Como portmanyista de corazón y exdirectivo del club de fútbol más antiguo de la isla de Ibiza, siento la necesidad de expresar públicamente mi profundo malestar ante la gestión del primer equipo de la S.D. Portmany durante la temporada 2024-2025, recientemente finalizada. Un año que, por desgracia, culmina con el descenso a categoría regional, salvo renuncias de otros equipos.
Entiendo que en el fútbol se gana, se empata y se pierde. El deporte es así, y los rivales también juegan. Pero lo que está ocurriendo en el seno del Portmany va más allá de los resultados puntuales. La deriva en la gestión deportiva del primer equipo lleva años siendo preocupante. Hemos logrado mantenernos en categoría nacional más por circunstancias externas —pandemia, ampliaciones de grupo o milagros de última hora— que por mérito propio.
La realidad es tozuda: hoy el Portmany no cuenta con los recursos económicos ni con el respaldo social necesarios para aspirar a más. Pero si ni siquiera somos capaces de competir dignamente en una Tercera Balear que, con todo el respeto, es de las más flojas del país, algo falla. Que no podamos mantenernos entre el 3º y el 8º puesto de la tabla, siendo como somos un club con historia, cantera, solera y una masa de más de 300 niños en categorías inferiores, debería hacernos reflexionar.
Lo vivido esta temporada es difícil de explicar. El equipo comenzó flojo y mantuvo una alarmante irregularidad. Curiosamente, se lograron victorias importantes fuera de casa, pero en Sant Antoni sufrimos una de las peores rachas que se recuerdan. Perdimos o empatamos ante equipos, a priori, inferiores. El desánimo se apoderó del entorno y parte del pueblo ha terminado dándole la espalda al club de toda la vida.
La gestión desde el banquillo también dejó mucho que desear. El entrenador Román fue cesado tras 25 jornadas y tan solo 30 puntos en el casillero. En su lugar se optó por un técnico de la casa, el del juvenil, pero los resultados fueron aún peores. Si se sustituye al entrenador, debe hacerse con criterio, buscando alguien con más experiencia, solvencia y garantías. De hecho, hubo capitanes que discreparon con el nuevo técnico, algo que refleja el caos interno.
Por otra parte, el Portmany carece de peso en la Federación Balear. No se hace respetar. Esto, sumado a varios arbitrajes claramente perjudiciales —en al menos cuatro o cinco partidos— nos ha pasado factura. No pedimos árbitros a favor, pero sí justicia. En este contexto de violencia creciente en los campos y gradas, y de arbitrajes discutibles, resulta urgente una actuación firme. Ojalá la renovación en la cúpula arbitral nacional inspire también a la balear.
La pasividad en la gestión social y comunicativa del club también es preocupante. ¿Por qué no se organizó un viaje para animar al equipo en el decisivo desplazamiento a Lloseta? ¿Por qué no se aprovecharon los canales oficiales para movilizar a la afición? ¿Por qué ni siquiera se colgaban los carteles de los partidos en redes sociales? Da la sensación de que el club vive de espaldas a su primer equipo. Una desconexión total.
Incluso el estado del campo deja que desear. El problema de las gradas ha estado un año sin solución. Aunque no haya una asistencia masiva, su estado transmite abandono y falta de atención institucional.

También es justo decir que la Directiva no es la única responsable. Algunos jugadores no han dado todo lo que podían dar, a pesar de demostrar en ciertos partidos que, con actitud y esfuerzo, la categoría podía haberse salvado. Es evidente que algo falla cuando se traen jugadores de fuera y no se mejora lo que ya había.
Este viernes 11 de julio, a las 20:00h, se celebra la Asamblea Ordinaria del Club en el campo de Sant Antoni. Allí he presentado una veintena de propuestas y preguntas, con la esperanza de que se escuche a los socios y se debatan las decisiones importantes. El club no es de la Directiva, es de sus socios, de los que sienten los colores y lo viven de verdad. No podemos seguir con esta actitud de “los nuestros y los contrarios”. Todos somos portmanyistas, ¿o es que no se entiende?
Por último, quiero reconocer que el resto del club parece estar funcionando con medidas modernas y adecuadas, y que hay que poner el foco en mejorar la estructura del primer equipo y del juvenil, recién ascendido a Liga Balear. Pero es urgente abrir las ventanas, dar voz a la masa social y trabajar juntos por el bien de la S.D. Portmany.
Por Pep Ribas Ribas,
socio nº 4 de la S.D. Portmany