la hermana de Joan, Lina Colomar, y, con ella, Cati Bonet, una empleada de la vieja tienda que, en cuanto se enteró de que reabrían, se quiso sumar al proyecto.

“Mi hermana se ha cansado de cocinar”, explica entre risas Colomar, que recuerda que Lina estaba al frente de los fogones de Can Tixedó. Ahora estará atendiendo directamente a los vecinos y vecinas de la zona. “Tenía muchas ganas de volver a la tienda”, explica. 

Un negocio con 80 años de historia

Este negocio familiar se remonta a 80 años atrás, cuando el padrino del padre de Joan Colomar, Vicente Riera Planells, abrió la tienda de ultramarinos original, un 24 de junio de 1943.

En ese momento no había nada más en este cruce de caminos, ni iglesia ni escuela, hasta el punto de que una parte de la tienda se empleaba como aula para los pequeños de la zona.

“Era tienda pero también lugar de transacciones de sacos de algarrobas y vino pagès”, relata Joan Colomar, que avanza que habrá celebración del redondo aniversario.

“Estamos contentos de poder crear aquí de nuevo un pequeño núcleo de actividad que combina el café, las exposiciones, el restaurante grill y ahora la tienda”, concluye Colomar. Los vecinos y vecinas han recibido la noticia con alegría y el viernes arroparon la presentación de la tienda, a pesar de que no le dieron una gran publicidad.

Para esta nueva etapa van a probar con esta fórmula que apuesta por productos de mucha calidad y de proximidad.

El horario es de lunes a domingo. En principio, con apertura de ocho de la mañana a ocho de la tarde aunque los lunes cierran antes, a las cinco. 

Los horarios se ajustarán conforme a la demanda y también es posible que la propia tienda adapte su oferta a las preferencias de los clientes. “Como es lógico, si ves que te piden algo que no tienes o más de una cosa que de la otra, nos iremos adaptando. Desde luego el formato es diferente al que tenía antes de su cierre, cuando trabajábamos en franquicia con AProp de Eroski”, puntualiza Colomar. 

Se suma así Sa Botiga de Can Tixedó a la pequeña lista de viejos colmados que resisten, muchas veces sostenidos también por otras actividades complementarias, como ocurre con Can Jordi y su oferta de bar musical.