El silencio se ha adueñado de las redes. Hace un par de semanas, en Noudiari asistíamos horrorizados a la avalancha de mensajes enviados por un gran número de familias que pedían ayuda para encontrar a 24 personas de origen somalí que salieron de Argelia rumbo a España a través de una de las rutas migratorias más peligrosas que existen: la ruta del Mediterráneo. La falta de noticias y la escasa información de la que disponíamos han acallado sus mensajes, borrando cualquier rastro de esperanza.
Recuerdo una de las últimas frases de una mujer, sin noticias de su hermano desde hacía más de una semana. “Nosotras no tenemos poder para hablar en la embajada”, sentenció contundente cuando tratábamos inútilmente de facilitarle alguna vía alternativa donde solicitar información.
Desde la silla de mi despacho, acomodada con mi estufa, un termo y la seguridad de saberme libre gracias a la suerte de haber nacido en una parte concreta del mundo, me sentí ridícula.
Así que me puse a investigar. ¿Cuál es la situación de las mujeres en Somalia? ¿Qué pasa exactamente en este país del Cuerno de África? ¿Por qué más de un millón de personas decide huir a pesar de los peligros? Recuerdo su capital, Mogadiscio, conocida como una de las ciudades más peligrosas del mundo. Grupos armados, enfrentamientos con Kenia y Etiopía, repaso mentalmente, pero quiero saber más. Así que hago clic. Un simple clic, y ya estoy allí.
Para todas esas personas que han comentado y siguen comentando barbaridades, en estas y otras noticias relacionadas con la inmigración o con cualquier otro tema del que carecen de información, les invito a seguir mis pasos y a utilizar –con criterio– Internet para salir de su ensimismamiento y echar un vistazo alrededor.
“Somalia ha enfrentado una crisis humanitaria prolongada y una inestabilidad política y social persistente durante más de 30 años”, leo. La tasa de pobreza de sus 17 millones de habitantes se sitúa en torno al 70% de la población, la de analfabetismo supera el 50% y la esperanza de vida promedio es de apenas 48 años.
La próxima semana mi hermana Amanda cumple 50. Son dos años de descuento. Amanda tiene dos niños, de 9 y 11 años, mis sobrinos. Si hubiesen sido niñas, en Somalia les habrían practicado la mutilación genital femenina, una realidad que afecta en la actualidad al 98% de las mujeres, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Además, en tan solo unos años, de haber sido sobrinas, habrían sido forzadas a casarse y a parir, como le ocurre a un 36% de las mujeres antes de cumplir los 18 años.
La simple idea de acudir a la embajada a preguntar por sus familiares es un espejismo inaccesible para muchas mujeres del mundo, ya sea por miedo, desconocimiento de sus derechos o motivos de seguridad. Las posibles represalias por parte de un gobierno con un historial de instituciones débiles y corruptas provocan en los ciudadanos desconfianza e inseguridad. La autoridad de ellas, a la hora de acudir a algún ente público para llevar a cabo cualquier gestión, se ve aplastada por una sociedad que no las considera.
Sin embargo, en Somalia también existen otras realidades. La resiliencia de algunas mujeres se abre camino entre zancadillas, humillaciones y abusos constantes. A pesar de los desafíos, las mujeres somalíes están logrando avances incluso en el ámbito mediático. Bilan Media, el primer medio de comunicación en Somalia dirigido exclusivamente por mujeres, vio la luz en abril de 2022.
Hinda Abdi Mohamoud, Kiin Hasan Fakat, Shukri Mohamed Abdi, Farhio Mohamed Hussein, Naima Said Salah e Ifrah Isse Mohamed son seis de las periodistas que lo integran. A través de su trabajo visibilizan situaciones de desigualdad y violencia doméstica, hablan de las violaciones recurrentes que sufren las reclusas, de las niñas que se convierten en madres, de enfermedades y de la carencia de vacunas. Las reporteras también han sacado a la luz los problemas de los abusos en la infancia y el consumo de drogas, así como el impacto de la sequía, el hambre, la subida de los precios y el conflicto armado en la población. Su labor ofrece una perspectiva distinta a la que suele predominar en la mayoría de los medios del país. Juntas han logrado dar voz a las historias de la sociedad, narradas por primera vez por mujeres formadas, independientes y libres.
“Por primera vez tenemos un espacio donde nos sentimos seguras, física y mentalmente. Nunca antes las mujeres periodistas de Somalia habían tenido la libertad, la oportunidad y el poder de decidir qué historias quieren contar y cómo quieren contarlas”, subraya Naima Said Salah en una entrevista. “Se espera que las mujeres en Somalia mantengan la boca cerrada, pero esto está cambiando”, sentencia.
¿Seguimos contextualizando?