Proponemos desde aquí al Consell d’Eivissa la urgente aprobación de una Ley de Control de Entrada y Circulación de Influencers. Como mínimo, una tasa por metro cuadrado de enclave mágico utilizado, un test cultural básico (¿sabe usted qué es un BIC?) y la obligación de no etiquetar jamás el lugar «escondido» y la «cala secreta» por la que pasean con su camiseta Nude Project y su capazo de Loewe.
—¿Que tienes más de 300.000 seguidores? Ah, entonces estás catalogado como Influencer potencialmente peligroso (IPP) y te quedas sin cupo de entrada.
Y es que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que los nuevos piratas de Ibiza son los influencers.
Nos invaden, ellos primero, y, después, sus ejércitos de followers que darían un meñique por poder seguir el tren de vida de sus ídolos pero que tienen que conformarse con comprar el merchandising que las marcas de lujo ponen al alcance de los mortales: gafas de sol made in China y cremas a 100 euros los 50 ml.
Se dejan los ahorros del año en tres días en Ibiza para seguir el rastro de sus ídolos. La Policía Local de Sant Josep ha tenido que intervenir en la Torre d’en Rovira —un Bien de Interés Cultural desde el siglo XVIII— porque, atención, alguien pensó que era una idea estupenda montar una pop-up de Nike en su interior. Neones, percheros, musiquita y muchos stories para vender la nueva colección de @nikewoman desde una torre que, literalmente, fue construida para vigilar a los corsarios invasores. Pero, claro, los torreros de entonces no tenían que lidiar con filtros, hashtags y reels patrocinados. Y no es la primera vez que vemos cómo una marca hace lo que le da la gana en Ibiza. Cuando las multas son irrisorias, hay talonario para eso y para mucho más.
Hace ya muchos años que Ibiza se ha convertido en un plató constante de postureo. Cada cala, torre o rincón protegido corre el riesgo de acabar en un vídeo viral protagonizado por alguien haciendo yoga en bikini mientras bebe kombucha o Prime y, hasta acantilados señalados como altamente peligrosos por los Bomberos de Ibiza (hartos de rescates), son entendidos como simples escenarios al servicio de la estética y del ‘engagement’.
Y, ya que estamos, ampliemos el marco legal: control de entrada a millonarios con yates más grandes que sus conciencias, restricciones a magnates con fortunas sospechosamente turbias y, por supuesto, una cuota ‘cero’ de adquisición de viviendas por parte de extranjeros con sueldazos que ya nos han echado definitivamente del mercado de compra y alquiler. Pero, claro, claro, ya sabemos quién es el verdadero enemigo: el pobre.
Tal cual