Mejor menos impuestos, por Pedro Galli

Nuestros gobernantes nos están acostumbrando a soportar más y mayores impuestos. Sabemos que mediante estos impuestos el Estado mantiene los servicios que le son propios. El tema que está en cuestión es saber cuántos impuestos debemos aceptar como pertinentes, y cuántos impuestos están meramente al servicio político de la -cada vez más inmensa- socialdemocracia.

¡Veámoslo!

Hoy día nuestro Estado español nos cuesta el 50% del PIB. En cambio, Irlanda gasta solo el 25% del PIB para costear su Estado. Irlanda creció más que nadie en la Unión Europea tras la pandemia hasta 2022 (+26,2 % de su PIB), en cambio España decreció -2,6% de su PIB, y por lo tanto es la economía más debilitada para
enfrentar adversidades de Europa, quedando demostrado -según mi visión de las cosas- el daño que genera el elevado intervencionismo estatal y su costo.

Nota: Que quede claro que ambos países sufrieron la misma pandemia, sufren su propia inflación, soportan los problemas que surgen de la guerra en Ucrania, etc., por lo que no se deben proyectar excusas de fuera de nuestras fronteras.

A nivel nacional, hay una fundación que cada año realiza un estudio sobre los datos económicos de los principales ayuntamientos de España.

En su cuarta edición de 2022, tenemos el estudio sobre el Consell de Mallorca. Dicho análisis valoró su eficiencia con una nota mediocre –y descendiendo 18 puestos respecto a su puesto en 2021-, principalmente a causa de su numerosa plantilla municipal, además de un coeficiente del IAE inaceptable (Impuesto sobre las Actividades Económicas).

En paralelo al Consell de Mallorca, en la administración del Consell Formentera llegué a contar 510 empleados -que para mí valoración es una plantilla muy numerosa-, y también aplica altos impuestos, por ejemplo, ICIO al 3.5%, siendo su máximo legal 4% (recordemos el importante problema de vivienda en Formentera que no se logra resolver).

Ambos Consells mantienen un creciente gasto público que, a mi juicio, lejos de reflejar un modelo ejemplar de gobierno, es la prueba de su costosa equivocación administrativa, ya que nuestros impuestos no solo son destinados a fines sociales generales y pertinentes (carreteras, iluminación, seguridad, etc.), sino que buena parte de ellos terminan financiando áreas de índole civil.

Ahora, si se disminuyesen los elevados tamaños -y gastos- de los Consells, consecuentemente se podrían eliminar los impuestos municipales no obligatorios y disminuir al mínimo los obligatorios (pág. 4), para así aliviar la presión fiscal a las empresas y sus ciudadanos. Para lograr esto hay que abandonar a la actual administración socialdemócrata (tanto de derechas como de izquierdas) y pasar a una administración de gobierno Liberal (hoy denominada “Libertarismo”), tal como el camino que emprendió Irlanda en 2010, y ahora es el país más exitoso de la UE.

Y lo más importante, con esta medida reduccionista, los ciudadanos y las empresas de las islas podrán aumentar considerablemente sus rentas con la misma tasa de visitas, o sea, sin necesidad de aumentar la cantidad de turistas para crecer.

“En época de recesión, las empresas, al igual que las familias, necesitan el máximo de renta disponible”, señala el Dr. J. Huerta de Soto en Crisis bancaria, reforma bancaria, y el futuro del capitalismo.

Por mi parte, entiendo que los impuestos desmedidos no son políticas “progresistas”, sino que son políticas “pobrecistas” (generan y cronifican pobres).