Los recientes casos de precintos de equipos de sonido, retirada de licencias y prohibición de la actuación de dj’s en algunos establecimientos de Ibiza han llevado a la asociación »Dj’s y Productors d’Eivissa i Formentera (DIPEF) a alzar la voz en defensa no solo del colectivo de dj’s de Ibiza y Formentera, sino también de la protección de la música como patrimonio cultural inmaterial de la isla.
Regulación, sí. Absolutamente necesaria. Hace años que la reclamamos. Pero una regulación justa para todos: donde se respete el descanso, donde se cuide el medio ambiente, donde puedan convivir espacios de silencio con espacios musicalizados. Donde se valore el patrimonio cultural y musical de esta isla única en el mundo. Una regulación clara, unos permisos coherentes para toda Ibiza, y una verdadera protección de sus expresiones musicales.
El sonado caso del mítico establecimiento en Ses Salines, donde se ha prohibido la actuación de DJs, es consecuencia directa de la regulación sobre Parques Naturales, que depende de las comunidades autónomas. Dicho esto, queremos aprovechar la coyuntura para señalar a la administración de la isla —Ayuntamientos y Consell d’Eivissa— por una regulación desigual, poco clara y, a menudo, arbitraria. Cinco ayuntamientos. Cinco ordenanzas distintas. Todo esto en lo que probablemente sea el lugar con más actividad musical por metro cuadrado del mundo. ¿Podemos entender el valor cultural de la música en Ibiza y protegerlo?
¿Cómo puede ser que, después de medio siglo de historia, se prohíba la presencia de un dj en Ses Salines? No se prohíbe la música. Se prohíbe al dj. ¿Por qué acabar con un símbolo de Ses Salines, una playa históricamente ligada a ese establecimiento donde han convivido durante décadas el entorno natural y la música? Sí, según la ley vigente no pueden celebrarse “eventos”, y la presencia de un dj puede interpretarse como tal. Pero ¿no podemos adaptar el texto legal para que un hecho cultural profundamente arraigado en la isla pueda seguir ocurriendo? Si la presencia de un DJ implica un “evento”, ¿por qué no interpretarla como un servicio? El chef cocina. El camarero sirve. El dj selecciona la música.
Ibiza está llena de establecimientos que han contribuido a crear lo que hoy representa la marca Ibiza a nivel mundial. Lugares donde la selección musical de un dj crea momentos mágicos, inolvidables. No estamos hablando de fiesta ni de excesos. Estamos hablando de música. Lo que hace un dj es seleccionar canciones para convertir un espacio y un momento en algo especial, memorable. Todos conocemos el poder de la música. La infinidad de recuerdos que una canción puede evocar en miles (quizá millones) de personas que han vivido experiencias únicas en Ibiza a lo largo de su historia. ¿Por qué acabar con eso? ¿Por qué luchar contra lo que forma parte de tu propia identidad? ¿Por qué no reconocer el valor cultural de la música en Ibiza? Y, en consecuencia, el papel fundamental que tienen los dj’s.
Si el techno en Berlín ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, ¿por qué en Ibiza no hemos reclamado nuestra personalidad musical con ese mismo orgullo? Tenemos algo único y genuinamente ibicenco, precioso y emotivo, casi ritual, como la música para la puesta de sol. Y este es solo un ejemplo de la enorme riqueza musical de la isla.
Ibiza es una isla musical. Se ha desarrollado y enriquecido por ese vínculo ineludible con la música desde mediados del siglo pasado. Las propuestas que DIPEF ha presentado a la administración siempre han buscado poner en valor la identidad musical de la isla, que va mucho más allá de los clubes de baile. La idiosincrasia y la historia musical de Ibiza, la cultura del atardecer, la presencia constante de la música (que no siempre es electrónica de baile), y también, claro, sus clubes, forman parte de una marca única en el mundo.
Es un patrimonio cultural que debería enorgullecernos a todos. Además, representa un motor económico potentísimo, que sin embargo no cuenta con respaldo institucional en forma de educación, profesionalización local ni políticas de protección cultural. Se deja que actores externos determinen las dinámicas, muchas veces sin tener en cuenta a los locales.
En los últimos años nos hemos reunido en numerosas ocasiones con la administración: Ayuntamientos y Consell. Todas estas reuniones han girado en torno a propuestas bien estructuradas, con presupuestos claros y una hoja de ruta orientada al desarrollo cultural, social y económico de la isla. Propuestas que estamos convencidos de que serían profundamente positivas no solo para nuestro colectivo, sino para el conjunto de la sociedad ibicenca y sus instituciones. No hemos conseguido prácticamente nada. Sentimos que otras iniciativas culturales, sociales o económicas sí reciben apoyo, mientras que el colectivo de dj’s, por su vínculo con el ocio y el entretenimiento, se ve relegado o directamente ignorado.
En el contexto actual —con un modelo turístico y musical cada vez más masificado— lo que parece una persecución a los pequeños establecimientos, que son precisamente quienes preservan el espíritu y el valor cultural de la música en Ibiza, nos obliga a alzar la voz. Exigimos a la administración una regulación justa y el reconocimiento de la música como patrimonio cultural inmaterial de Ibiza, y por tanto, su protección.
La junta Directiva de DIPEF,
Christian Len, Oliver Azor, Anna Tur, David Moreno e Igor Marijuán
“La música de Ibiza” no es sólo la vuestra, igual que el “ocio de Ibiza” no es únicamente lo que representa ese grupito de intereses particulares. La parte no es nunca el todo, aunque venderlo así resulta muy lucrativo para algunos.Y ése es el problema. Ibiza sólo es conocida por los excesos, entre ellos de decibelios, e imagino que detrás del “chumba-chumba” a deshoras y a volúmenes intolerables en famosos locales nocturnos y chiringuitos diurnos de playa, hay alguien manejando los equipos de música.
Por no hablar de las “colaboraciones” en fiestas ilegales y seguir apareciendo en los carteles de las discotecas.
No quiero poner en duda que en vuestras filas haya profesionales honestos o con algún sentido de la ética. Pero sinceramente, la realidad de Ibiza os deja sin argumentos para defender vuestro negocio u oficio.
Carai, ni que només poguessin donar pes sac amb s seua música a Ses Salines. Mira que hi ha llocs fets a posta per això.