Soy un vecino de Sant Jordi de ses Salines preocupado por el reciente cambio de la marquesina de autobús en nuestro núcleo. Durante años tuvimos una que, sin ser nada extraordinario, cumplía su función: ofrecía sombra y contaba con un banco amplio donde podían sentarse varios usuarios sin molestarse entre sí.


La semana pasada llegaron unos operarios con camiones y maquinaria. Sin previo aviso, desmontaron la marquesina, la cortaron en trozos y se la llevaron. Días después regresaron, abrieron agujeros en el suelo, los rellenaron con hormigón y, tras el fraguado, colocaron unos espárragos roscados con una plantilla. Finalmente, apareció la nueva marquesina, que instalaron sin más. Poco después, dos supuestos pintores intentaron darle un lavado de cara con unos brochazos, sin demasiado éxito.
Intrigado por su aspecto envejecido, les pregunté por la procedencia de la nueva estructura. Me explicaron que venía de Palma de Mallorca, donde habían sido sustituidas gracias a una subvención de 8,2 millones de euros procedente de fondos europeos.
Y me pregunto: ¿por qué se ha cambiado una marquesina que estaba en mejor estado que la que han instalado? ¿Por qué gastar dinero público en un trabajo innecesario? ¿Vamos a seguir recibiendo lo que Palma ya no quiere, como ha ocurrido tantas veces?
Los trabajos se han llevado a cabo entiendo que por encargo del Consell Insular [el Consell desmiente a Noudiari que haya instalado esta marquesina ya que es urbana y ellos solo instalan interurbanas]. ¿Quién se está beneficiando económicamente de este tipo de actuaciones?
Podría seguir, pero no quiero extenderme más de lo necesario. Solo espero que esta triste historia vea la luz. Yo no tengo estudios, pero sí muchas preguntas.