Tenía «nueve o diez años» cuando un paseo en moto por Barcelona con su primo despertó en ella una nueva pasión: el mundo del motor. A esa edad aún era demasiado pequeña para pensar en su futuro profesional, pero con el tiempo su interés por las motos fue creciendo. Observaba con cierta envidia las de sus amigos, ya que su madre no le permitió tener una hasta cumplir los 18.
Hoy, con la mayoría de edad alcanzada y camino ya de los 19, la ibicenca Irene de Juan no solo conduce una Yamaha, sino que también es la única mujer que cursa segundo de Electromecánica de Automóviles en el Instituto Isidor Macabich. En septiembre se trasladará a Mallorca para estudiar un Grado Superior y, mientras tanto, realiza sus prácticas en el taller Punicauto de Renault Ibiza.
“Empecé estas prácticas el 24 de marzo y el viernes de la semana que viene es el último día porque luego me voy a Francia a hacer un Erasmus y a trabajar en Niort Frères Distribution», explica, una empresa francesa especializada en la distribución de piezas y equipos para vehículos, donde estará hasta el 13 de junio.
La conversación se desarrolla en la sala de espera del taller Punicauto y basta echar una ojeada alrededor para comprobar que la zona de taller está copada por hombres, mientras que en las oficinas de administración son prácticamente todas mujeres. “Es verdad que no hay mujeres mécánicas y no solo aquí… creo que no hay ninguna en Ibiza, que yo sepa, aunque puede que sí haya alguna”, dice la aprendiz, muy consciente de que es una profesión absolutamente masculinizada.
Pero, poco a poco, las cosas parecen ir cambiando: actualmente hay dos chicas en primero de Electromecánica del automóvil en el IES Macabich, aunque en el curso de Irene de Juan (2º) solo está ella.
«Hace años que me interesan las motos y siempre le estaba pidiendo una moto a mi madre, Josefa… Además, tengo amigos que hacían mecánica también en el Macabich y les pedía que me enseñasen cosas del motor. Empecé a hacer 1º de Bachillerato pero no me interesaba. Lo dejé y pensé en probar a hacer Mecánica porque, además del motor, siempre me ha interesado hacer cosas con las manos, siempre he sido bastante manitas. Lo cierto es que empecé y me encantó», relata. Y es que a Irene de Juan (su nombre completo es Irene Gulnara de Juan Martínez) lo que le encanta es arreglar las cosas, averiguar por qué algo no funciona y no parar hasta resolverlo.
Aunque reconoce que su madre se quedó muy sorprendida al saber que quería estudiar Mecánica, finalmente se ha convertido en una ventaja “porque se lo arreglo todo”, bromea. “Ella sabía que me gustaban las motos pero no se imaginaba que escogería esta profesión. Además, he hecho gimnasia rítmica toda la vida, así que he pasado de las piedras Swarovski a mancharme con aceite y con grasa», describe Irene. Pero las dudas de la madre se despejaron al comprobar lo entusiasmada que llegaba su hija de clase, «contándole todo lo que había aprendido y las cosas que habían pasado”.
Así que entre su hermano mayor, que es informático, y ella, que es mecánica, «mi madre y mi tía están encantadas porque se lo resolvemos todo», dice entre risas.
Sus amigos y amigas la apoyaron. “Es cierto que es una profesión no muy vista en mujeres, pero me dijeron que si veía que me gustaba y me interesaba, pues adelante”.

Irene de Juan sabe que tendrá trabajo asegurado en su sector cuando termine sus estudios y, aunque no descarta que algún cliente pueda dudar de su profesionalidad por su juventud y por su género, esto no le preocupa en absoluto. “Puede que pongan en cuestión lo que puedo saber, pero, al fin y al cabo, si estoy trabajando será porque sé y porque puedo hacerlo, ¿no?”, dice con un argumento irrefutable.
Prueba de que hay pocas personas formándose en Ibiza —en comparación con la alta demanda de profesionales que hay— es que en el primer curso eran 24 alumnos y en segundo solo son ocho. “No creo que sean estudios muy complejos. La parte de electricidad es bastante complicada pero, en general, es sencillo”, afirma, animando a más gente a entrar en el sector.
«Yo me compraría un coche de combustible normal»
Tanto ella como los demás alumnos del IES Macabich se enfrentan a la irrupción del vehículo eléctrico, que ha cambiado muchísimo la práctica y los estudios de Mecánica. “Para poder trabajar con coches híbridos y eléctricos tienes que hacer un curso específico”, explica. Los estudios reglados todavía se centran más en la mecánica más tradicional de vehículos de combustible fósil aunque, obviamente, sí abordan buena parte de lo relacionado con el vehículo eléctrico y los circuitos.
Ella lo tiene clarísimo: «yo me compraría un coche de combustible normal. A mí, los eléctricos, la verdad, nunca me han gustado mucho: parece que piensa más el coche que tú», afirma.
El recibimiento entre los compañeros de Punicauto durante sus prácticas ha sido muy bueno. “Todos han sido muy simpáticos y he aprendido un montón, sobre todo con Samuel que es la persona con la que me pusieron para enseñarme. Él trabaja el tema de eléctricos e híbridos, así que hemos tocado también ese tema. He aprendido muchas cosas que en clase no había visto o no habíamos llegado a tocar», valora.
Y no todo es trabajo: “Bromean conmigo y me dicen: ¿tú de verdad quieres ser mecánica? o estás a tiempo todavía de cambiar y de irte a otra cosa [ríe]. Lo cierto es que hay coches muy complicados y averías muy complejas en las que tienes que desmontar medio coche para llegar a la pieza y eso es duro y da pereza… Pero eso me lo dicen en plan broma… Por lo demás me dicen que lo hago bastante bien para ser la primera vez que trabajo en mecánica.», agradece.
Ahora se prepara para su viaje a Francia, algo en lo que tiene experiencia porque ya estuvo un mes del verano de 2023 asistiendo a clases y viviendo en San Diego, en Estados Unidos.
Sus estudios y las prácticas la han alejado de la gimnasia rítmica y de su equipo, el CD Illes Pitiusas, ya que es incompatible con sus horarios. Lo ha compensado apuntándose al gimnasio, algo que, además, le va bien para su trabajo, que es muy físico.
En moto y dando charlas
Irene de Juan está visiblemente contenta, no solo porque tiene muy clara su profesión sino porque, al fin, tiene su propia moto, una R125 Yamaha. «Con 15 años ya hubiese podido tener la 49cc y con 16, la 125cc, que es la que tengo ahora, pero mi madre no me dejaba porque le da miedo. Yo le dije, vale, déjame sacarme el teórico y el práctico y ya luego más adelante, la moto. Me llegó justo al día siguiente de cumplir los 18″, relata y se nota lo importante que para ella ha sido tener, al fin, su Yamaha.
Su madre, profesora jubilada, no solo ha comprendido perfectamente su vocación y su futura profesión sino que la animó a ir al CEIP L’Urgell de Sant Josep a dar una charla junto con otras mujeres que ocupan trabajos masculinizados en un acto por el Día de la Mujer. «Vino una policía, otra mujer que hacía paredes y otras cosas en piedra, una de forestal y yo. Hablamos a niños y niñas hasta 6º de primaria y estuvo realmente muy bien. Un niño me preguntó si le podía arreglar la rueda a su padre», recuerda sobre la experiencia.
Tal vez, para alguna niña, esa charla haya sido tan inspiradora como lo fue para ella aquel paseo en moto con nueve años por Barcelona.