Escribo este artículo desde el edificio F de Can Misses, donde me encuentro ingresado por la picadura de una araña violinista, ocurrido hace una semana en mi domicilio.
Tras leer varios casos graves en la prensa y comprobar la desinformación que circula en el boca-oreja, creo que es importante que la población conozca mejor esta araña, sin alarmismos y, sobre todo, sepa qué hacer ante una picada real y tan desafortunada como la mía. También escribo para contribuir a que el sistema sanitario no subestime este tipo de picadura en la primera consulta de primaria o urgencias, puesto que se trata de un instante crucial y, como he podido comprobar, no existe un protocolo adecuado para su identificación.
La araña violinista en Ibiza
Conocidas como araña violinista, araña reclusa, araña parda mediterránea o araña de rincón, el género Loxosceles es una de las tres arañas más venenosas del planeta, a pesar de su pequeño tamaño. No son agresivas con los humanos, pero pueden morder si se sienten amenazadas. Tanto su veneno como las bacterias que trae asociadas son muy peligrosas si no se tratan a tiempo.
Loxosceles rufescens es una especie mediterránea, y probablemente la que me haya picado a mí. Aunque loxosceles laeta y loxosceles reclusa, americanas, son más venenosas, no se debe subestimar a la variedad autóctona (y tampoco se descarta que hayan podido llegar las otras a Europa). En México y Chile, donde es mucho más habitual y conocida, los hospitales tienen protocolos más rápidos y estandarizados.
Toparse con esta araña en el exterior es muy infrecuente. En la naturaleza busca recovecos de piedra oscuros y húmedos, alejados de las personas. Por eso el contacto con el humano suele ocurrir en esquinas de armarios, cajones y rincones de la casa, donde a lo sumo caza pequeños insectos y lepismas de noche y se oculta de nuestra presencia de día. Puedes tener indicios por los exoesqueletos que deja al mudar la piel y por su tela, mal tejida, deshilachada, pero en cualquier caso una limpieza regular es la mejor manera de prevenirla.
Aquí en Eivissa recientemente se han dado algunos casos graves. Yo he contado cinco desde 2021, pero la información en los distintos medios pitiusos es confusa y contradictoria. (Aprovecho para reclamar algo más de rigor y menos sensacionalismo en las noticias de este tipo). Un estudio de la UIB describía un único caso en Mallorca, en 2022, por lo que es razonable pensar que, aunque siga siendo poco frecuente, los casos van en aumento, quizás por cambios en el clima, la destrucción de sus hábitats, nuestra hipermovilidad o por cualquier otro motivo que esté modificando su distribución y comportamiento. No soy un experto, pero si alguien especializado desea conocer mi caso en detalle, estaré encantado de contribuir a su investigación.
Conocer la sintomatología y acudir cuanto antes a urgencias.
Quiero insistir en que el mayor riesgo es no identificar la picadura a tiempo. Puede ser por la noche sin que nos enteremos, como en mi caso. Si tienes varias marcas en el mismo miembro, a uno o dos palmos de distancia entre ellas, es característico de las arañas (insisto, la inmensa mayoría de ellas no son peligrosas). Si es una violinista, en las primeras horas se detecta una pequeña hinchazón (una celulitis), de gran dureza y molestia leve, que va agrandándose durante las primeras 24 horas, causando un dolor cada vez más intenso, y luego fiebre, escalofríos y náuseas. (Una sensación muy parecida a la que sentí con los efectos secundarios de la vacuna del Covid-19). Si ya te sientes así, acude sin demora a urgencias, sin que cunda el pánico, pero insiste en la sospecha de un caso de Loxosceles, ya que probablemente no lo contemplen como primera opción. El tratamiento, si es como el mío, será una buena combinación de antibióticos, corticoides y analgésicos, con ingreso hospitalario o no, según cada caso. Bien tratado y sobre todo, identificado a tiempo, es más que soportable y lo que más exige es paciencia.
Gratitud infinita a la sanidad pública y a su personal
Aprovecho para dar las gracias al sistema de salud público, del que yo apenas hago uso, pero que se demuestra tan críticamente imprescindible en momentos así. Solo una pega: La comida. Un menú bien diseñado, sencillo y sano, pero de temporada, nutritivo y ecológico, aceleraría las recuperaciones y, estoy seguro, ahorraría impuestos.
Gracias a Can Misses y todo su personal de urgencias y de planta, cuyo trabajo diario con los y las pacientes es durísimo y lo llevan a cabo con entereza y alegría. Deberíamos agradecérselo todos los días, sin necesidad de que nos pique una araña venenosa para ello.