101 años después de su apertura, el viernes pasado cerró por última vez sus puertas el restaurante Can Costa, la última fonda que quedaba en el barrio de la Marina de Vila después de que cerrara el bar Comidas San Juan.
La familia propietaria del negocio ha anunciado el cierre en sus redes sociales, por la jubilación de sus actuales propietarios, Pepe y Joan Costa Serra: «No solo cerramos por final de temporada, cerramos una etapa de 101 años de historias, de platos hechos con cariño y de gente que ha llenado este pequeño rincón de la Marina con vida».
«Ha sido un privilegio enorme cocinar para vosotros, ver pasar generaciones y escuchar tantas risas entre nuestras paredes. Can Costa siempre ha sido sencillez, comida de toda la vida y una manera muy nuestra de estar con la gente. Cada rincón del local guarda un recuerdo que ya forma parte de nuestra vida», prosiguen en este texto de despedida.
Can Costa se fundó en el año 1924 por Joan Costa Costa y ha sido regentado por la misma familia durante tres generaciones. En su momento, fue una más de las muchas casas de comidas que existían en la Marina, y que tenían como principal clientela a marineros y payeses que bajaban al Mercat Vell a vender sus productos, y hacían el día en Vila. Este origen popular marcó la personalidad del restaurante, especializado en menús a un precio ajustado y cocina local, sencilla pero sabrosa, con un trato cercano y familiar.

«En Can Costa han trabajado nuestros abuelos, nuestros padres y ahora nosotros, lo ha llevado toda una familia que ha crecido entre estas mesas, esta cocina y este hogar que siempre nos ha acogido. Gracias a Jose y Juan, que han sido el corazón del restaurante durante todos estos años: José en la cocina, cuidando cada plato con pasión y transmitiendo la tradición de nuestra familia en cada receta, y Juan en la sala, recibiendo a todos con dedicación y cercanía, asegurándose de que cada persona se sintiera como en casa. A su lado también agradecer a Tere, Ana, Joan, Jordi, Ana y Paula, por estar a su lado y demostrar que siempre ha sido un proyecto familiar lleno de corazón», explica la familia en sus redes sociales.
Con la desaparición de Can Costa, que en el año 2014 recibió la Medalla de Oro de la ciudad, muere también una parte de la personalidad y el alma del barrio de la Marina. Un paso más en el imparable proceso de vaciado de personalidad de los centros históricos de las ciudades, que van camino de convertirse en decorados al gusto del turismo.
«Queremos dar las gracias de verdad a todos los que habéis venido, a la familia, a los vecinos de siempre, a los amigos, a los que venís desde lejos, a los que crecisteis aquí y a todos los que nos habéis acompañado. Gracias por vuestro apoyo, por vuestro cariño y por hacer que Can Costa haya sido mucho más que un restaurante. Nos despedimos con una mezcla de nostalgia y alegría, orgullosos de todo lo vivido. La leña ya no seguirá encendida, pero el calor de todos estos años se queda con nosotros para siempre», señala la familia de Can Costa en el final del comunicado.






